La “nueva moneda”: ni útil ni nueva
Iván Carrino
Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Editor de El Diario del Lunes, el Informe de Coyuntura Económica y Política de Inversor Global. www.ivancarrino.com.
Recientemente el dirigente de izquierda y presidente del Banco Nación, Claudio Lozano, afirmó en una entrevista que habría que pensar en la creación de una nueva moneda, como forma de avanzar en un aumento real del consumo y una recuperación económica. En la entrevista, aclaró que esta moneda no podía ser convertible a dólares, y que sería “una moneda que tenga todas las funciones, pero que no se pueda cambiar por dólar”.
Desde mi punto de vista, la idea de Lozano descansa sobre dos pilares básicos. En primer lugar, que la recuperación económica se genera emitiendo billetes que impulsen la demanda. En segundo lugar, que el único problema con esto es si esa demanda va al dólar, lo que hace que entonces el dólar suba, lo que genera que también suba la inflación y, finalmente, se aborte la recuperación.
Analicemos los problemas de este razonamiento:
El primero es que el crecimiento económico no proviene de la emisión monetaria, sino de la productividad, que implica mayor producción por unidad de tiempo. La mejora en la productividad puede depender del mejor uso de la tecnología, la mayor acumulación de capital físico o el mayor caudal de capital humano. Pero no se modifica si se aumentan las cantidades de dinero en un país.
Un segundo problema es que uno puede emitir todos los billetes que quiera, pero si nadie los demanda no va a haber ninguna reactivación. Si el que recibe un subsidio en la nueva moneda creada por Lozano, no quiere realmente esa moneda, entonces va a ir a comprar una guitarra con ella, pero si el que vende la guitarra tampoco quiere esos billetes, entonces irá a comprarse otra cosa, y así todo el mundo se sacará el nuevo billete de encima.
El efecto de esto es doble: por un lado, no aparece ningún aumento de producción, puesto que nadie percibe que haya una mayor demanda genuina por los bienes que fabrica, sino que simplemente todos están intentando huir del dinero recientemente creado.
Por otro lado, como hay poca demanda de este nuevo dinero, los productores de bienes comenzarán a exigir cada vez mayores cantidades antes de entregar sus bienes a cambio del nuevo billete. Así, además de aumentar cero la producción, van a aumentar mucho los precios, arriesgándose una hiperinflación –si es que los precios de la economía fuesen expresados en ese nuevo dinero.
Esto nos lleva a que no importa si la nueva moneda puede o no convertirse a dólares. Si la gente no quiere la nueva moneda, no va a servir para nada. Va a valer cero.
Por último, lo más ridículo de todo: la idea de Lozano ni siquiera es innovadora. Y es que es lo que efectivamente está en vigencia en Argentina. Es que prácticamente la definición de moneda no convertible es cumplida en su totalidad por el peso nacional, que no puede libremente convertirse a dólares.
La definición de moneda convertibl es que es ”aquella que puede ser libremente cambiada por la moneda de otro país.”. Según economipedia, además, deben cumplirse algunas condiciones para ser convertible, entre ellas: ” 1) Libertad de movimiento de las monedas en el mercado de divisas. 2) Completa libertad para la tenencia o depósito de las monedas. 3) Se pueden comprar, vender o intercambiar sin ninguna intervención del gobierno que las emite”.
Como cualquiera que habite nuestro suelo sabe, ninguna de estas tres condiciones son cumplidas por el Peso Argentino, motivo por el cual hay que concluir que la idea de Lozano, de tener una moneda no convertible a “moneda dura”, ya existe y es el peso que usamos todos los días en el supermercado. Huelga decir, claro está, que esto no ha generado ningún beneficio, de ningún tipo.
Para ir cerrando, el crecimiento económico no depende de la creación de moneda. Si ese fuera el caso, Argentina sería la primera potencia del planeta. Además, la propuesta del presidente del Banco Nación no es ni útil, porque de nada sirve emitir algo que no se vaya a demandar, ni innovadora, porque moneda no convertible ya tenemos, y no se ha visto ninguna recuperación significativa, desde 2011 hasta la actualidad.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Iván Carrino (Argentina) el 23 de septiembre de 2021 y en Cato Institute.
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