¿Y ahora qué? La sentencia sobre igualdad salarial no tiene sentido en el mundo real
Ryan Bourne

Ocupa la cátedra R. Evan Scharf para la Comprensión Pública de la Economía en Cato Institute. Ha escrito sobre una serie de cuestiones económicas incluyendo: política fiscal, desigualdad, salario mínimo y control de alquileres. Antes de unirse a Cato, Bourne era Director de Políticas Públicas en el Institute of Economic Affairs y Director de Investigaciones Económicas en el Centre for Policy Studies (ambos en el Reino Unido). Bourne tiene una amplia experiencia en medios audiovisuales e impresos y ha salido en BBC News, CNN y Sky News. Escribe columnas semanales para Daily Telegraph y el periódico de Londres City AM.

Bourne tiene un título en artes liberales y una maestría en filosofía con especialización en economía, ambos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).



¿Se están dando cuenta por fin los empresarios de lo absurdas que son las leyes de igualdad británicas? Recientemente, un tribunal dictaminó que Next, la cadena de tiendas de moda, había pagado menos a su personal en tiendas al por menor, mayoritariamente mujeres, que a sus trabajadores de bodegas, mayoritariamente hombres.
La sentencia encapsuló la locura de las leyes expansivas de "igual salario por igual trabajo", castigando a Next por establecer una retribución diferente para funciones completamente distintas a pesar de no haber pruebas de discriminación directa por razón de sexo al hacerlo.
El tribunal laboral reconoció claras razones económicas por las que el personal femenino de venta al por menor de Next (77,5 por ciento de las consultoras de venta al por menor) ganaba menos que sus homólogas en bodegas, dominadas por los hombres (52,8 por ciento).
Las funciones de bodegas son más exigentes físicamente, con horarios intempestivos y menos beneficios, lo que significa que las empresas a menudo deben ofrecer salarios más altos para atraer al personal. El tribunal confirmó que los niveles salariales de Next no estaban influidos por consideraciones de sexo, sino que reflejaban la realidad de los costos de dos mercados laborales distintos, configurados por los retos de la contratación y las crecientes ventas en línea.
Sin embargo, desde la directiva de igualdad salarial de la Unión Europea, los empresarios deben pagar a los trabajadores lo mismo por trabajos considerados de "igual valor" o justificar por qué no pueden hacerlo. Los expertos del tribunal concluyeron que factores como la complejidad del trabajo, las responsabilidades y las cualificaciones requeridas eran lo suficientemente similares como para que los dos puestos tuvieran el mismo valor, independientemente de las señales salariales del mercado.
En resumen, se dijo a Next que debería haber aceptado unos beneficios más bajos y haber pagado más a los asesores minoristas para evitar que esta diferencia salarial agravara la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. La empresa se enfrenta ahora a una posible factura de más de 30 millones de libras por salarios atrasados.
Aplicar el concepto de "igual valor" a trabajos diferentes desafía la lógica de una economía de mercado. Sin embargo, esta monstruosa legislación está provocando el caos entre los empresarios, obligando a realizar costosas evaluaciones burocráticas de los puestos de trabajo y creando una escalofriante incertidumbre sobre las reclamaciones retroactivas.
El ayuntamiento de Birmingham se arruinó económicamente cuando las mujeres que trabajaban en la limpieza y los cuidados ganaron las demandas argumentando que sus empleos tenían el mismo valor que los de los hombres en la recogida de basuras y la limpieza viaria, lo que les daba derecho a primas equivalentes. Asda se enfrenta a una reclamación de 1.200 millones de libras similar a la de Next, y otros grandes minoristas se preparan para litigios similares.
Lo que subyace a la aplicación de esta ley es la creencia neomarxista de que burócratas y jueces expertos pueden determinar el valor relativo de los puestos de trabajo, cuestionando la remuneración del mercado determinada por la oferta y la demanda. Se basa en la creencia de que los trabajos que requieren cualificaciones y responsabilidades similares deben pagarse lo mismo, y los expertos juzgan si otros requisitos del trabajo, como las habilidades sociales interpersonales en el comercio minorista o más físico en los almacenes, pueden justificar cualquier diferencia.
Pero, ¿de qué sirve determinar la "igualdad de valor" cuando los puestos de almacén tienen mayores tasas de vacantes, dependen más de las agencias de trabajo temporal y requieren incentivos diferentes para atraer al personal? En el mundo real, la retribución se ve afectada por las preferencias subjetivas y la disponibilidad de los trabajadores, no simplemente por las características objetivas del puesto.
Next ofreció a su personal de venta al por menor la posibilidad de trasladarse a funciones de almacén en 2021, pero pocos la aprovecharon. Una demandante admitió que el trabajo de almacén no le atraía a menos que el salario fuera considerablemente más alto.
Insistir en la igualdad de retribución por un trabajo desigual dará lugar inevitablemente a una compresión salarial distorsionadora, a la escasez de trabajadores en las bodegas y/o a la contratación discriminatoria para evitar grandes divisiones de sexo en los distintos tipos de trabajo.
Por supuesto, los abogados y consultores sacan importantes beneficios de estas disputas, pero obligar a las empresas a justificar los salarios frente a una sociología absurda y una economía disparatada es una sangría de tiempo y recursos. Aunque muchos lamentan las "guerras culturales", la sentencia demuestra que la política de identidad ya está firmemente arraigada en la legislación británica, aunque se disfrace de noble lucha contra la discriminación.
Y todo va a ir a peor. Los laboristas quieren una protección salarial similar para las minorías étnicas y los trabajadores discapacitados. Las empresas y los empleadores del sector público tendrían que cuestionarse constantemente cómo afectan las diferencias salariales a muchos grupos, temiendo el día en que un juez declare que dos funciones con diferente representación demográfica son de "igual valor", a pesar de los diferentes salarios del mercado.
En última instancia, esto significa que las empresas dedican menos tiempo a crear valor y más a navegar por un campo minado de política social. Demasiado para un gobierno "proempresarial".
Este artículo fue publicado originalmente en The Times (Reino Unido) el 12 de septiembre de 2024.

 

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