El sofisma del neoliberalismo

Santiago y Lucas Junes
Santiago Junes (izquierda): Estudiante en área de Comunicaciones.
Lucas Junes (derecha): Empresario. Estudiante de Comunicaciones.

A lo largo de las
últimas décadas, principalmente en Sudamérica, el término “neoliberalismo” ha
cobrado un llamativo fervor y es usado únicamente por los lobbys izquierdistas.
Ya que cualquier persona que tenga
conocimientos en la literatura y teoría de la doctrina del liberalismo, sabrá
que el neoliberalismo no figura en ninguna de sus partes. No existe un
“nuevo liberalismo”-Si bien la doctrina se va modificando, estructurando o
mejorando a lo largo del tiempo, siempre sus ramas se basan, principalmente, en
defender los tres derechos naturales-. El término suele ser usado principalmente
de dos maneras, las dos con el objetivo de
descalificar a toda persona o a toda norma que opine o se aplique de una
forma políticamente incorrecta. Aquél que esté abogando por una sociedad con
estado limitado, un comercio libre de regulaciones y un sistema laboral
manejado en su totalidad por los individuos fuera del aparato estatal, es el
Leviatán de los SJW -: social justice warriors (apodados de esta forma en los
países anglosajones), o guerreros de la justicia social- y toda la new left.
Estos segundos calificarán a los primeros como “neoliberales”, por más que no
tengan ni la más pálida idea de la etimología ni el significado del término.
La segunda manera usada
de forma despectiva de la expresión se da cuando el ente político de una
determinada sociedad impone una serie de normas cuyo propósito de las mismas es
reducir el gasto público, reformar el estado para mejorar su eficiencia
reduciendo su tamaño, limitar drásticamente
la expansión monetaria y abrir el comercio. Nuevamente las personas con
ideales políticamente intervencionistas estarán mortificando con su palabra
fetichista.
Ahora bien ¿De dónde
surge el término “neoliberalismo”? ¿Qué políticas defienden los “neoliberales”?
¿Es una rama del liberalismo o del socialismo? Esas son las preguntas que intentaré responder
en esta columna para desdichar todo tipo de argumento descalificador que posea
este sofisticado término.
Las investigaciones
hechas por el abogado y presidente de la FPP Axel Kaiser indican que el origen
de la palabra neoliberalismo aparece por primera vez en 1938, el primero en usarla fue el pensador
socialista Alexander Rustöw.
Rustöw, consciente de
las atrocidades causadas por el sistema totalitario, que en toda literatura de
la misma propone tácitamente las restricción de libertades naturales, y el
progreso recíproco en los sistemas que se basan en la división del trabajo
fundado en la propiedad privada de los medios de producción, estructura y
sugiere un sistema entrelazando principios fundamentales de estos sistemas.
Así es como nace,
teóricamente, unas de las variaciones de lo que Mises llamaba “el tercer
sistema”, es decir, una serie de políticas intervencionistas que atentan contra
las libertades de las personas pero no llegan a la aplicación del totalitarismo
preservado en un sistema socialista soviético.
Entonces el neoliberalismo teórica y prácticamente
es lo contrario al “respeto irrestricto a los proyectos de vida del prójimo” y no es más que una de las variables de
sistemas intervencionistas, como lo es por ejemplo, la socialdemocracia.
Una vez plasmado esto,
debería quedar claro que las políticas neoliberales son intervencionistas, y
como toda norma intervencionista y coactiva, está destinada a llevar al
decrecimiento económico. Y como un ejemplo de esto describiremos la situación
de la Argentina.
Argentina hace
exactamente un siglo estaba alejándose de las normas y políticas basadas en la
libertad que llevaron al país a ser potencia mundial. Luego de los años 20’ el
país adoptó medidas intervencionistas de mayor o menor grado, ya sea en el año
1946, con Perón al poder o con las dictaduras militares que se dieron más
adelante, cuyas características fueron medidas como los controles de precios,
aumentos de salarios ignorando los precios relativos, regulaciones laborales,
la toma deuda y la emisión de moneda por
encima de su demanda. Esto penetró profundamente en la economía a tal punto de
destruirla.
A principios de este siglo el populismo tomó lugar no sólo
en el gobierno, sino también en los ideales de las personas.
Actualmente, el gobierno es un ejemplo del anti-liberalismo: en lugar de corregir
los errores hechos por el régimen anterior y adoptar medidas radicalmente
contrarias, se dedicaron a seguir con la emisión monetaria, aumento de
impuestos, aumento del gasto público y sobre todo, toma de deuda. Como
consecuencia, para no ir directos al default, el gobierno se vio obligado a
realizar recortes en distintos sectores de manera estrepitosa.
Estas últimas medidas
generaron en los defensores acérrimos del populismo y la justicia social un
clima de odio profundo, calificándolos como un régimen “neoliberal”,
obviamente, la descalificación yace desde la deducción de que se trata de un
gobierno liberal. Como explicamos anteriormente, el gobierno de turno no tiene
absolutamente nada que ver con la libertad. Pero en cierto sentido y sin ellos
mismos darse cuenta, tienen razón al calificarlo de esa manera si tenemos en
cuenta las raíces de la palabra “neoliberalismo”.
Los neoliberales son
los populistas, los intervencionistas, los socialistas, aquellos gobiernos con
una economía planificada casi en su totalidad. Lo que sucede al fin y al cabo,
es que los que usan el término para descalificar carecen de los conocimientos
necesarios para determinar la veracidad de si un sistema es neoliberal o no.
El gobierno actual es
neoliberal, los que lo descalifican tienen razón, pero tienen un concepto
radicalmente errado de lo que es, de donde viene y cómo son sus ideales
(neoliberalismo). Ahora bien, cualquier
persona que se califique de neoliberal o está sumamente confundida o desconoce
de la literatura del liberalismo. El término usado como un neologismo es
aceptado, pero teóricamente es algo inexistente para autodenominarse como tal.
El neoliberalismo, como bien sostienen liberales como Friedrich Hayek o von
Mises, no es más que una rama del intervencionismo.
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