Se ha hecho muy
popular, casi excluyente, el confundir inflación con suba del IPC (que, sin
dudas es calculado de modo arbitrario), unos por ignorancia, muchos por pereza,
por no contradecir a la abrumadora corriente mayoritaria, y otros tantos por
conveniencia, ya que de ese modo esconden la emisión de dinero descontrolada.
Sin dudas hay una
relación entre suba del IPC e inflación, pero es indirecta y, en todo caso,
como señala entre muchos académicos John H. Cochrane, economista de la Hoover
Institution y expresidente nada menos que de la American Finance Association,
la inflación no es la suma del aumento de precios (relativos) sino cuando todos
los precios “suben” al mismo tiempo dejando los precios relativos intactos.
En rigor, no
“suben” los precios, sino que se deprecia la moneda por exceso de emisión. “No
confundan el nivel de precios con inflación, no confundan precios relativos con
el nivel de precios. Estas deberían ser las primeras lecciones de
macroeconomía”, dice Cochrane.
Por cierto, como
bien señalan muchos académicos, como Ludwig von Mises, la econometría es una
“ciencia” falsa, es un invento del racionalismo que pretende que el hombre se
mueve “matemáticamente” y Cochrane aclara que “Las estimaciones econométricas y
de modelos buscan determinar qué shock “causó” la inflación”. Es decir,
intentan ocultar que la inflación es un exceso de emisión en tiempo real por sobre
la demanda de dinero, y buscan chivos expiatorios como, por caso, el aumento en
el precio del crudo causado por un conflicto armado.
La falacia de
confundir precios relativos con inflación ha estado con nosotros siempre. El
emperador Diocleciano perseguía a los especuladores”, destaca Cochrane. Y pone
como ejemplo la suba de tarifas de Donald Trump. Sin dudas, estas tarifas
aumentarán los precios de los productos e insumos importados y eso se
trasladará al consumidor.
Pero esto de
ninguna manera es inflación, es solo un movimiento relativo de precios, los
productos importados aumentarán respecto de los otros y, quizás, al tener el
consumidor menos dinero después de pagar por los importados, consuma menos
nacionales y estos, entonces, bajen de precio. En este último caso el
consumidor terminaría gastando lo mismo por los mismos productos. En cualquier
caso, para el consumidor significará un reordenamiento de sus consumos, pero no
una depreciación de la moneda.
Cuando la actual
administración argentina elimina subsidios provoca una suba del IPC importante,
y todos los confunden con inflación cuando solo aumentaron algunos precios con
relación a otros, no aumentaron todos los precios juntos al mismo nivel
manteniendo la relación entre ellos intacta.
Ahora, al haber
quitado estos subsidios el consumidor debió verse beneficiado porque el Estado
ahorraba esos gastos y, además, los gastos en la burocracia que intermediaba
esos subsidios, ergo, el consumidor debió recibir una baja de impuestos
compensatoria de la suba de las tarifas más el ahorro en burocracia. Eso no
ocurrió, subieron tarifas y subieron impuestos provocando una recesión
importante.
Este error de
confundir suba del IPC con inflación lleva a muchos a creer que si se libera el
mercado de cambios (el dólar) se dispararían los precios. Y este pareciera ser
el principal argumento del Gobierno para sostener el actual nivel del dólar,
entre otros asuntos menos santos como obtener dólares baratos – de los
exportadores- para pagar deudas estatales.
Y sí, probablemente
se dispararían algunos precios relativos a otros, pero eso no es inflación sino
reacomodamiento de precios que, probablemente, conduzca a un reacomodamiento en
el consumo. Así las cosas, es imposible saber cuál debería ser el precio del
dólar -o, mejor dicho, el precio del peso respecto de otras monedas- y solo lo
sabremos cuando el mercado de cambios sea verdaderamente libre, pero
ciertamente a esta altura es infantil negar que el peso está sobrevalorado.
Con ironía,
Roberto Cachanosky sostuvo que “si la gente llega a usar los dólares del
colchón, no va a ser para incrementar el consumo interno… en todo caso, para
estimular la economía de Estados Unidos y la de Chile, aclarando que estoy
totalmente a favor de la apertura de la economía”.
Insólitamente el
consumo privado, en términos absolutos, alcanzó en el primer trimestre de 2025
su valor más alto de la serie que el Indec inició en 2004. Por cierto,
considerado per cápita no superó el nivel del primer trimestre de 2018 y se
ubicó casi 2% por debajo del máximo de 2013.
Publicado en INFOBAE.