La inmigración es buena, igual que el comercio
Jeffrey A. Miron
Académico Titular del Cato Institute y Director de Estudios de Pre-grado en el Departamento de Economía de la Universidad de Harvard. Su área de especialización es el liberalismo económico, con particular concentración en la economía de las drogas ilegales. Miron ha sido parte de la facultad de la Universidad de Michigan y también ha sido un profesor visitante de la Escuela Sloan de Administración del Instituto Tecnológico de Massachusetts y del Departamento de Economía de la Universidad de Harvard. Entre 1992-1998 fue presidente de la junta directiva del Departamento de Economía de la Universidad de Boston. Es autor de Drug War Crimes: The Consequences of Prohibition and The Economics of Seasonal Cycles, además de numerosos artículos y estudios. Ha recibido la beca de investigación Olin por parte del Buró Nacional de Investigaciones Económicas (NBER, por su sigla en inglés), además de otras becas de investigación de la Earhart Foundation y de la Sloan Foundation, respectivamente. Miron recibió su título universitario de la Swarthmore College en 1979 con distinción magna cum laude y su doctorado en economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts en 1984.


En respuesta a los aranceles del 10 por ciento del Día de la Liberación del presidente Trump sobre todas las importaciones estadounidenses, tanto las voces conservadoras como las liberales argumentaron, correctamente, que el comercio abierto es beneficioso, lo que implica que los aranceles y otras restricciones son perjudiciales.
Comparativamente pocas voces, sin embargo, ya sean de izquierda o de derecha, han presionado enérgicamente contra los intentos de la administración de reducir la inmigración; la principal oposición ha sido a las deportaciones que violan el debido proceso.
Sin embargo, al igual que el comercio es beneficioso, también lo es la inmigración: ambos amplían el pastel económico y, por tanto, deberían someterse a restricciones mínimas.
El contraargumento habitual admite que la inmigración legal debería estar permitida, pero afirma que la inmigración ilegal es un grave problema. Los que se oponen citan la carga fiscal que soportan los contribuyentes, la presión del mercado laboral, cuestiones de seguridad nacional y pública y la equidad con los posibles inmigrantes legales como razones para detener la afluencia de inmigrantes ilegales.
Los que se oponen a la inmigración a menudo exageran estos argumentos.
Pero incluso si la inmigración ilegal es tan mala como se afirma, la solución es ampliar la puerta legal, no construir un muro más alto. Por ejemplo, Estados Unidos debería elevar los límites de las "green cards" de empleo, ampliar las cuotas de trabajadores temporeros y extender la reunificación familiar.
Tanto el comercio de bienes como el de mano de obra son intercambios voluntarios que mejoran la situación de las partes implicadas. Del mismo modo que los aranceles distorsionan los mercados, reducen la eficiencia y malgastan los recursos para hacer cumplir la ley, lo mismo ocurre con las restricciones a la inmigración. La misma coalición intelectual que se opuso con razón a los aranceles del Día de la Liberación debería defender también un "Día de la Liberación" para los aspirantes a estadounidenses.
Este artículo apareció en Substack el 27 de marzo de 2025. Jonah Karafiol, estudiante del Harvard College, es coautor de este artículo.

 

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