Mercados internacionales: un oso, no un cisne negro

Javier Cubillas
Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Son
tiempos en donde lo simbólico juega un partido trascendental, porque estamos
ante acontecimientos únicos, como la muerte del Papa, reacciones de alto
impacto, declaraciones de líderes con alto nivel de virulencia, y todo ello con
foco en la connotación más que en la denotación.
En
esta lógica, hace unos años, en 2008, en un contexto y análisis de escenarios
imprevistos el economista Pablo Triana en una columna en el diario El País,
expresó la necesidad de dejar de lado y abusar de la idea de “cisne negro”
cuando hay elementos de análisis que vuelven previsibles o más probables
ciertos fenómenos en el mercado.
Recordemos
que la idea de “cisne negro”, de Nassim Taleb, está en boga cada vez que algo
sucede y emerge como extraño, imprevisible. Y así, en muchos casos también la
idea o conceptos de Taleb se vuelve extensible y engloba hasta hechos y actos
que quizás para sectores más amplios pueden no ser previstos pero para los
especialistas no se aplica esta idea.
Si
son especialistas algo deberían haber visto venir y alertar sobre cierta
probabilidad de un fenómeno que altere un estado, ambiente o clima de negocios
o política. Son tiempos de incertidumbre es una frase que a la fecha uno la
escucho siempre.
Por
ende, la idea de un “oso negro”, en este contexto puede ser útil para dejar de
pensar en el “cisne negro” cuando Donald Trump en su campaña expresó muchas de
las ideas que hoy está llevando a cabo en las diversas dimensiones de su
gestión política interna e internacional.
Podrá
discutirse la cuantía y extensión de las medidas pero estaban dentro del
paquete económico. Podría discutirse la velocidad del retroceso en materia de
derechos o permisos, habilitaciones o reconocimientos para sector menos
favorecidos, minoritarios o con un cupo pero estaba prevista la batalla
cultural en este sentido.
La
nueva anormalidad
Incluso,
alguien podría decir que no era imaginable una suerte de tendencia hacia un
quiebre de mercados o lucha frontal contra China y los efectos que tiene, en
forma de boomerang, hacía los propios consumidores y productores
norteamericanos, pero el corazón de lo que entiende como crecimiento y
desarrollo Trump ya lo dejó claro en su primer gobierno y lo refuerza en esta
instancia.
Nadie
puede predecir todo en todo momento pero sí es claro que Trump, se asemeja a la
idea de un oso negro que pisa fuerte, grande y pesado que tiende a generar un
bosque cerrado protegido, cierra y acumula, asusta y retrocede para volver a
embestir y abrazar hasta ahogar, pero si puede se retira si ve que puede
imponer condiciones. Y además, pareciera no tener miedo a un invierno largo.
Lejos
nos queda la estilizada figura del cisne negro que aún con su carga fatal de
incertidumbre no nos deja pintar tan bien este nuevo contexto geopolítico. Las
figuras simbólicas en este caso se comienzan a mostrar en espejo para
responderse.
Ahora,
hay también un “oso rojo” despertando o será una en todo caso la figura de un
Dragón, mucho más hábil quizás? Los tiempos pintarán las figuras de esta selva
que hoy intentamos retratar. Esperamos que no se vuelvan figuras temerarias
para los escenarios regionales y globales.
Publicado en diario Perfil.
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