El atractivo desafío del cambio enfrentando a las minorías intensas
Jaime Correas
Ex Director General de Escuelas de Mendoza y miembro de la Coalición por la Educación.
"La Argentina ha
tenido históricamente grandes problemas para pensar su futuro. Si bien
hay sectores de punta en muchas áreas, eso no ha abierto posibilidades para
instalar cambios estructurales. Vivimos en una sociedad gatopardista que solo
soporta pequeños parches y arreglos superficiales para 'seguir tirando'. Esta
estrategia nos ha llevado al desastre, particularmente en lo que tiene que ver
con la educación."
Inés Aguerrondo, "Argentina: conocimiento como base
para la sustentabilidad (2019)
En enero de 2023 apareció un libro compilado por Claudia
Romero: "La trastienda de la educación. Políticas educativas en
escena". Allí figura un trabajo imprescindible de Inés Aguerrondo:
"¿Es posible cambiar la educación? Gobernanza, emergentes y cerrojos en la
trastienda de las políticas (educativas)". Inés falleció en noviembre
dejando un vacío en quienes la conocimos y admiramos. Ese escrito se transformó
en su legado, pues sintetiza su preocupación última: el cambio educativo en el
marco de una visión compleja de la realidad. Su enfoque es de orden político.
Se centra en cómo pasar con efectividad de las ideas a la práctica. Es decir,
el problema central de la política y de la gestión pública.
Inés Aguerrondo da algunas claves sobre el gobierno escolar
(y sobre cualquier gobierno): "Reconsiderando la idea de que la ciencia va
por un lado y la acción por otro, esta forma (compleja) de pensar el mundo
obliga a una relación directa entre teoría y práctica. No se trata del
académico que mira y critica versus el político que lleva la carga de la
implementación. Son dos perspectivas que se juntan para operar sobre la
realidad". Y a esta situación de divorcio, que por desgracia es la usual,
donde por un lado operan los especialista y por el otro lado los políticos, con
mutuas desconfianzas y hasta sospechas y desprecios, ella le agrega otro
elemento clave: "No alcanza con que el ministro de educación y todo su
staff esté convencido y quiera hacerlo, se requiere que el gobernador o el
presidente de la república (según lo que corresponda) sea el que está a la
cabeza del proyecto ya que la experiencia recogida estudiando estos procesos es
que su éxito depende en gran medida de una buena acumulación de poder político
porque, aun cuando se opere en términos de acuerdos consensuados, se generan
serios conflictos de gobernabilidad."
Inés apunta a resolver el problema de la gobernanza, con un
diseño donde conocimiento y evidencias vayan de la mano del poder político e
interactúen. Pero agrega que por las características de la complejidad del
sistema educativo la cabeza política máxima debe implicarse y traccionar. No
hace falta más que pensar en el mejor momento del sistema educativo argentino y
recordar que se originó en acciones protagonizadas por los presidentes Avellaneda,
Sarmiento y Roca. Ellos explican desde la creación masiva de escuelas que
faltaban hasta la ley 1420. Pero no conforme, Inés también recuerda lo que un
sistema educativo necesita del aparato estatal: "Los complejos retos
implicados en las responsabilidades tanto del nivel de base (las escuelas)
cuanto las referidas al nivel intermedio (inspectores/supervisores, asesores
pedagógicos) son múltiples, y necesitan ser lideradas desde una instancia que
sea capaz de darle coherencia y sentido. Esto significa que el esquema de la
conducción en tres niveles requiere que los líderes del último nivel reconozcan
que la transformación del sistema no ocurrirá a menos que el estado central
(nacional/provincial) asuma la responsabilidad de conducir el camino. No ocurrirá
tampoco de las manos del mercado ya que la educación, como bien público, para
lograr fines tan anti-económicos como cerrar la brecha entre los sectores de la
sociedad, o aumentar la justicia educativa, necesita que se tomen decisiones y
se desarrollen procedimientos que van más allá de las premisas
mercantilistas." Pero no se queda en lo que podría tomarse como un reclamo
de protagonismos. Pone énfasis con maestría en la debilidad del estado para
cumplir su cometido: "Los equipos que entran a hacerse cargo de la
educación, tanto en el nivel nacional como en el provincial, generalmente no
encuentran una sólida institución marchando, un órgano con las características,
los recursos, las normativas, los procedimientos y los saberes, que permitan
instrumentar las decisiones que se tomen. Nuestros modelos institucionales de
organización del Estado, no solo en el campo de la educación sino en casi todos
sus sectores, adolecen de una sostenida obsolescencia que no ayuda a resolver
los problemas, más bien resultan una traba para lograr objetivos. La famosa
reforma del Estado, que se espera hace décadas, nunca llegó. Históricamente,
este término ha sido solamente una etiqueta para replantear su tamaño, pero no
ha habido propuestas para repensar su estructura y su función...".
El presidente Javier Milei, al incluir a la educación en el
Pacto de Mayo, abrió una serie de debates que estaban hasta ahora ausentes de
su horizonte educativo: el protagonismo de las provincias y sus gobiernos en
cualquier política pública educativa, el papel inexcusable del estado nacional,
la necesidad de revertir el fracaso en la alfabetización y la necesaria
revisión de toda la educación obligatoria y también el deber de revisar en
profundidad la universidad, entre muchos aspectos en sus crecimientos
antisistémicos sin resultados que los justifiquen y en los graves problemas de
egreso, tanto en cantidad como en los perfiles y su pertinencia para las
necesidades del desarrollo nacional. Es una agenda riquísima y excitante que
contrasta con la chatura de los planteos del populismo corporativo que tiene de
rehén al sistema educativo hace al menos cuarenta años y que parece estar
conforme con el fracaso imperante. Para poder avanzar en ella se requiere tener
una mirada como la planteada por Inés, compleja y con las herramientas
adecuadas para gestionar los cambios. Para eso ninguno de quienes compartan
esta agenda puede mirar para otro lado y tiene que buscar el mejor modo de
colaborar en la ardua tarea que hay por delante. A la visión de Inés hay que
agregarle el papel de minorías intensas dentro del sistema que bloquean con su
poder de veto cualquier cambio para el bien común.
