Los nombres están sobre la mesa
Claudio Chiaruttini
Politólogo y destacado periodista.


Los nombres están sobre la mesa. Después de mucho misterio, maniobras distractoras, operaciones de prensa y una sobreabundancia de marketing político, el Frente para la Victoria, el panperonismo antikirchnerista, y la dirigencia política en general, pusieron lo que pudieron en la cancha, pobre oferta electoral, por cierto. 

La política argentina sigue en deuda con la propia democracia representativa, sistema que ofrece oportunidades desaprovechadas por la Argentina.

Pero veamos 4 lecciones que se pueden extraer del proceso vivido en los últimos 5 meses.

Fue la terquedad y soberbia de Cristina Fernández la que impidió llegar al cierre de listas en mejores condiciones con el Gobernador de Buenos Aires y el intendente de Tigre. Desopilante la creencia de la Presidente acerca de que los económicamente clientelares, políticamente improvisados e intelectualmente ausentes Unidos y Organizados y La Cámpora podrían realizar un armado político propio y poderoso. Ella volvió a equivocarse.

Pese a que amenazó un año y medio con Alicia Kirchner como cabeza de lista y medir a media docena de otros nombres, Cristina Fernández va a la gran batalle electoral de su vida con un intendente joven que no tiene peso específico (Martín Insaurrales) y una diputada de 2da. línea (Juliana di Tullio). Todo dependerá de la figura de la Presidente dela Nación. Ella será la “Dueña del Triunfo” o la “Madre de la Derrota”.

1ra. Lección

La presencia de Sergio Massa y Francisco de Narváez, junto con la ausencia de figuras del peso del Frente para la Victoria en la Provincia de Buenos Aires, potencian el peso electoral que tiene el distrito donde se producirá el más importante enfrentamiento entre aparatos clientelistas desde el regreso de la democracia: 1er. gran dato político.

Si bien la reforma de la Constitución de 1994 le dio a la provincia Buenos Aires un rol predominante en la puja electoral sobre el resto de los distritos, fue en la atomización política post crisis 2001/2002 que surgió el fenómeno de los “Barones del Conurbano”, verdaderos “patrones de estancia” que rodean a la capital federal y controlan inmensas mareas humanas que votan.

Junto con la crisis nacieron los aparatos clientelares, hasta entonces, fenómenos de mediana dimensión que permitían dirimir pujas internas (sobre todo, de los partidos Justicialista y la Unión Cívica Radical). Sin embargo, con la creciente pobreza, la inmigración extranjera indiscriminada y la lluvias de subsidios lanzada por el kirchnerismo para satisfacer necesidades básicas insatisfechas, se conformó una sucesión de estructuras de contención social, dominadas por los políticos, que comenzaron a tener peso específico en las elecciones externas.

Si bien Francisco de Narváez polarizará con el kirchnerismo desde la vereda de la oposición, Sergio Massa se planta desde la vereda peronista hacia un postkirchnerismo que recupere “lo mejor”, si hay algo bueno para extraer de sus prácticas políticas. Cristina Fernández juega sus cartas con nombres menores, pero confiando que los intendentes bonaerenses, que en su mayoría, le serán fieles. Para algo la Casa Rosada los ha inundado de subsidios, fondos para obras y promesas el último medio año.

Así, pese a la supuesta “Década Ganada”, Cristina Fernández tiene que poner el futuro de su proyecto hegemónico en manos de lo más rancio del peronismo de negro que quiere destrozar, confiando en figuras que, sabe, no tendrían ningún problema en traicionarla. Y todo por no poder sentarse a negociar con un dócil Daniel Scioli y un seducible Sergio Massa.

2da. Lección

La 2da. gran lección del actual proceso consiste en que Sergio Massa se convirtió en el 1er. político en 10 años que le marcó el ritmo a la Casa Rosada y a la oposición. Con una docena de encuestas diciendo que tenía muy buena imagen positiva, una campaña de prensa haciendo énfasis en la gestión y el misterio, el intendente de Tigre logró que el kirchnerismo y el peronismo opositor bailaran a su ritmo. 

Sin embargo, ahora viene lo importante: conseguir los votos. El joven ex Jefe de Gabinete de Cristina Fernández se ha presentado, hasta ahora, como un peronista no kirchnerista, no como una opositora a Cristina Fernández. ¿Aceptará eso el votante opositor e independiente de la Provincia de Buenos Aires? ¿Se puede ser tibio en la hora que la Presidente de la Nación ha radicalizado más sus discursos, sus acciones?

