Los tiempos electorales se acortan
Claudio Chiaruttini
Politólogo y destacado periodista.


Los tiempos electorales se acortan y dos grandes falacias están llevando a la oposición a tomar decisiones equivocadas. Por un lado, la idea de que la votación importante es la de octubre, no las primarias, abiertas, simultáneas y obligatoria (conocidas como PASO) y, por el otro, la percepción de que se puede no participar de las elecciones del 2013 para preservarse para las presidenciales del 2015.

La experiencia de las elecciones abiertas del 2011 no ha sido registrada por la oposición. En las PASO, Cristina Fernández imprimió en la sociedad la idea de que la diferencia entre los votos sumados por su candidatura presidencial no podía ser recortada por el resto de los postulantes no oficialistas, como luego ocurrió.

La jugada de la Casa Rosada de imponer las PASO tenía como anclaje que el efecto de una votación de internas simultáneas daría la sensación de un oficialismo fuerte y unido frente a una oposición atomizada, débil y desordenada, como aconteció. Así, los objetivos políticos primordiales condicionaron y facilitaron alcanzar el 54% tan mentado.

Cristina Fernández sabía que el Frente para la Victoria no enfrentaría divisiones en las PASO del 2011, mientras que el Frente Amplio Progresista, el peronismo y panperonismo de centro derecha y las agrupaciones de izquierda, no lograrían dirimir sus diferencias internas en la votación y que concurrirían separadas a la votación de octubre, como sucedió.

Si bien la oposición quiere evitar este desgaste y planifica cerrar las alianzas antes de las PASO, la dificultad para alcanzar algunos acuerdos abre la posibilidad de que una misma agrupación tenga dos listas, incrementando más la percepción de disgregación, de desbandada, frente a un oficialismo aparentemente monolítico.

Hay un grupo importante de votantes que no quiere “malgastar” su sufragio y prefiere volcarse hacia el ganador de las PASO. Otros se desalientan, dejan de militar o de promover sus candidatos. Este doble efecto neutraliza cualquier intento de reducir la diferencia entre el kirchnerismo y cualquier alternativa que surja en el escenario electoral.

Es más, en 2011, las fuerzas opositoras terminaron por competir entre ellas para ser la 2da. mejor ubicada. Este es el caso de Hermes Binner y el Frente Amplio Progresista, que celebró quedar atrás de Cristina Fernández por más de 18 puntos porcentuales, sin darse cuenta que había obtenido el peor 2do. puesto desde el regreso de la democracia.

Hoy, el Frente para la Victoria corre peligro de tener que enfrentar una lista competidora en algunos de los distritos, algo que no autorizará Cristina Fernández, salvo que necesite imperiosamente a la contraparte en ese distrito. De esta forma, la Presidente de la Nación intentará usar las PASO para fortalecerse.

Ahí aparece el interrogante acerca de Sergio Massa, quien querría enfrentar a Unidos y Organizados/Frente para la Victoria al frente de su Frente Renovador Bonaerense, bajo el paraguas del Partido Justicialista, con el fin de colocar a todos sus candidatos en posiciones de ser elegido (algo que no lograría negociando puestos). ¿Cristina Fernández aceptaría esa opción si el intendente de Tigre encabeza su lista a diputados nacionales? Todo sea por evitar que el panperonismo gane y sume su figura, dicen los más lúcidos. Pero no abundan la lucides en el FpV...

Sin embargo, ellos insisten en que en el camino, Cristina Fernández no debería tener problemas en “quemar” a su cuñada, la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, apostando a una mejor opción para enfrentar a un peronismo antikirchnerista unido en la Provincia de Buenos Aires, donde se define gran parte de la elección.

Y ellos (esos pocos lúcidos) consideran que, al menos por ahora, Cristina Fernández no ve en Sergio Massa una figura que la confronte tanto como Daniel Scioli o José Manuel de la Sota, y por eso aceptaría una competencia que la fortalece, pese a que, en ese caso, pasaría a ser deudora del poder que le otorgó el joven ex Jefe de Gabinete. La Presidente de la Nación cree que si en el pasado borró de un plumazo al joven ambicioso, en el camino del 2015 podrá esmerilarlo hasta hacerlo desaparecer, si fuese necesario para sus planes reeleccionistas.

