No hay que esperar la panacea

Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Más
allá de la imagen de Milei y su carácter que tanto irrita, lo cierto es que está
reduciendo los componentes nacionalistas y estatistas que parte de los
peronistas y radicales aun comparten. A medida que se vaya achicando el Estado
nos iremos alejando de la enorme ineficiencia que todavía nos muestra la
realidad de la educación, la seguridad y la justicia.
Toda sociedad abierta, está impregnada no solo
de libertad sino de incertidumbre, error, y creatividad. La libertad de comercio, la
propiedad privada, el mercado, la competencia, la desregulaciones, las
privatizaciones, el capital extranjero, son puntos esenciales en los que
convendría coincidir sin que importara tantas cuestiones de detalle. Esta es la
orientación, la brújula que debería
guiarnos. El sistema de ideas anterior fracasó, hay que aceptarlo, si no se desea que sus inducciones nos lleven
una y otra vez al desastre.
Cuando se analiza el gobierno de Milei, hay
que tener en cuenta que entre las
enormes dificultades que enfrenta, una es
muy importante: las ideas. Ellas reflejan
la cultura del pasado, perduran en
Argentina y se transparentan en las
opiniones y análisis de la prensa. Hace
unos días, Jorge Fernández Díaz aseguró
que lo deseable era una economía mixta, o sea, mitad planificación central y mitad mercado,
la que nos hizo fracasar hasta ahora. Alain Touraine, dijo bien, refiriéndose a América latina: “…lo que
resulta inevitable es destruir ese mestizaje entre Estado y sociedad”. No lo
comprenden muchos conspicuos intelectuales: periodistas, escritores, profesores, artistas, empresarios y políticos
de renombre, aún proyectan hacia el futuro, ideas erróneas. Contra ellas debe
luchar el Gobierno para implementar su política innovadora y lo que es más
difícil, con armas democráticas. Lo hizo
Chile, donde fue menos complicado porque
cambió el rumbo un gobierno autoritario.
Sin renegar de la democracia, se puede
decir que fue mucho menos arduo el
cambio, no es de extrañar, entonces, que ante tantas dificultades se den algunas
medidas que no nos conforman, producto, justamente, de lo que señalamos. Un cambio estructural no
es lo mismo que tomar alguna medida liberal aislada, es una decisión que
conlleva, firmeza, entrega y un carácter a prueba de fuego. Se vio, cuanto le costó a Mauricio Macri gobernar teniendo
en contra a los sindicatos, La Càmpora, Cristina y su séquito, entre otros
terribles opositores. Por su parte, Carlos Menem hubo de acordar y hacer malabares,
algunos “non sanctos” para poder realizar los cambios importantes que se
hicieron durante sus presidencias.
Paciencia, críticas constructivas, y apoyo firme
en lo que debería procurar y aceptar el Gobierno, si quiere tener un camino con
menos espinas; intentar que los apurados
entiendan que no se puede pasar de una situación dramática a otra mucho mejor
en poco tiempo. Con esfuerzo se está tratando de hacer más creíble el paso hacia la formación de un
mercado donde cada uno deba competir. No es moco de pavo, donde
todos han vivido ligados al Estado y por inercia cultural varios sectores sociales rechazan
la economía libre. El capitalismo que vive de mercados, producciones e innovaciones masivas, continuamente renovables, so pena de perecer, no solo ha provocado en el
Mundo resistencias generalizadas, ha generado
un fenómeno extraño en los más beneficiados: compasión y auto-culpabilidad
frente a la pobreza. Es por ello que tanto
el “Che” como Fidel Castro,
guerrilleros, Francisco de Asís y Tolstoi, incluso, entre tantos otros,
atrajeron pregonando igualdad para todos. En resumen: los socialismos se caracterizan
por rechazar a la sociedad de alta complejidad, en beneficio de la simplicidad y el ascetismo.
Ello ha provocado una pobreza descomunal - no para quienes gobiernan - y la
muerte de centenares de millones de personas. La glorificación del primitivismo
es insostenible. La experiencia histórica nos muestra que el mejor nivel de las
formas de vida humana solo puede lograrse con más riqueza, ella hizo mejores, más generosas a las personas, y más
pacificas. Lo que llevó a la preocupación por la pobreza a los estratos altos
de la población y al respeto por los animales y al medioambiente, surgió en el país que inició al capitalismo, es decir, Inglaterra. El mercado, aunque contrarrestado por factores políticos y
culturales, tiende irresistiblemente a
crear condiciones de igualdad práctica en los intercambios, pero no en las
ganancias que origina. Está enteramente
sujeta a las ideas de la gente, provoca incertidumbre porque depende de lo que
eligen las personas, lo cual siempre es inseguro, podemos elegir lo
peor, es uno de los riesgos de ser libres.