La estrategia y la comunicación política de Sergio Massa fueron muy exitosas hasta acá. 

Ahora, deberá redefinir su rol para diferenciarse de Cristina Fernández. El Frente Amplio Progresista ha jugado el papel del “kirchnerista culposo”, apoyando los proyectos del Gobierno, pero criticando sus efectos. El intendente de Tigre puede quedar encerrado entre la tibieza de la centroizquierda y la oposición clara de Francisco de Narváez (que deberá pelear para no salir 3º en Buenos Aires). Además, su lista de diputados es de una pobreza jesuítica y no le arrastrará ni un solo voto.

Fuera de los micrófonos y las pantallas, Sergio Massa deberá realizar un trabajo muy profundo para asegurarse la fidelidad de los intendentes que hoy lo secundan y de sumar nuevos alcaldes a su candidatura. Será la “prueba ácida” del camino que encaró hace casi un año y medio, cuando comenzó a soñar con ser Presidente de la Nación partiendo de una intendencia bonaerense y sobredosis de marketing mediático.

A horas de comenzar la campaña electoral, la tibieza del discurso de Sergio Massa, la poco atractiva lista de diputados que lo secunda, la inexistencia del FAP y el PRO en la Provincia de Buenos Aires y el personalismo de Cristina Fernández convierten a Francisco de Narváez en el candidato que expresa la oposición antikirchnerista. Pero tampoco le alcanza con eso. En especial, en el 2do. cordón del Gran Buenos Aires.

3ra. Lección

El 3er. dato clave es que la oposición ha sido muy tacaña en el armado político donde tienen poder territorial. Un análisis provincial confirma que cada fuerza no kirchnerista dio prioridad a defender sus estructuras locales. En esos distritos, casi no hubo alianzas. La “generosidad” en el armado de las listas sólo se observa donde no tenían chances de acceder al poder sin tener una alianza firmada. Egoísmo puro, una tendencia que no ha cesado ni ante el cristinismo talibán.

Incluso, pese a ese comportamiento, donde la oposición gobierna (o fue gobierno hasta hace poco) va a las elecciones primarias dividida. En Córdoba, el radicalismo lleva 2 listas, 3 en Río Negro, Corrientes y Buenos Aires; 4 en Chubut; el FAP y la Coalición Cívica también se dividieron en territorio bonaerense y en San Luis. 

Por su parte, el PRO, luego de negociar con Roberto Lavagna, descaró a Federico Pinedo y optó como segundo candidato a senador por Diego Santilli, lo que confirma la creciente dependencia del peronismo porteño no kirchnerista del macrismo. A su vez, el PRO perdió a los radicales en Entre Ríos, no figura en Buenos Aires y no acordó con José Manuel de la Sota en Córdoba. Un fracaso inmenso para un hombre que quiere ser candidato a Presidente de la Nación en 2015.

Sin duda, la oposición ganará en la capital federal, Santa Fe y Córdoba. Puede hacerlos en Buenos Aires y Mendoza. Sin embargo, poco aprendieron sus dirigentes de las derrotas de 2007 y 2011. Ya demostraron ser un fracaso cuando negocian listas presidenciales. Tienen dos años para revertir estos comportamientos suicidas antes de que Cristina Fernández aproveche sus debilidades crecientes. ¿Podrán hacerlo?

4ta. Lección

El 4to. dato es que Cristina Fernández es el alfa y el omega del proyecto hegemónico kirchnerista. Sus listas no cuentan con figuras que tracciones votos por sí mismas. Son parte de la galaxia cristinista, fieles a la Presidente de la Nación, pero incapaces de encarar un proyecto político independiente. Como dijo el senador Aníbal Fernández, nadie hizo campaña, todos se sentaron a esperar la llamada de la Casa Rosada con la oferta electoral. Nada más antipolítico, nada más no peronista.

Pero el absolutismo monárquico sólo llegó hasta las listas de diputados y senadores nacionales, poco a legisladores provinciales y casi nada a nivel municipal. A estas alturas, se puede asegurar que para Cristina Fernández, 2013 no es 2011, es decir, la Presidente de la Nación no pudo imponer sus candidatos en las listas en forma unilateral y draconiana como hace dos años. Ahora, tuvo que cambiar de estrategia ante la incapacidad de enfrentar a todos los enemigos al mismo tiempo.

