Liberalismo español

Carlos Rodríguez Braun
Catedrático, Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
La palabra liberal en su sentido político moderno tiene un origen español, asociado a la Constitución de Cádiz de 1812. Pero lo cierto es que quiere decir cosas distintas, y no solo porque los anglosajones la convirtieron en algo parecido a la socialdemocracia, sino también para los propios liberales.
Lo ilustra Jorge Vilches en su reciente libro, Historia del liberalismo español. Liberales y conservadores del siglo XIX, que publica Sekotia.
Divide a los liberales en dos grupos, que desembocan respectivamente en dos personajes: Cánovas y Sagasta.
El primer grupo son los conservadores que siguen a Burke y abominan de la revolución. Vilches los congrega bajo el título: "Sin orden no hay libertad. El pensamiento conservador". Empieza con Jovellanos, y le siguen: Martínez de la Rosa, Alcalá Galiano, Donoso Cortés, Balmes, Bravo Murillo, Pastor Díaz, Borrego, Pacheco, Narváez, Ríos Rosas, Castelar y por fin Cánovas.
El segundo grupo aprecia la revolución y la democracia como impulsos y garantías de la libertad. Esta parte se titula: "Sin pueblo no hay libertad. El ideal del progreso". Comienza con Quintana, "poeta de la libertad", y le siguen: Argüelles, Flórez Estrada, Joaquín María López, Prim, Espartero, Olózaga, Fernández de los Ríos, Rubio, Figueras, Orense, Labra y los krausistas, y finalmente Sagasta.
Además de esta diferencia fundamental, tampoco hubo plenas coincidencias en el interior de cada grupo, como se ve en las biografías personales, intelectuales y políticas de cada uno, que Jorge Vilches retrata con destreza.
Las contradicciones fueron incesantes, principalmente porque no estuvieron de acuerdo en la clave de la libertad, que son los límites del poder. De ahí que tantos liberales hayan apoyado el quebrantamiento de la propiedad, el aumento de los impuestos y el fin de la monarquía. No fueron conscientes del peligro que todo ello representaba para los derechos y libertades del pueblo español. Varios buscaron el "justo medio", condenaron la religión, y terminaron en una confusión doctrinal apreciable. Algunos, como Alcalá Galiano, eso sí, pasaron desde la ingenuidad, el radicalismo y la utopía, "hasta el choque con la realidad".
Esto es aleccionador para nuestro tiempo, donde la incomprensión de la libertad a izquierdas y a derechas es tal que a veces da la impresión de que no hemos avanzado mucho desde la Pepa a la hora de acordar las claves de una sociedad de mujeres y hombres libres.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 2 de marzo de 2025 y en Cato Institute.
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