Macri y Bullrich pusieron otra vez en carrera a Javier Milei
Andre Perez
Pasante en la Fundación Internacional Bases. 


Candidatos, partidos y coaliciones avanzan a ciegas hacia el 19 de noviembre porque todas las predicciones fracasaron. En las PASO iba a ganar Bullrich, pero ganó Milei. En la primera vuelta iba a ganar Milei, pero ganó Massa. El desconcierto aumenta y las apuestas lo hacen proporcionalmente (ver “Dos encuestas para Milei”).
La jugada de Mauricio Macri y Patricia Bullrich a favor de Javier Milei pateó el hormiguero de Juntos por el Cambio y agrió el sabor de un triunfo casi imparable en la boca de un Sergio Massa que desde el domingo veía prácticamente despejado su camino a la Casa Rosada.
El candidato peronista ahora debe enfrentarse no con la acomodaticia dirigencia política -a la que promete untar con fondos públicos-, sino con el impredecible mundo de los votantes, un territorio con una cartografía poco confiable. Se enfrenta nuevamente con un escenario abierto en el que el eje de la elección será el que le resulta menos favorable: continuidad o cambio. Milei será una incógnita, pero a Massa no le va mejor: todos lo conocen.
El único antecedente de balotaje es el de 2015 cuando Mauricio Macri derrotó por estrecho margen a Daniel Scioli. En ese momento el antiperonismo se impuso al peronismo en un duelo histórico que en lo esencial se repite desde 1946. Habrá que ver si en tres semanas vuelve a darse ese resultado en un contexto distinto con una trama social fuertemente deteriorada y una económica en ruinas.
De todas maneras la incertidumbre electoral es producto más de las crisis de liderazgo que de la situación económica o social. El peronismo resolvió en gran parte su problema en ese plano el domingo con el fortalecimiento de Sergio Massa detrás de quien se encolumnaron el PJ y sus aliados. Cristina Kirchner pasa a ser una figura de segundo plano.
En Juntos por el Cambio ocurrió lo contrario: el liderazgo de Mauricio Macri, que una parte del PRO, toda la UCR y toda la Coalición Cívica cuestionaban, fue nuevamente puesto en la picota, abriendo la batalla por los restos aún tibios de la alianza antipopulista.
En ese plano es llamativa la coincidencia de radicales y peronistas: ambos sectores culpan de todas las desgracias posibles al ex presidente.
Pero el problema trasciende a Macri. Sin liderazgo y sin candidato no hay unidad en el antiperonismo. Juntos por el Cambio fue producto del surgimiento de la figura de Macri como candidato competitivo. Los radicales y Elisa Carrió vieron en 2015 que era posible llegar al poder en su estela; les tiraron un cabo y lo agarraron. Se resignaron a la subordinación, pero no gratis. Gerardo Morales nunca hubiera llegado a gobernador de Jujuy sin la ola macrista del 2015.
Este estado de cosas, sin embargo, cambió con la derrota del ex presidente en 2019 y el último clavo en el ataúd de su carrera política fue puesto en 2021 cuando debió renunciar a la candidatura presidencial porque se exponía a otra derrota inevitable.
A partir de ese momento los contactos de los radicales con Massa se hicieron más ostensibles. Cuando Martín Lousteau o Morales o Yacobitti hablan de traición o ruptura de JxC parecen olvidar que cuatro diputados de Evolución Radical le dieron quórum a Massa hace apenas un mes para que aprobara la eliminación del impuesto a las ganancias para personas físicas, pieza importante de su campaña electoral. La aprobación fue festejada por Massa en las galerías rodeado por los “gordos” de la CGT, todos con los dedos en “V”.
La afinidad de las “palomas” de la UCR o el PRO con Massa no es, sin embargo, una cuestión ideológica o partidaria. Horacio Rodríguez Larreta también busca un lugar en ese sector. Trató junto con Elisa Carrió y María Eugenia Vidal de jubilar a su jefe político en tiempos de la pandemia y sufrió las consecuencias: perdió con Bullrich la interna, pero ahora quiere enseñarle cómo se debe representar a los votantes del PRO.
Sergio Massa por su parte demostró una tenacidad que si la hubiera aplicado en un plan económico de estabilidad, hoy la inflación no sería un problema. Demostró conocer a sus votantes, en especial del conurbano. Con el dólar a 1000 pesos, la inflación en el 150% y la pobreza por las nubes sacó el 45% de los votos en la provincia de Buenos Aires, donde el modelo “K” goza de excelente salud. Su capacidad de superviviencia es extraordinaria. Como Ministro de Economía no será recomendable, pero como político hay pocos a su altura.
En síntesis, la campaña de la segunda vuelta se abrió con el descuartizamiento de Juntos por el Cambio, alianza en el que un sector importante de la dirigencia no quiere ningún cambio. Hay un sinceramiento en los hechos que no se da sin embargo en las palabras por lo menos de los que hablan de neutralidad, pero juegan para Massa. En poco más de 20 días hablará la gente a través de dos boletas. No habrá más en el cuarto oscuro.

Publicado en La Prensa.
 

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