La semana pasada, el secretario Legal y Técnico, Juan Carlos Zannini, y el ministro de Planificación, Julio de Vido, informaron a los intendentes claves para el armado del Frente para la Victoria que la Casa Rosada no iba a meter en las listas de concejales. Más allá de la sorpresa inicial, si se fijó una “cuota” a cada municipio, pero mucho más bajo que en 2011, cuando Cristina Fernández exigió 3 de cada 4 cargos elegibles.

En cada provincia hay un argumento diferente para explicar este comportamiento. En Buenos Aires, para minimizar los “efectos” Sergio Massa y Francisco de Narváez; en Santa Fe, para reducir la intensidad de pelea entre las diferentes ramas del peronismo y el kirchnerismo; en Córdoba, por la falta de candidatos de preso; en Mendoza, para reducir el peligro de “fugas” hacia el PRO o el cobismo. En el fondo, el intento de la Casa Rosada de “atrapar” a los intendentes con el reparto de más de $ 10.000 millones en subsidios y obras públicas, tarea que realizó el ministro de Planificación, Julio de Vico, de poco sirvió para ganar poder territorial a los colectivos cristinistas más duros como La Cámpora.

En el armado de listas a Diputados y Senadores provinciales, también hay un guiño hacia gobernadores e intendentes. Cristina Fernández prefiere concentrar sus esfuerzos en los legisladores nacionales, donde intenta conseguir que los más fieles retengan o puedan acceder a su banca. En cierto sentido, la Presidente de la Nación parece haber renunciado a su proyecto de desplazar al peronismo de sus poderes territoriales y atrincherarse en el Congreso Nacional, que será donde se definirá el proceso de reforma de la Constitución Nacional, si se lleva a cabo. Por eso hay 4 listas del Frente para la Victoria en Chubut o 3 en Corrientes.

Ahora, viene el tiempo de la campaña, de la presentación de candidatos, de caminar los distritos. El kirchnerismo, nadando en dinero; la oposición, lamiendo las heridas que los egos causaron en el armado de listas. Demasiado buen trabajo deberá hacer la oposición (o demasiado mal trabajo el Gobierno) para que no haya un voto castigo a tanto ego. Sin embargo, hay que esperar a Cristina Fernández siga radicalizando su discurso. Sólo eso aportará la mayoría de los votos que obtengan las fuerzas opositoras.

Conclusión

Un párrafo final merece el durísimo discurso de Cristina Fernández en Rosario. Sin duda, la Presidente de la Nación exteriorizó sus intenciones políticas y volvió a desnudar sus debilidades políticas. Sabedora que las urnas no le serán favorables, pero empecinada en su plan de extender su poder 10 años más, quiere someter al Poder Judicial a cualquier costo.

La intervención de la Justicia, declarar “en comisión” a todos los jueces, aumentar el número de miembros de la Suprema Corte, obligarlos a renunciar por haber superado el límite de edad para cumplir sus funciones, nombrar jueces adictos. No habrá límites. Cristina Fernández sabe que no podrá obtener el permiso para reformar la Constitución Nacional en el Congreso, por eso, lo intentará imponer con una consulta popular y no quiere que la Justicia lo declare “inconstitucional”.

Es cierto que Cristina Fernández no quiere que se declare inconstitucional de Ley de Medios Audiovisuales e insistirá en desguazar al Grupo Clarín. Sin embargo, sus sueños de imponer una nueva Constitución Nacional son mayores. No habrá barreras que lo eviten. La oposición, se quedará en palabras, como hizo estos 10 años. Sólo quedan los jueces, la Corte Suprema. Después de eso, sin oposición, sin Justicia, sólo la anarquía, la violencia y la prepotencia serán los caminos para resolver el futuro. Esperemos no llegar a eso.

Los días, los meses de las especulaciones han pasado. Ahora, comienza el proceso para que los ciudadanos elijamos a quiénes votar o no votar. Queda en nuestras manos. Los políticos ya cometieron todos los errores posibles. Ahora, queda en nosotros no profundizar esos errores y errar el tiro otra vez. En 10 años, muchas veces se ha dicho “me equique”, “me engañaron”, “yo no voté eso”. Listo, el tiempo de las excusas pasó. Ahora, a usar la inteligencia y el corazón, no el bolsillo, para votar.
 

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