Peligrosa subestimación de Cristina porque aquella vez Massa se recluyó en Tigre e inició una recuperación de imagen que lo ha llevado donde llegó en 2013... Luego, con su pensamiento, Cristina ha provocado un efecto inicial muy concreto: la confesión de Massa que no irá con el Frente para la Victoria en este comicio venidero. Sí, la lucidez lleva una década sin dormir en la Quinta de Olivos...

Por estas horas, en paralelo, el Frente Amplio Progresista no encuentra la fórmula para armar las listas con la Unión Cívica Radical ni para imponer su nombre en desmedro del partido centenario. Participar ambos grupos en las PASO es una opción. Pero también existe el riesgo que los perdedores, tal como suele ocurrir con los partidos pequeños argentinos, vean partir a los perdedores antes de las elecciones externas, o sean tentados a sumarse al partido de gobierno, para demostrar el efecto fuga.

En Ciudad de Buenos Aires, las negociaciones entre Fernando Solanas y Elisa Carrió, que en los papeles beneficia a ambos, terminó por hacer que el Movimiento Socialista de los Trabajadores, de Vilma Ripol, y los socialistas que acompañan a Claudio Lozano dejaran Proyecto Sur. Es cierto que no suman muchos sufragios pero es otra demostración de su desunión. Por su parte, la Coalición Cívica no quiere seguir los pasos de la creadora del partido y avanzan en un acuerdo con el Frente Amplio Progresista.

Estas divisiones confirman que no hay mecanismos de resolución de conflictos dentro de las internas partidarias opositoras. En otros países del mundo, las elecciones dentro de una fuerza permite establecer escalas de poder y determina lugares en las listas para la votación interna, pero la costumbre de los perdedores argentinos es el éxodo, lo que terminó por astillar los partidos políticos hasta hacerlos desaparecer.

La historia de las divisiones es larga. El socialismo llegó a estar partido en cuatro, la Unión Cívica Radical dejó escapar de sus filas a Elisa Carrió y Ricardo López Murphy, los perdedores de las internas de la UCeDe crearon el partido que cobijó a Domingo Felipe Cavallo (Acción por la República), en una primera instancia; y luego sirvió de base a la fuerza de Ricardo López Murphy (Recrear) y, más tarde, a Mauricio Macri.

Sólo el peronismo, respondiendo a la famosa frase de Antonio Cafiero, se reproduce cuando se están peleando. El cafierismo fue la base del nacimiento del duhaldismo, el kirchnerismo se conformó con colectivos sociales, agrupaciones de derechos humanos, grupos piqueteros y remanentes del Partido Justicialista; el antikirchnerismo agrupo al sciolismo, al massismo, a ex duhaldistas, moyanistas, gremialistas de la vieja guardia y filoperonistas como Francisco de Narváez.

No es casual que, desde 2001, todos los argentinos votemos en elecciones externas para resolver las internas peronistas. El peronismo, ante la desaparición del radicalismo, ha ocupado el centro del espectro electoral, y Néstor Kirchner aportó la centro-izquierda e izquierda militante por fuera de los partidos políticos.

En este marco, las PASO serán la 1ra. etapa de la interna peronista (entre jóvenes peronistas-peronistas y cristinistas talibanes), y la legislativa de octubre será la 2da. interna peronista (entre antikirchneristas y kirchneristas). Al final, quedará el poder que se hará cargo del peronismo, y del país, los próximos 10 años.

Diferente es el tema de las abstenciones que analizan diversos líderes no oficialistas. Si bien es cierto que las charlas, las fotos, los actos y los guiños dentro de la oposición han crecido, Mauricio Macri, Hugo Moyano, Sergio Massa y Daniel Scioli, además de cientos de intendentes y decenas de gobernadores, lejos está el panperonismo antikirchnerista de elegir candidatos, armas listas y colocar nombres a puestos en forma testimonial, tal como lo hará el cristinismo talibán.

