Realidad desnuda
Enrique G. Avogadro
Abogado.
"Tal vez sea ésta la sensación agónica a pagar
por quien se lanza a la vida pública:
el juicio de la Historia, y
a él los personajes no asisten.
Cuando la gran maestra de
los hombres emite su sentencia,
el veredicto recae sobre los
muertos".
Fernando Henrique Cardoso
Usted
me ha oído predicar, durante años, contra la estupidez de los argentinos y el
despilfarro permanente que hacemos de nuestros escasos recursos, pero el Dr.
Juan Carlos Parodi, un compatriota, ilustre cirujano, que se desempeña en la
Universidad de Michigan, lo hizo magistralmente. Le sugiero, le
encarezco, no perderse una sola frase de su esencial y dolorosa
charla (http://www.rotaryba.org.ar/21022018_Parodi.mp3), en especial cuando habló de pobreza, de paternidad, de subsidios
familiares, de educación y de salud públicas. Confieso que quedé absolutamente
impactado por sus brillantes y terribles palabras.
En estos días, el tema de la reciprocidad entre naciones en cuanto a los
dos últimos temas aparecieron en la agenda cotidiana, a raíz de la negativa de
Evo Morales, por cierto un Presidente populista e importante miembro del club
del socialismo del siglo XXI, a atender gratuitamente a nuestros ciudadanos en
los hospitales públicos de Bolivia. Cuando el Gobernador de Jujuy, Gerardo
Morales, reaccionó en forma simétrica, la Cancillería tomó cartas en el asunto
y todo quedó en agua de borrajas, con un claro perjuicio para nuestro país:
mientras llegan a nuestros nosocomios bolivianos por centenares, son raros los
casos inversos, una situación que se agrava aún más en el caso de los
paraguayos.
En
los escasos minutos durante los cuales se explayó sobre estos temas, el Dr.
Parodi puso la pica en Flandes: la pobreza no es una virtud, es una carencia. Y
al decirlo, enfrentó directamente al "pobrismo" que se pregona desde
el Vaticano, que ataca al capitalismo como un mal, cuando en realidad se trata
del mejor sistema económico que el hombre ha puesto en práctica en todo el
mundo, incluyendo por supuesto a la China comunista.
También
lo hizo cuando describió con crudeza la situación del treinta por ciento de
nuestra población que vive sumergida en la pobreza por la falta de alimentación
adecuada y, sobre todo de una educación eficiente y actualizada. Con
indubitables números en la mano, nos dijo que no sólo no somos ricos sino,
además, seriamente estúpidos. Regalamos recursos impositivos mediante la
gratuidad en la universidad y en los hospitales a extranjeros que puede
afrontar su costo, mientras nuestros niños mueren de inanición en el norte
argentino y caen en el delito y en la droga en los conurbanos de todo el país.
Con
demostrativas estadísticas preparadas por Roberto Cachanosky, probó cuán
negativos son los subsidios sociales al ser aplicados como lo hacemos hoy, y
simultáneamente aconsejó un camino inverso por completo, usando el ejemplo de
China, que sólo tiene un tres por ciento de pobres entre sus miles de millones
de habitantes.
En
mi nota del fin de semana anterior, incluí un breve párrafo referido al aborto,
y senté en él mi posición personal frente al tema. Dije que, desde el punto de
vista científico -no religioso ni filosófico- se trataba de un asesinato;
coincidí así con la Declaración Interamericana de Derechos del Niño, que aquí
tiene rango constitucional desde 1994, que establece que la vida comienza con
la concepción. Está demás decir que fui aplaudido y denostado en similar
cantidad de respuestas pero, en un tema tan grave, no se trata de cosechar
amigos.
A
quienes argumentan que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo le
respondo que, al quedar embarazada, ese cuerpo se ha tornado solamente en el
habitáculo donde crece un ser diferente, que no merece ser vulnerado en su
derecho esencial a la vida para proteger un derecho de un rango netamente
inferior. La alternativa no pasa por matar al feto sino por brindar educación
reproductiva en forma masiva, aplicar la recomendación de Parodi sobre los
subsidios familiares y, simultáneamente, generar un sistema rápido,
transparente y serio de adopción para esos chicos no deseados.
Como
dijo el disertante, aún estamos a tiempo de tomar el toro por las astas y
evitar convertirnos, por la vía de la inmigración irrestricta, masiva y de baja
calidad y de los premios a las familias numerosas pobres, en la dolorosa
Venezuela actual o en una Europa "islamisada". El destino
latinoamericano de la Argentina debe ser, y sólo depende de nosotros lograrlo, guiar
a la región entera con nuestros faros de cultura, educación, investigación y
tecnología, como lo hicimos con la generación del ochenta, y no en pauperizar a
nuestro país hasta igualar a los peores ejemplos entre nuestros vecinos.
Finalmente,
un consejo al Gobierno: los ministros y funcionarios deben actuar siempre como
fusibles para impedir que el corto circuito llegue al Presidente. Me parece que
esto no está sucediendo y, pese a que en la enorme mayoría de los personajes
cuestionados se trata de actos realizados antes de ingresar en la función
pública y con dineros propios y privados (no públicos, como tantas otros casos
que están siendo investigados en la Justicia) -lo que los transformaría en
meras infracciones impositivas-, es peligroso para la cuidada imagen que
Cambiemos ha construido, y que la sociedad le exige conservar, que sea el
propio Mauricio Macri o Marcos Peña quienes salgan a la palestra a defender a
los involucrados.
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