Los invisibles de la seguridad bonaerense

Ricardo Runza
Ingeniero
Aeronáutico y Magíster en Defensa Nacional.
En
Argentina, cuando se habla de seguridad se lo hace desde una visión alejada del
léxico y del análisis que se da en Europa y Norteamérica. Conceptos como
“Sector Seguridad del Estado” (en inglés, Security Sector) y “Aplicación de la
Ley” (Law Enforcement), utilizados internacionalmente para comprender esta
materia y su complejidad, son ignorados.
La
seguridad aquí se abarca desde una perspectiva muy rudimentaria, reducida a
presupuestos, cantidad de patrulleros, las cámaras de video y otras de orden
operativo, dejando de lado todo aquello que es estructural y gravitatorio para
encontrar soluciones que satisfagan con éxito las expectativas de la sociedad;
ya se trate del Estado nacional o de cualquiera de los Estados subnacionales
del país.
Esta
falencia se agrava cuando la seguridad es abarcada desde el derecho penal o
procesal con soluciones que se plantean desde lo legislativo, fracasando una y
otra vez. Aquí la discusión pasa por lo ideológico y se torna estéril, porque
siempre el foco de la acción política termina en lo superficial y nunca en lo
estructural; es decir en lo que realmente va a cambiar las cosas.
Entonces, nadie (ni académicos ni políticos)
aborda la problemática desde su profundidad: desde las correcciones que en la
provincia de Buenos Aires pasan por el diseño territorial de las jurisdicciones
municipales, el formato imperfectamente unitario del Poder Ejecutivo
provincial, el diseño territorial de las jurisdicciones del Poder Judicial
provincial, el diseño napoleónico de la fuerza policial más grande de todo el
hemisferio occidental y del modelo de aplicación de la ley, la cuestión más
importante para tratar cuando se quiere encarar la problemática de seguridad
bonaerense desde un marco técnico acorde con el abordaje que se le da a este
tema en el mundo.
Y aquí surge una cuestión crucial que el
politólogo Samuel Huntington puso en evidencia académica, hoy indiscutida y
paradigmática: el control civil (político y ciudadano) sobre una fuerza armada,
una fuerza policial o un fiscal y un juez, dependiendo del modelo de aplicación
de la ley y el modelo de administración de justicia que ese Estado dispone para
mantener la paz y el orden.
En la provincia de Buenos Aires, ¿cómo es ese
control sobre policías, fiscales y jueces? El político es total, mientras que
el ciudadano es inexistente. Entonces, ¿no será esta una de las cuestiones más
importantes a tener en cuenta para encontrar alguna solución eficaz?
Efectivamente sí, porque cuando aparecen
casos rimbombantes que impactan en la opinión pública se desnuda que en el
ámbito geográfico, donde se desarrollan los hechos, la gente desconoce quiénes
son los actores intervinientes desde el Estado (jueces, fiscales y comisarios).
Entonces, el foco siempre se pone sobre el eslabón más débil y sobre él se
desata toda la furia contendida por la impotencia ciudadana que se acumula hasta
tal punto que estalla sobre la policía; es decir, sobre el auxiliar de los
responsables de aplicar la ley dejando a estos ocultos. Son los invisibles.
Indudablemente, el principal invisible es el
procurador general de la Provincia, Julio Conte Grand, y los responsables de la
Secretaría de Política Criminal, Coordinación Fiscal e Instrucción Penal que
dependen de él. Si tomamos –por ejemplo– el partido de Moreno (una jurisdicción
municipal dentro del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez) y si
un caso estalla allí, el fiscal general, Lucas Oyhanarte; los agentes fiscales
de la UFI 1, Leandro Ventricelli; de la UFI 2, Carina Saucedo; de la UFI 3,
Luisa Pontecorvo; de la UFI 4, Federico Soñora; de la UFI 7, Gabriel Lorenzo;
de la UFI 8, Gabriela Urrutia; de la UFI 6, especializada en penal juvenil,
Alejandra Piqué; de la UFI 5, especializada en violencia de género, familiar y
usurpaciones, Emiliano Buscaglia, y los jueces del Juzgado de Garantías 1,
Adriana Alicia Julián; del Juzgado de Garantías 2, Gabriel Alberto Castro; del
Juzgado Correccional 1, Mariano Jorge Fernando Almanza; del Juzgado
Correccional 2, Pablo Alberto Bonini, y del Juzgado de Garantías del Joven 1,
Mirta Liliana Guarino, son invisibles para la gente (según corresponda su intervención)
y toda la exposición pública recae en el ministro de Seguridad de la Provincia
y en algunas autoridades policiales del distrito que terminan siendo el fusible
a detonar.
Cuando lo mediático cesa, los invisibles
siguen así porque son parte de esa generalidad que lo oculta todo: “la
Justicia”, manteniéndolos desconocidos para aquellos a los cuales ellos tienen
que servir aplicando la ley en oportunidad y con eficacia.
Hecho que no ocurre porque son propuestos,
designados, controlados y revocados por la política sin ninguna participación
ciudadana objetiva local, porque ese control “huntingtoniano” es de aplicación
imposible con este modelo vigente y con la duración de los cargos que tienen
los jueces y fiscales provinciales, quienes no tienen suficientes y fuertes
incentivos alineados con los intereses de la sociedad del distrito donde tienen
asiento.
Cambiar esta situación requiere de una
reforma constitucional que modifique el Sector Seguridad en el marco de un
cambio muy profundo en el Estado provincial. No es fácil. Es un asunto de
poder. De su reconfiguración a favor de los ciudadanos para lograr incentivos
eficaces para la aplicación de la ley que desean. Este es el único camino de
solución real que debe plantearse a los bonaerenses. No lo que se escucha desde
la política para la contienda electoral que se avecina.
Publicado en Perfil.
Últimos 5 Artículos del Autor
15/08 |
Becas especiales: Conferencia Mundial de Liberty International - Buenos Aires 2025, 15-17/08
.: AtlasTV
.: Suscribite!
