Criticologos al grito de guerra
Ricardo Valenzuela


Hace algunos años en la ciudad de Nueva York, recibí una invitación para conocer un hombre que mucho admiré, Robert Bartley; Editor y economista del Wall Street Journal. Esa distinción fue respuesta a una carta que yo circulé en EU en la cual pronosticaba los cambios que se han provocado en México. El me animó a iniciar mi actividad como editorialista, puesto que según tan distinguido economista, tenía esa habilidad. Solo me dio un consejo: “Escribe siempre con gran conocimiento de los temas y aporta ideas para su solución.”
 
En el desarrollo de esta tarea he sido testigo de una importante transformación en ese mundo de la comunicación en nuestro país. Desde el tránsito del bozal impuesto de parte de el establishment priista traducido en un control total de la información, hasta el haber logrado una relativa libertad de expresión, concepto fundamental en una democracia. En ese proceso también he sido testigo de la transformación de las comunicaciones y los comunicadores. Desde la desaparición de pioneros en esta lucha por la libertad, el surgimiento de los nuevos, hasta llegar a los que no han sabido qué hacer con esta nueva referencia.
 
Me parece que particularmente en este campo nos ha sucedido lo que acontece en las sociedades post dictatoriales. Lo que sucedió en España a la muerte de Franco, Chile después de Pinochet, en Rusia ante la caída del comunismo y en general en los países liberados. Al no conocerla, nos embriagamos de libertad de tal forma que nos empacha. A partir de los cambios que se han gestado en México, muy lentamente se inició la entrega de la libertad de expresión a la sociedad civil, y así surgieron cantidad de nuevos periodistas, editorialistas etc, que se han convertido en la conciencia de la nación, mas no en el credo de la misma.
 
En estos momentos estamos viviendo una plaga de comunicadores que a todo le tiran, todo agreden, para ellos todo está mal--- pero sin ofrecer soluciones. Encontramos que a diario arremeten en contra de la pobreza y “las estructuras” que la han provocado. Arremeten contra los modelos económicos impuestos que producen marginación----pero sin describirlos. Nos dicen que “el cambio prometido debe de reflejarse en acciones para resarcir las heridas de los más agraviados”---pero no nos dicen qué acciones. Nos dicen que “el país no logrará su desarrollo armónico si se siguen excluyendo a los marginados”---pero no nos dicen cómo incluirlos.
 
Por otra parte, estos mismos comunicadores en los pocos momentos de atrevimiento que muestran al tibiamente ofrecer “soluciones,” simplemente al tronar contra el presente, suspiran por el pasado. Para ellos los salarios mínimos no son suficientes—y “el gobierno debe de aumentarlos.” El presupuesto federal no tiene suficientes partidas para “el gasto social.” A los agricultores no se les  dan los suficientes apoyos—. Las fronteras se han abierto aniquilando a la industria nacional. El peso está sobrevaluado. Nos dicen que “debemos de repasar el pasado histórico para no permitir que se reincida en los mismos errores,” al tiempo que ofrecen las soluciones de ese turbio pasado.
 
Este triste panorama entre nuestros nuevos “comunicadores” me indica muy claramente nuestra sequía de ideas, ideólogos y, sobre todo, el nivel de ignorancia de “algunos” responsables de crear opinión. A veces me parece que estas personas no tienen ideología y simplemente truenan contra lo que ellos observan en el presente y al no tener información ni conocimiento, repiten como tristes ecos lo que su subconsciente almacena de experiencias pasadas. Luego con asombro me doy cuenta de que los más de 70 años de supresión priista, además de pobreza nos heredaron constipación mental y diarrea verbal.
 
A veces también las exposiciones de estos nuevos criticólogos se asemejan a las de Cantinflas con las que tanto nos deleitaba, pero sin decir nada. Sus expresiones como: “Que no se nos olvide que México es un país de pobres, que no se nos olvide las promesas de cambio para forjar una patria mejor; prendamos una vela que nos esté recordando que tenemos derecho a una vida digna  para todos los mexicanos;” me parece estar escuchando a Alan García en el Perú de los 80s. Me parece que en los años que tengo leyendo sus homilías, la única acción concreta que he recogido es la de la vela, que sin duda resolverá todos nuestros problemas.
 
Ahora el tema de moda de nuestros criticólogos en la reforma fiscal. Inclusive uno de ellos me dirige un mensaje casi pidiéndome: “ya no escribas pendejadas,” al tiempo que me recomienda beber en la fuente de sabiduría de Lester Thurow. Don Lester fue el líder de los “revisionistas” que tanto presionaron a los EU en los 80s para adoptar el modelo Japón. El Modelo del Desarrollo Sustentable que nos hace recordar las amenazas deprimentes de Malthus; para estas fechas en su apreciación, deberíamos de estar devorándonos unos a los otros. Este Grupo pronosticó que para el año 2000 los EU sería una colonia japonesa, considerando que la economía mundial había llegado al equilibrio perfecto. Ese punto de la curva donde se encuentran oferta y demanda y todo es felicidad—pero no contaban con Laffer y su Supply—Side.
 
La tecnología vino a derrumbar todas las viejas teorías del Desarrollo Sustentable y del Equilibrio Perfecto. Cuando Bill Gates inició Microsoft derrumbó las ideas tradicionales de los economistas clásicos creando una oferta que de inmediato fabricó su propia demanda. Cuando Laffer enterró las ideas de Keynes se abrió un nuevo mundo de analizar y estudiar la economía—el lado de la oferta, pero las noticias a México tardan siglos en llegar.
 
Japón en estos momentos tiene más de 20 años en recesión, un FOBAPROA  de más de 1 trillón de dólares, su deuda es más del 200% del PIB, y sus mercados han perdido el 80% de su valor. ¿Por qué? Se les agotó el modelo. ¿Cual era el modelo? El mismo que siempre se ha aplicado en México pero sin bandidos, sin ejido y con mucho trabajo; un Estado omnipotente “bolseando” a los ricos-- que ellos mismos fabricaban-- a través de anacrónicos impuestos, para luego tirar migajas al resto de la población.
 
¿Cuál es ese modelo? Sacar al Estado del manejo de la economía y entregarla a la sociedad civil. Vigorizar la oferta (producción) a través de la baja de impuestos (ISR) a quienes la provocan. Llevar la carga fiscal al consumo (IVA). ¿Qué es lo que eso produce? Riqueza para repartir, mas trabajos y mejor pagados y lo más importante; produce la formación de capital que es la base para construir economías sanas. Presidente Peña: Suéltele la rienda a la economía para que la sociedad civil la catapulte hacia la grandeza que merecemos.
 

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