Los conspiranoicos se creen muy listos con sus verbas inflamadas
Jaime Correas
Ex Director General de Escuelas de Mendoza y miembro de la Coalición por la Educación.
"A menudo, el relato mismo
de un complot forma parte del complot. Tenemos así una relación concreta entre
narración y amenaza... El exceso de información produce un efecto paradojal, lo
que no se sabe pasa a ser la clave de la noticia. Lo que no se sabe en un mundo
donde todo se sabe obliga a buscar la clave escondida que permita descifrar la
realidad... Siempre digo en broma que los llamados científicos sociales o
analistas de la política aprenderían más sobre la política argentina leyendo
esas novelas (las de Roberto Arlt) que trabajando sobre el discurso de los
políticos."
Ricardo Piglia,
"Teoría del complot"
En un artículo reciente el
novelista español Javier Cercas aclaró el malentendido que anida en una
anécdota que es repetida sin cesar por analistas que se jactan de estar
diciendo genialidades. Relatan que el presidente estadounidense Richard Nixon
le había preguntado al primer ministro chino Zouh Enlai sobre las consecuencias
de la Revolución Francesa. La respuesta fue que aún no había pasado tiempo
suficiente para expresarse con certeza. Más de una vez se ha escuchado a
sesudos analistas repetir esa anécdota como una muestra irrefutable de la
sabiduría oriental con respecto al paso del tiempo histórico. El diálogo fue en
1972 y luego se ha sabido que en realidad Zouh Enlai se estaba refiriendo a los
sucesos parisinos de Mayo de 1968 y no a las guillotinas de 1789. Incluso hasta
se ha fabulado con que la escena sucedió en 1971 en un viaje secreto de Henry
Kissinger a Pekín para preparar el encuentro. El por esos tiempos joven
diplomático Charles W. Freeman Jr. fue el intérprete de Nixon durante su visita
en 1972. Él difundió las palabras ahí dichas que fueron retransmitidas e
interpretadas por Richard McGregor, periodista del Financial Times. Freeman
explicó que en el contexto de la conversación fue evidente que Zhou Enlai en
realidad estaba hablando de los disturbios de Mayo donde se proponía
"prohibido prohibir" y "la imaginación al poder":
"Recuerdo muy bien el diálogo -explicó el testigo directo-, y fue un
malentendido demasiado delicioso como para ser corregido".
Un caso similar es la
frase que se atribuye a Carlos Menem, "si les decía lo que iba a hacer no
me hubiera votado nadie". Juan Bautista "Tata" Yofre cuenta que
en realidad la dijo Guillermo Vilas en diálogo con Bernardo Neustadt y que
Menem nunca la desmintió como propia.
La frase de Néstor
Kirchner "miren lo que hago y no lo que digo", que fue publicada en
2004 con el prudente potencial "habría dicho a los empresarios
españoles", ha sido repetida hasta el cansancio y nunca desmentida por el
autor. Eva Perón nunca dijo "volveré y seré millones". Sin embargo
todas y cada una de esas falsas citas o malos entendidos crea relato político y
millones de personas se mueven a su ritmo sin importarles, ni plantearse, su
veracidad o falsedad.
En una reciente entrevista
el sociólogo ítalo-suizo Giuliano da Empoli contestó: "La diferencia entre
un político exitoso, que funciona, y uno que no es exitoso es el control que se
tiene sobre la narración. Con contorsiones varias, cambios y volteretas,
mientras el político controla su relato, tiene éxito. Cuando lo pierde, c'est
fini, se terminó. La realidad no cuenta en política, lo que cuenta es la
percepción de la realidad. La realidad solo importa en la medida en que toca la
percepción."
Da Empoli en su notable
novela "El mago del Kremlin" (2023) pone en boca del propio Vladimir
Putin en diálogo con Vadim Baranov, el enigmático personaje que ha construido
su comunicación con vistas a llegar al poder: "Quién sabe cómo han sido
las cosas en realidad. Mira, Vadia, los conspiranoicos se creen muy listos,
pero son de una enorme ingenuidad. Les gustaría que en todo hubiera un sentido
oculto y subestiman sistemáticamente el poder de la tontería, del despiste, del
azar. Y mejor que sea así: al contrario de lo que ellos querrían, los
conspiranoicos nos fortalecen. Si en lugar de ver el poder como es, con sus
debilidades humanas, se le confiere el aura de una entidad omnisciente, capaz
de urdir cualquier trama, se le está haciendo un elogio desproporcionado, ¿no
creés? Se lo convierte en algo mucho más grande de lo que es."
Quizás valga la pena
recordar que el gran difusor de esta novela ha sido el influyente periodista
Carlos Pagni, que llama al también influyente asesor presidencial sin cargo
Santiago Caputo "el mago del Kremlin". Con lo cual Javier Milei
vendría a ser Putin en esta saga imaginaria. En otro tramo de la novela, el
actual Zar ruso le dice a su mentor: "Stalin. El padrecito es, hoy en día,
más popular que yo. Si estuviéramos frente a frente en las elecciones, me haría
pedazos... Vosotros, los intelectuales, estáis convencidos de que es porque la
gente ha olvidado. Según vosotros, la gente no se acuerda de las purgas, de las
masacres. Por eso seguís publicando artículo tras artículo, libro tras libro a
propósito de 1937, de los gulags, de las víctimas del estalinismo. Pensáis que
Stalin es popular a pesar de las matanzas. Pues bien, os equivocáis, él es
popular gracias a las matanzas. Porque él al menos sabía cómo tratar a los
ladrones y a los traidores".
