IA, en el límite entre lo humano y lo digital
Matías Enríquez
Participante del
Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales 2020. Periodista argentino
que ha trabajado en diferentes medios de comunicación, actualmente dedicándose
a la comunicación institucional de organismos de gobierno. Trabajó en
diferentes medios gráficos como El Mundo (España), Marca (España) y ESPN-La
Revista (Estados Unidos), en radio y TV. Fue corresponsal, redactor, movilero,
editor, columnista, conductor y productor. También se desempeña como docente en
talleres de Comunicación, Periodismo y Argumentación. Ha publicado columnas de
opinión en diferentes medios como Infobae, Diario Perfil, ADN Ciudad,
Mundiario y Visión Liberal, entre otros.
“La inteligencia
artificial que estamos utilizando hoy es la peor inteligencia artificial que
vamos a experimentar dado que comete errores constantemente” resaltó el
periodista norteamericano Sam Guzik en la Media Party de Buenos Aires, que se
llevó a cabo en el Centro Cultural Konex la semana pasada. Esta afirmación,
comprensible pero sorpresiva, contrasta con la voracidad y la fascinación que
muchos tienen depositadas en las diferentes inteligencias artificiales,
incrédulos de siquiera sospechar que una mejor tecnología pueda ser posible.
En el evento que
busca facilitar la convergencia entre la industria de medios y la tecnología de
una manera innovadora y práctica, se profundizaron diversas cuestiones sobre el
uso de la IA y los planteos de que ésta interfiere en la moralidad de las
personas. En la conferencia del mencionado Guzik se develó que una de los usos
que más se le otorga a las plataformas más habituales de generación de texto es
la solicitud de consejos sobre relaciones personales. Esta curiosa atribución
de funciones brinda un (¿inesperado?) debate respecto del uso de la IA como
sustituto de las relaciones humanas.
La inteligencia
artificial puede resultar una herramienta útil, incluso para complementar
nuestras relaciones humanas pero difícilmente pueda reemplazarlas por completo,
al menos con estas inteligencias artificiales que utilizamos hoy, tal como
sostiene Guzik. No obstante, son muchas las personas solitarias que las usan
para suplir la falta de relaciones “analógicas”, por asi llamarlas.
Al ser
consultadas por este tema, mediante sus diferentes prompts, la mayoría de las
herramientas de IA resaltan –palabras más palabras menos–, la importancia de
mantener un equilibrio entre las interacciones con la IA y las relaciones
personas reales. Incluso más, algunas de ellas, como el caso de la herramienta
de Google, resaltan como consecuencias negativas el aislamiento social, la
dificultad para desarrollar habilidades sociales como la pérdida de empatía y
la manipulación para fines comerciales o políticos.
En el mundo
actual, en donde abundan las maneras de comunicarnos con personas cercanas y
también que viven a miles de kilómetros, se aprecia una paradoja creciente:
contamos con innumerables opciones para interactuar con otras personas pero
igualmente son muchos los individuos que prefieren volcarse a la interacción
con máquinas, a través de la IA. Este fenómeno podría reflejar un naciente
cambio en las dinámicas sociales, donde la inmediatez de la tecnología parece
sustituir el valor de la autenticidad humana.
El asunto
despierta más interrogantes que certezas respecto de cuanto estamos
sacrificando la profundidad de las relaciones humanas en pos de interacciones
superficiales con máquinas ¿Cuáles son los límites éticos del desarrollo de la
IA en las relaciones humanas? ¿Qué riesgos existen de manipulación o
dependencia excesiva? Estas y otras tantas dudas más que surgen en torno a las
relaciones entre individuos también pueden ser extensivas hacia los empleos,
nuestra manera de consumir y nuestra salud mental y emocional.
Todos los
planteos resultan válidos y ninguna afirmación puede resultar absoluta y
ecuánime, cuando de inteligencia artificial se habla. Tal vez, uno de los
desafíos más interesantes sea el dilucidar como se puede fomentar relaciones humanas
más significativas en el mundo digital y allí, resulta imprescindible la
educación. Como siempre cuando hablamos de IA, aún que hayamos ido adquiriendo
una gran gimnasia para adaptarse a las nuevas tecnologías, el futuro es
incierto.
Publicado en
diario Perfil.
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