Para evitar el desgaste que implica enfrentar a Cristina Fernández, el jefe de Gobierno porteño (Macri), el gobernador de Buenos Aires (Scioli) y el líder de la CGT Azopardo (Moyano) han decidido ser prescindentes en las elecciones de octubre, en la creencia que este signo de debilidad y actitud exageradamente conservadora no tendrá un costo político a futuro, en especial, si la Presidente de la Nación obtiene la mayoría parlamentaria para imponer la reforma de la Constitución Nacional.

Quién mantiene la duda es el ya mencionado intendente de Tigre, Massa, el de la mejor imagen de los cuatro, menor imagen negativa, más joven y mucho más para ganar que para perder. Sin embargo, tal como Mauricio Macri, Daniel Scioli y Hugo Moyano podreía creer que estén dadas las condiciones para lanzarse contra los planes de la Casa Rosada.

La primera observación es la actitud ultraconservadora de los cuatro.

En 1983, Raúl Ricardo Alfonsín no tuvo miedo de enfrentar un peronismo todopoderoso.

En 1988, Carlos Saúl Menem no temió unirse con un intendente del Gran Buenos Aires para chocar contra todo el peronismo sindical. 

En 2003, Néstor Kirchner lanzó su candidatura a Presidente de la Nación con un nivel de desconocimiento gigantesco, sin un solo líder peronista que lo apoyara y apareciendo séptimo en las encuestas sobre preferencia de los votantes.

En 2010, Cristina Fernández no se retiró de la política ante la muerte de su marido y mentor, y se lanzó a la reelección al mismo tiempo que le daba las espaldas al viejo peronismo que le dio sostén político desde 2003.

Los cuatro ex Presidentes lograron imponer sus proyectos personales desafiando las consideraciones conservadoras, arriesgando todos sus capitales políticos y confiados en atrapar a los electorados.

En cambio, Fernando de la Rúa aceptó ser luego de un cerrado acuerdo dentro de la Alianza, que tejieron entre Alfonsín y Carlos Álvarez. A su vez, Eduardo Duhalde dejó que varios se quemaran en el poder hasta que su postulación fuera una “necesidad”.

El temor al riesgo llevó a Daniel Scioli surfeando de la Vicepresidencia de la Nación a la Gobernación de Buenos Aires, pero este sería su techo. La actitud conservadora de Mauricio Macri ha convertido al PRO en un partido cuasi-municipalista. Hugo Moyano tardó demasiado en separarse de Néstor Kirchner y, ahora, paga muy caro no esmerilar a Cristina Fernández tal como creía posible. ¿Sergio Massa enterrará su futuro político a la sombra de Nordelta por otros 10 años?

Si el Frente para la Victoria obtiene más de 30 puntos porcentuales en las PASO y la 2da. fuerza opositora se ubica a menos de 10 puntos porcentuales, el cristinismo talibán casi tiene asegurado alcanzar los diputados y senadores necesarios para lograr aprobar un llamado a la reforma de la Constitución Nacional y habilitar la reelección perpetua. 

Lo mismo ocurrirá si el panperonismo no kirchnerista no tiene a todas sus figuras encabezando listas y obteniendo más de 20 puntos porcentuales o si el Frente Amplio Progresista no logra alcanzar el máximo de fuerzas política unidas y repite su 2do. lugar en las elecciones de 2011. Ambas, drenando por izquierda y por derecha, son las únicas agrupaciones que pueden debilitar lo suficiente para evitar la reelección de Cristina Fernández en dos años.

No hay 2015 sin 2013. Esto corre para la Presidente de la Nación y para los candidatos opositores que tengan expectativa de carrera política futura. No hay triunfo en la externa si no hay éxito en las PASO y no hay éxito en las PASO sin todas las caras, sin todos los nombres, sin todos los políticos de la oposición jugando todo su capital político.

El 2015 se juega en junio. Quién crea lo contrario, puede ya comenzar a despedirse de la historia y de la Argentina como la conocemos hasta ahora.
 

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