Este certero comentario,
leído con la lógica con que fue escrito, no con la de los que Da Empoli llama
"conspiranoicos", explica muchos fenómenos recientes: los porcentajes
de las elecciones que llevaron a Milei al poder, en la que Sergio Massa casi
gana en primera vuelta donde le faltaron apenas tres puntos, los niveles de
popularidad que mantiene Milei a pesar de la recesión y los salarios deprimidos
y otros fenómenos difíciles de entender a la luz de los criterios
tradicionales. A veces las expectativas irracionales y los miedos alimentados
con inventos, además de la memoria a contramano de lo negativo, mueven
montañas. El votante argentino tiene sus particularidades. El 4% mensual de
inflación durante los últimos meses de Macri lo llevó a votar a un oscuro
personaje como Alberto Fernández, introducido por JFK, la evidente artífice de
todo lo que se estaba padeciendo. Sin ese electorado lábil no habría Fabiola
golpeada en dependencias estatales y quizás hasta tampoco Milei presidente.
Pero eso es historia contrafáctica. La sociedad argentina es artífice de sus
venturas y desgracias y, por supuesto, responsable.
Por eso es tan crucial
distinguir relato de hechos. De un lado está el esgrima entre Milei y Cristina,
que sólo sirve para fidelizar fieles. O de Villarruel con Firmenich, que
también sólo convence a quienes ya lo están. Con una distinción. Quienes están
en el poder consolidan esa percepción de la realidad que marca Da Empoli, que
no hay que confundir con la realidad. Por eso es que quienes se dedican a
interpretar deberían estar no sólo atentos a esas esgrimas verbales sino
también a los hechos y sus evidencias.
Lo que se debe seguir con
atención son las mediciones de la inflación decreciente, las reformas que están
saliendo diariamente del ministerio de Federico Sturzenegger, que esta semana
elogió acciones de Mendoza para sortear la traba para tener medicamentos más
baratos para la población, los acuerdos interprovinciales firmados entre los
gobernadores Alfredo Cornejo y Rolando Figueroa de Neuquén para avanzar en
procesos de integración en salud, interoperabilidad digital de sus
administraciones o las tareas conjuntas para ver temas de enoturismo y
agroturismo. Todas esas acciones, que requieren de gestión posterior constante,
son más importantes que los picoteos que ocupan las noticias en todos los
medios y las redes. Ninguna de esas acciones verbales, deliciosas para los
conspiranoicos y desbordadas de pasto para la hoguera de lo intrascendente,
tiene tanto efecto como si se logra tener remedios más baratos o potenciar en
diversos frentes un área como la que representan Mendoza y Neuquén, por el
creciente desarrollo minero y petrolero. Por un lado está el relato que, como
bien marca Da Empoli, tiene su importancia para mantener el andamio sobre el que
se tambalea la política. Pero además está la realidad con efectos sobre las
vidas concretas. Ya se ha visto qué pasa en un país cuando todo es relato y no
hay acciones efectivas de gobierno: 54% de pobreza.
También hay que considerar
un aspecto temporal. Esa pobreza extrema se consiguió con un proceso largo y
sostenido de años. Es increíble que se exija revertirlo en meses. También es
cuestionable el tono en el que se discuten los temas. Aunque desgraciadamente
la realidad empírica indica que ese estilo agresivo y descalificador da sus
frutos. Debe repetir el que muchos usan en su vida cotidiana. En Mendoza, el
viernes el presidente Milei aseguró: "Durante la campaña dije que la
política monetaria tiene un rezago de 18 a 24 meses. Están todos muy apurados y
recién van nueve meses. Vayan y vean mis archivos completos, no lo que los
sucios de los periodistas ensobrados, no todos, una parte, editan para deformar
la información y para mentir". La frase no cambia si se le saca "los
sucios de los periodistas ensobrados". Parece que el presidente lo sabe
porque también dice algo que antes no aclaraba: "no todos, una
parte". Si es así, ¿para qué decirlo?
Ese de los agravios es el
territorio pleno del relato, donde se juega tanto, pero que produce efectos tan
perniciosos aunque parecen efímeros porque un insulto deglute al otro. Por
desgracia, en la Argentina se ganan y se pierden elecciones ahí, no en el
complejo y difícil campo de las realizaciones. La batalla de fondo, la de la
economía, está en marcha. Y el resultado de ella determinará el resto. Por eso
CFK intenta ponerse un pulmotor de teoría económica y lo destrata al presidente
"Es la economía bimonetaria, estúpido", con la misma virulencia
verbal que él usa con sus enemigos. Todos a tono. Habrá que ver quienes son los
espantados en este caso. Lo cierto es que el país añora que la intensidad de
las realidades algún día alcance a las de la pirotecnia verbal. Por ahora, las
verbas inflamadas ganan por goleada. Habrá que darle tiempo al tiempo.
Publicado en Mendoza Post.
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