El rumbo liberal necesario para salir de la
reclusión, a la que obligó a los
argentinos un Estado paternalista, necesita de reformas estructurales que les
permita abrir las alas y volar. Milei ha apartado varias piedras puestas por
los Kirchner y gobiernos anteriores, según
lo dicho en su discurso en el Senado, va por más. Su política está permitiendo
tutearnos con el Mundo de otra manera. Ya no lo miramos de reojo sino que comenzamos a intimar con él, sentir de qué manera nos afecta y como mejorarlo,
estamos ensayando lo que antes era imposible. La vida siempre es imprevista, nos llena de
sorpresas, agradables unas y
desagradables otras, a veces terribles, no estamos preparados para enfrentarlas a todas, pero siempre
será mejor tomar las propias decisiones que dejar nuestra vida en manos de un Estado
angurriento. Si no se consigue un ambiente
de libertad, no se podrá vivir en el
país de acuerdo a lo que cada uno desee, es por eso que la defensa de las ideas
e instituciones liberales debería ser prioridad, lo
demás vendrá por añadidura.
Existe
preocupación en Argentina por el futuro: ¿podrá Javier Milei superar la disminución de la
confianza que le ha traído, como
consecuencia, la acusación de tráfico de
influencias y la designación de un juez sin buen nombre, cuando la seguridad jurídica depende de la
libertad política de la Corte Suprema? ¿Serán durables los cambios, mientras
los kirchneristas acechan buscando, de cualquier modo, volver atrás? Ha sucedido en nuestro país: una
vez hecho el sacrificio para mejorar, vinieron los que los usufructuaron para hacer ganancias personales, cambiar el rumbo y enquistarse por muchos años en el poder. A
eso se le teme, ante los errores de Milei muchos se preguntan:
¿qué viene si no es él? ¿Cuáles son las opciones con consenso?: ¿los Kirchner y la inflación, la maquinita que
consuela por un rato?
Argentina
ofrece posibilidades para aprovechar en
el futuro, para ello es forzoso liquidar al kirchnerismo, sus ideas. Los argentinos
deben decidir si prefieren o desdeñan la libertad, si quieren ampliar el plexo
de posibilidades para elegir cómo serán sus vidas o escoger que un grupo de funcionarios
decida por ellos. He aquí la cuestión que se debe resolver en vez de discutir, sin rumbo, como lo hacen quienes no entienden qué es la
política y la miran con microscopio.
Actualmente solo tiene consenso, para
ganar las elecciones más cercanas, el actual presidente. Está cometiendo errores,
indudablemente, pero la panacea no existe, es inútil desearla, lo que sabemos, porque la historia lo corrobora, es que si continúa
por la misma senda habrá un cambio de sistema mejorador. Ampliar la sociedad civil, como se pretende con este modelo, es ampliar la libertad de decidir, de
expresarse; achicar el Estado pluraliza
los poderes y aumenta las condiciones para que cada uno busque su propio
destino. Hay funcionarios que dejan mucho que desear pero, bajo el liderazgo de un presidente decidido a realizar una
reforma aceptablemente liberal. Hay esperanza: poco a poco, la visión autárquica y socialista de
desarrollo del país, está en retirada de
la mente de no pocos argentinos.
Reconocen que el aumento de la producción y la productividad exige
capitales, no solo nacionales sino también del exterior. Milei es capaz de tomar decisiones difíciles,
sin esperar el aplauso. Si no se salta del camino, veremos un calificado cambio
en Argentina, como lo ha demostrado la disciplina fiscal: produjo expectativas
favorables a la posibilidad de estabilizar la economía y de invertir. Falta alentar a más sectores competitivos y
eficientes, lleva tiempo, pero los precios se ajustarán a los niveles
internacionales. Hay que apurar las reformas estructurales que disminuyan los
costos y ver cómo se pueden ampliar las reservas para poder eliminar el cepo. El
inversor extranjero tiene que sentir que
la situación y el manejo económico, no
solo es correcto, sino que perdurará en
el futuro y que el objetivo a largo plazo es mantener la estabilidad. De ello
depende el apoyo, ojalá se logre a pesar
de los ruidosos de siempre.
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