El largo y sinuoso camino del socialismo
Gabriel Gasave
Director del Centro para
la Prosperidad Global en el Independent Institute. Director, Economía de Mercado, Fundación Atlas para una
Sociedad Libre. Premio a la Libertad 2006, otorgado por la Fundación Atlas para
una Sociedad Libre.
“El curioso cometido de la
economía es enseñar
a los hombres lo poco que
realmente saben
sobre aquello que imaginan
que pueden diseñar.”
Friedrich August von Hayek
Publicado en 1944, Camino
de servidumbre de Friedrich August von Hayek es un libro que nos acerca una
formidable advertencia contra el totalitarismo, así como también una sólida
defensa de la libertad individual y la economía de mercado. La obra es mucho más
que un tratado político, es un minucioso análisis sobre cómo en la práctica una
economía socialista tendría que enfrentar los desafíos económicos y sociales.
Es importante apuntar que
por entonces Hayek desarrollaba su labor intelectual en un escenario marcado
por dos catastróficas Guerras Mundiales, un creciente fervor socialista entre
los círculos académicos y persistentes pronósticos que anunciaban la inminente
crisis terminal del capitalismo.
Tal como el refrán que
reza «El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones«, atribuido
al santo francés Bernard de Clairvaux, el libro comienza analizando cómo las
ideas que promueven el colectivismo, si bien pueden estar entramadas con las
nobles intenciones de crear una sociedad más justa y equitativa,
indefectiblemente terminan conduciendo a la tiranía y la opresión, al
concentrar tanto el poder económico como el político.
A ello se debe que Hayek
haga hincapié en la indivisibilidad de la libertad, en la existencia de una
estrecha relación entre la denominada libertad económica y la política,
puntualizando que cualquier pretensión de restringir la primera eventualmente
lleva a la supresión de esta última.
Hayek nos enseña cómo la
planificación centralizada conduce a una asignación ineficiente de los siempre
escasos recursos, cuyo corolario es el reino de las penurias y un nivel de vida
paupérrimo. Nadie puede estar al tanto de todas las necesidades y preferencias
de la sociedad de manera omnisciente, nos advierte este austriaco. Somos
millones de personas y cada uno de nosotros poseemos apenas un conocimiento
fragmentado y por ello, solo una sociedad en la cual impere la libertad
individual, la propiedad privada y la economía de mercado, cimentada en aquella
información que únicamente puede transmitir el sistema de precios relativos, es
garantía de prosperidad y progreso.
En sus propias palabras
“El orden extenso es un mecanismo capaz de recoger y aprovechar un vasto
conjunto de conocimientos diseminados que ningún organismo planificador central
está en situación de aprehender o controlar”.
Los individuos, prosigue,
actúan respondiendo a esas señales que brindan los precios tomando decisiones
de manera dispersa. Hayek contrasta de esta manera a la planificación
centralizada con el concepto de orden espontáneo. Solamente, nos dice, los
mercados libres generan resultados más eficientes y adaptables que cualquier
bienintencionada decisión de una mente maestra.
En una entrevista
realizada por Thomas W. Hazlett en 1977 para la Revista Reason, Hayek se
explaya 33 años más tarde sobre este punto: “He dudado siempre de que los
socialistas tuviesen una pierna sobre la cual pararse intelectualmente. Han
mejorado su argumento de alguna manera, pero una vez que usted comienza a
entender que los precios son un instrumento de comunicación y guía que
incorporan más información que la que poseemos directamente, la idea entera de
que usted puede lograr un orden casi igual al basado en la división del
trabajo, por una simple dirección, se derrumba”.
En cuanto a la competencia,
la misma es para Hayek un eficiente mecanismo para asignar recursos y estimular
la innovación, a la vez que entiende que la intervención estatal en la economía
distorsiona este proceso y genera ineficiencias. Hayek analiza también el rol
del gobierno y la finalidad las leyes en la sociedad, propiciando el
establecimiento de un gobierno limitado cuya principal función sea proteger los
derechos individuales y hacer cumplir el orden público, es decir impartir
justicia, en contraposición a uno que procura dirigir la vida económica y
social de los ciudadanos de manera autoritaria y opuesta a un genuino Estado de
Derecho.
Cuando en la entrevista
mencionada se alude a su libro, que Hayek dedicó genialmente “A los socialistas
de todos los partidos”, y su interlocutor lo interroga acerca de si la Gran
Bretaña de entonces se encontraba irrevocablemente en el camino de servidumbre,
Hayek respondió “No, no irrevocablemente. Ese es uno de los malentendidos. El
camino de servidumbre pretendió ser una alerta: ‘A menos que usted repare sus
caminos, se irá al diablo’. Y usted puede reparar siempre sus caminos”.
Ochenta años más tarde,
Camino de servidumbre mantiene intacta su relevancia. Sus prédicas sobre los
riesgos de la planificación centralizada, la crucial importancia de la libertad
individual y los beneficios del libre mercado continúan impregnando los debates
sobre el rol del Estado y la economía. No perdamos de vista la alerta que Hayek
nos supo dar y sigamos bregando para que todos los caminos nos conduzcan a un
solo destino, el de la libertad.
Publicado en Independent Institute: https://www.elindependent.org/blog/2024/06/01/el-largo-y-sinuoso-camino-del-socialismo/
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