¿Por qué necesitamos urgentemente imponer límites al gobierno?
Og Leme

Og Leme fue uno de los fundadores del Instituto Liberal y permaneció durante décadas como el maestro intelectual de la institución. Con formación académica en Ciencias Sociales, Derecho y Economía, se doctoró en la Universidad de Chicago, cuando era alumno de notables como Milton Friedman y Frank Knight. En su carrera, docente de la FGV, se desempeñó como economista de la ONU y participó de la Asesoría Económica del ministro Roberto Campos. El diseño y la sencillez de Og en su exposición de ideas atrajeron y fascinaron a estudiantes, intelectuales, empresarios, soldados, juristas, profesores y periodistas. Falleció en 2004, hace 81 años, dejando un inmenso legado al movimiento liberal brasileño.

 



El economista inglés Arthur Seldon, del Institute of Economic Affairs (IEA) de Londres, conceptualiza el capitalismo como el sistema de organización económica que hace el menor uso posible del proceso político y el mayor uso posible del mercado. A la luz de esta idea, el anticapitalismo prevalece en Brasil, ya que practicamos exactamente lo contrario: somos pródigos en el uso del proceso político de decisiones colectivas y economizamos con avidez en el uso del proceso de mercado de decisiones individuales para resolver nuestros problemas. problemas económicos. Es decir, politizamos innecesariamente, y a altos costos, la solución a nuestros problemas económicos. Nuestro sector público y nuestro proceso político sufren de acromegalia, se han hecho más grandes con los años, comprimiendo anatómicamente y comprometiendo fisiológicamente el proceso de mercado de las decisiones individuales. Nuestra economía funciona mal porque, además de no tener espacio, sufre la rigidez y disfunción impuesta por el sector público. Nosotros, los ciudadanos, perdemos la libertad, la eficiencia y la dignidad. Genera enorme perplejidad ver que, a pesar de que el proceso político es el más incompetente de los procesos sociales y, entre ellos, el más proclive a la corrupción, le hayamos delegado tantos poderes innecesarios en detrimento de la autonomía, la responsabilidad y la eficiencia individuales.


Esta alienación de los derechos individuales –contrapartida al crecimiento de la maquinaria estatal y su intervención en el mercado– surge de varias causas, entre las cuales, y para los efectos de esta nota, es importante destacar: 1. el supuesto de que la el mercado tiene fallas y, por lo tanto, debe ser compensado con acciones compensatorias por parte del gobierno; 2. La iniciativa pública puede conducir al crecimiento económico nacional, llevándonos de nuevo al paraíso perdido donde existen la escasez y la incertidumbre.


Que el mercado tiene fallos es indiscutible; Es imperfecto, el resultado de la acción humana imperfecta. Resulta, sin embargo, que el proceso político también es producto de la misma imperfección y, por lo tanto, tiene defectos, y éstos son mucho peores que los del mercado. Además, la mayoría de los llamados fallos del mercado no son más que perversiones inducidas o producidas directamente por las autoridades públicas.


En cuanto a la iniciativa pública para impulsar el proceso de crecimiento económico, parece importante considerar lo siguiente; La prosperidad de las naciones ha sido fruto, no de la acción estatal, sino de la libre interacción de agentes privados responsables dentro del mercado, cada uno de ellos en pos de sus propios intereses personales. El progreso y el desarrollo de los pueblos han sido subproducto de la acción humana, pero no de una acción humana deliberada que es trazada en una mesa de dibujo por unas pocas personas, que terminan imponiendo sus decisiones a otras. De hecho, el progreso de la humanidad ha resultado del ejercicio autónomo de la libertad individual, en un entorno institucional que respeta los derechos humanos y los contratos acordados de forma autónoma por individuos responsables; resulta también del respeto al principio de igualdad de todos ante la ley; la eficacia de la justicia, que previene la impunidad y facilita el acceso a los tribunales; ha resultado, finalmente, de la calificación del agente humano, a través del mejoramiento de su salud y educación. En resumen, la prosperidad de las naciones (Adam Smith, 1776) resulta de la efectividad de dos instituciones: el Estado de Derecho y la Economía de Mercado; y una condición: la salud y la educación de las personas.


La intervención estatal en la economía brasileña pervirtió esas instituciones, y se dedicó tanto tiempo y recursos a esa acción destructiva que quedó poco para la educación y la salud. La solución a la crisis brasileña pasa por devolver la solución de los problemas que fueron delegados a la política al proceso de mercado de decisiones individuales.


Nota: Artículo extraído del libro de crónicas de Og Leme, liberal, publicado por el Instituto Liberal en 2011.


 

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