Vicente Palermo desarrolló este tema en un artículo de 2017,
"Cómo combatir el nocivo poder de las minorías intensas": "las
minorías de preferencias intensas lograban privilegios que torcían los
incentivos correctos, lo que tenía un efecto acumulativo contra el crecimiento
(y una sana distribución del ingreso). Olson sostenía que, dado el poder de
veto de estas minorías, revertir la trayectoria decadente no era fácil. Y que
uno de los factores que podían lograrlo era en verdad infausto, del tipo 'no
hay mal que por bien no venga': un cataclismo que afectara la entera estructura
económica y social de la Nación, desarticulara las redes de intereses con sesgo
anticrecimiento y las despojara de su poder de veto frente a la emergencia de
un liderazgo con una estrategia de largo plazo y cierta autonomía en relación
con las fuerzas sociales."
Palermo reflexionaba así en tiempos de Mauricio Macri. El
gradualismo no funcionó, esas minorías ni se mosquearon y volvieron los
garantes de que nada cambie para mejor. Es interesante releer aquel artículo de
Palermo a la luz de los tiempos actuales. Hoy esas minorías intensas ven
jaqueadas sus posiciones por una ola desreguladora y revisora que cuenta con
aval presidencial y con la conducción de Federico Sturzenegger. Completa
Palermo: "minorías de preferencias intensas han ido contribuyendo
decisivamente en una configuración económico-institucional con fuerte sesgo
anticrecimiento y, además, socialmente regresiva. Podemos destacar tres como
ejemplos entre muchos posibles: la economía protegida, la captura del Estado y
la distorsión del federalismo fiscal. En los tres casos, se benefician importantes
minorías, que han accedido a un notorio poder de veto. La economía protegida,
centrada en la puja distributiva en torno al tipo de cambio, confiere el ritmo
cardíaco al corazón de la economía argentina, imposibilita una genuina
productividad, nos condena a una crónica incapacidad de exportar, nos somete al
chantaje perpetuo de las crisis de balanza de pagos. La captura del Estado lo
lleva -entre otros males- a su hipertrofia y a que las agencias estatales estén
con demasiada frecuencia al servicio de los servidores, no de los ciudadanos. A
veces sin la menor sensatez, el diseño de las políticas públicas no depende de
las necesidades de sus destinatarios, sino de las preferencias e intereses de
los empleados. Por fin, el federalismo fiscal distorsionado, una increíblemente
inicua distribución de recursos públicos, es una fábrica de pobreza
(respaldada, eso sí, sólidamente en mecanismos institucionales; a lo largo del
tiempo, se ha conferido un estatus legal a una distribución fiscal
crecientemente distorsionada y sin fundamento económico ni social)".
La certera visión de Palermo, cruzada con el programa de
Inés Aguerrondo, piden a gritos un modo de enfrentar a esas minorías intensas
corporativas. La semana pasada trajimos a escena al inglés B. H. Liddell Hart
en "La estrategia de aproximación indirecta. Las guerras decisivas de la
Historia" (1946): "Habrá que evitar el ataque frontal contra toda
posición establecida de largo tiempo y habrá que tratar en su lugar de
envolverla con un movimiento de flanco que deje expuesto un lado más penetrable
al choque de la verdad. Pero en tal aproximación indirecta habrá que cuidar de
no separarse de dicha verdad, porque no hay cosa más fatal para el verdadero
progreso que caer en la mentira." La clave está en la última oración. No
alcanza con la aproximación indirecta, si el camino se desvía de la búsqueda de
la verdad, es decir del cambio para mejor. Otra vez la clave la trae Palermo en
aquel escrito de 2017 que debe ser resignificado hoy: "Es posible llevar
adelante dos cursos de acción complementarios, que no están siendo ejecutados
hoy. El primero, escoger batallas radicales, densas, configurando una
adversatividad fuerte. Tomando riesgos. Haciendo blanco en las minorías
intensas atrincheradas, defensivas y con poder de veto. Se requiere liderazgo
que divida aguas: de un lado, las minorías conservadoras; de otro, la gente y
el bien común. Nuestro sistema educativo in toto es un ejemplo de esta agenda.
El segundo es más difuso: esparcir por todo el campo gubernamental la práctica
de la argumentación adversativa, inscribiendo la obra de gobierno en una visión
de largo plazo, de mayor cohesión y que unifique el sentido de las pequeñas (y
a veces grandes) cosas que se están haciendo. Gobernar puede ser un desafío
cautivante." La primera propuesta parece haber sido tomada al pie de la
letra por Milei, como si hubiera leído a aquel Palermo de 2017 que le advertía
a Macri. En la segunda, la argumentación adversativa, Milei todavía tiene
lagunas importantes.
Lo adelantaba Palermo, lo ha diseñado Inés Aguerrondo, pero
se requiere organizar las fuerzas disponibles en todos los niveles para dar la
batalla. El cambio de la educación, en sus niveles obligatorios y en el
universitario, puede ser el modelo que la Argentina está buscando. No se hará
solo. Las minorías intensas hasta ahora han ganado siempre y están resistiendo.
Por eso es tan atractivo el desafío.
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