No hay que olvidar los beneficios de las reformas de mercado y la apertura al exterior de China
James Dorn
Es Vice-presidente para Estudios Monetarios y Académico Distinguido del Cato Institute. Dorn también es editor del Cato Journal.


El fuerte crecimiento económico de China tras el paso del desarrollo dirigido por el Estado (planificación central) a la liberalización económica en 1978, y su impulso para ingresar en la Organización Mundial del Comercio (OMC), son testimonios de la idea de que ampliar el abanico de opciones abiertas a las personas –a través del comercio interior y exterior– es una estrategia ganadora. Este artículo se basa en mi ensayo "China's Post-1978 Economic Development and Entry into the Global Trading System", que forma parte de la serie "Defending Globalization" de Cato.
Del plan al mercado
Bajo Mao Zedong, la propiedad privada estaba proscrita, los empresarios privados y los terratenientes eran tratados como delincuentes, y la planificación central al estilo soviético dominaba la vida económica. La política industrial y la planificación central de Mao demostraron ser un fracaso masivo; no produjeron un crecimiento económico sostenible ni una prosperidad generalizada.
Deng Xiaoping reconoció el fracaso del desarrollo dirigido por el Estado. Adoptó un enfoque pragmático de la reforma. Si los mercados abiertos podían ayudar a mejorar la vida de los chinos, tenía sentido probar esa opción, incluso en un Estado socialista. Su mentalidad era que "no importa si un gato es blanco o negro, mientras cace ratones". El principal objetivo del Partido Comunista Chino (PCCh) pasó a ser el desarrollo económico en lugar de la lucha de clases.
El ímpetu de la liberalización provino de los más perjudicados por las desastrosas políticas de Mao, a saber, los habitantes de los hogares rurales que habían sido obligados a vivir en comunas y sufrido la Gran Hambruna. Algunos agricultores empezaron a contratar con las autoridades locales para obtener derechos de arrendamiento de tierras de la colectividad y vender productos en mercados privados una vez cumplidas las cuotas oficiales. A medida que el sistema informal de contratación ganaba popularidad, acabó siendo sancionado por las autoridades. En 1982, Deng reconoció el nuevo acuerdo institucional y lo etiquetó como "sistema de responsabilidad de la producción doméstica". Véase Kate Xiao ZhouHow the Farmers Changed China: The Power of the People (1996: 3-4).
La esencia del sistema de responsabilidad doméstica, como señala Zhou en su libro, es que surgió espontáneamente cuando los agricultores trataron de ganar autonomía en su vida cotidiana y mejorar su nivel de vida. Cuando los agricultores se enriquecieron, empezaron a crear empresas municipales y aldeanas (ETP). Aunque algunas de las ETP estaban asociadas a colectivos, las más dinámicas eran de facto de propiedad privada. En 1978, al comienzo del movimiento de reforma, no había ninguna ETP privada legalmente registrada, pero en 1985 había 10 millones (Huang 2012: 154).
A medida que los particulares "se lanzaban al mar de la empresa privada", crecía el sector no estatal y se extendían los precios de mercado. A principios de 1978, antes del desarrollo de una economía de mercado, la mayoría de los precios seguían estando dirigidos o fijados por el Estado. Sin embargo, en 1999, el 95% de los precios de los productos básicos al por menor, el 83% de los precios de los productos básicos agrícolas y el 86% de los precios de los bienes de producción eran fijados por el mercado, no por el plan (Lardy 2002: 24-25).
En octubre de 1987, el PCCh reconoció oficialmente el papel de las empresas privadas en el fomento del desarrollo, refiriéndose a ellas como un "complemento" de la "economía socialista". Al año siguiente, ese reconocimiento se reflejó en la modificación de la Constitución de la República Popular China (véase Zhang 2015: 17).
La privatización de arriba abajo no fue el camino hacia la liberalización en China. Más bien, como señala Barry Naughton en Growing Out of the Plan: Chinese Economic Reform, 1978-1993 (1995: 8-9), China salió del plan permitiendo el desarrollo del sector no estatal. En 1984, los altos funcionarios acordaron mantener fijos los objetivos de producción previstos junto con los recursos asignados al sector planificado de la economía. A medida que aumentaba la productividad del sector orientado al mercado, disminuía la contribución del plan a la producción nacional.
Llama la atención que en 1978 las empresas estatales representaban casi el 80% de la producción industrial bruta, pero en 2016 su participación había descendido al 20% (Lardy 2018: 333).
Tras las protestas masivas que estallaron en la plaza de Tiananmen durante la primavera de 1989, el movimiento de reforma se estancó. El crecimiento económico se ralentizó hasta 1992, cuando Deng realizó su famosa Gira del Sur por las zonas económicas especiales (ZEE), que ayudó a establecer a principios de la década de 1980. El principal mensaje de Deng en su gira fue que "no importa si las políticas se etiquetan de socialistas o capitalistas, siempre que fomenten el desarrollo" (véase Naughton 2007: 99).
Apertura al exterior
Antes de ingresar en la OMC en 2001, China liberalizó unilateralmente su sector de comercio exterior (véase Drysdale y Hardwick 2018). Los precios internos se orientaron más hacia el mercado a medida que las empresas se sometían a la competencia extranjera y al sistema internacional de precios. Los recursos se asignaron de forma más eficiente, y unos mercados más abiertos significaron que el pueblo chino podía beneficiarse tanto de mayores oportunidades de consumo como del intercambio de ideas.
Las empresas no estatales fueron el motor del comercio exterior. A medida que se ampliaban los derechos comerciales, el número de empresas nacionales dedicadas al comercio exterior pasó de 12 en 1978 a más de 5.000 una década después. En 2001, el número de empresas nacionales dedicadas al comercio exterior ascendía a 35.000 (Lardy 2002: 41). Tras la adhesión a la OMC, el nivel arancelario general descendió al 9,8% en 2007, frente al 16,4% de 2000 (Wang, Fan y Zhu 2007: 35). La liberalización alcanzó nuevos niveles y la cuota del comercio exterior en el PIB se aceleró. Hoy, China es la mayor nación comercial del mundo.
Aunque se ha avanzado mucho en la integración de China en la economía mundial, aún queda mucho por hacer (véase Packard 2023). La falta de un poder judicial independiente; la excesiva dependencia de las empresas públicas, que son aproximadamente un 20% menos productivas que las empresas del sector privado (IMF Staff Report 2021: 12); la represión financiera; y las prácticas abusivas, como el pirateo cibernético de redes comerciales y la represión de la libertad de expresión, amenazan el progreso futuro.
Conclusión
China se convirtió en una potencia económica gracias a la apertura de sus mercados, el reconocimiento del sector no estatal y la posibilidad de que los individuos salieran por sí mismos de la pobreza. Los intentos de política industrial, bajo la Comisión de Supervisión y Administración de Activos de Propiedad Estatal, fracasaron (Lardy 2018: 335-36). La lección para China es continuar por el camino del mercado y la liberalización, no volver al control estatal destructivo y a la represión.
China puede aprender de su propia historia, así como de Occidente, que la armonía económica y social no puede imponerse desde arriba. El reto consiste en permitir el libre mercado de ideas, así como el comercio de bienes y servicios, mediante una reforma institucional que proteja tanto la libertad económica como la personal.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 11 de octubre de 2023 y en Cato Institute.

 

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