Ajuste fiscal, política monetaria y cambiaria: ¿Quién es la casta?
Eduardo Maschwitz
Presidente del Consejo de Administración de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Premio
a la Libertad 2007, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Argentina está viviendo
una era de esperanza que no se veía por décadas. Hay razones justificadas para
ello al haberse hecho cargo del gobierno nuevas autoridades que creen que las
ideas liberales son aquellas que nos llevaran al crecimiento, a la paz, a la
prosperidad y a la felicidad. Como se ha dicho, un caso probablemente único en
el mundo, una nueva experiencia. La
implementación de estas ideas es dificilísima y en muchos casos con beneficios
que solo se irán viendo a lo largo de años. Hay muchos mitos, valores,
creencias y por sobre todo intereses sectoriales que luchan y se defienden para
que los cambios no ocurran. Estos sectores además, están organizados y tienen
poder y recursos para defenderse. No así el grueso de la población, o
consumidores, que son los beneficiarios, que no están agrupados ni pueden hacer
escuchar su voz con la misma potencia.
Pero hay que comenzar a
recorrer el camino del cambio sin demoras, aprovechando esta esperanza, que
permite hacerlo a pesar de la enorme crisis y efectos negativos de corto plazo
que hay y que puedan aparecer. Esta “paciencia” no será para siempre, y celebramos
la rapidez con que se han presentado muchas propuestas diversas a través del
DNU y de la ley ómnibus a ser aprobadas. Sin entrar en sus detalles, que no es
objeto de este artículo, las propuestas son audaces, necesarias y bienvenidas.
Nuestro presidente ha
mantenido inalterados sus mensajes sobre su plan de gobierno, comenzando por
los que hizo en la campaña, en oportunidad de asumir el poder, en muchos
reportajes y por reciente en Davos. La defensa de la propiedad privada, el
respeto a la ley, el achicamiento del estado, la libertad de comercio y tantos
otros han estado y están presentes en sus manifestaciones.
Pero muy sorpresivamente,
sin explicaciones de ningún tipo, y más aun porque son temas que como
economista nuestro presidente conoce muy bien, en materia económica, cambiaria,
y monetaria, no solo se mantienen en términos generales las políticas vigentes
al momento del traspaso del poder, sino que además se nombró un equipo
económico de técnicos, alejados de los valores libertarios, y pasan las semanas
sin implementarse los cambios necesarios.
Las cargas y los esfuerzos
financieros han caído en el sector privado, quienes pasaron a ser la “nueva
casta” que soportaría los ajustes. No se intenta en este articulo entrar en
complejidades técnicas, que incluso en su mayoría superan los conocimientos del
autor, y pasamos a enumerar algunas de las medidas y situaciones que avalan
nuestra aseveración, impidiendo el comienzo de un periodo de prosperidad
deseado.
Se aumentaron los
impuestos, se subieron las tarifas sin una equivalente reducción de impuestos,
sé emitió un bono nuevo , BOPREAL, que deberá pagarse en años futuros con
recursos del sector privado, se siguen modificando normas contra la estabilidad
jurídica , el estado de derecho y derechos adquiridos, para bajar la carga
impositiva de los intereses pagados por el estado por su deuda en pesos local
se puso una tasa de interés mínima de 9% para nuestros ahorros con una
inflación del 25% produciendo la destrucción de los ahorros privados, y el
desarrollo de un mercado de crédito y de capitales, se mantienen todos los
innumerables tipos de cambio , obligando a vender dólares al BCRA , y al precio
que este estipula , y a precios inferiores a su valor ( la diferencia entre el
tipo de cambio oficial y el libre es otro “impuesto” encubierto), además de
indexar dicho tipo de cambio al 2% mensual con una inflación vigente de 25%
mensual, que produce un extraordinario desajuste que se pagara en los próximos
meses, además esta política genera sobrefacturación de importaciones y
subfacturación de exportaciones, se sacan algunas trabas burocráticas para
importar ( y se publicita con bombos y platillos) , pero dichas importaciones
no pueden pagarse porque el BCRA no vende los dólares para hacerlo, las
jubilaciones han perdido 50% de su poder adquisitivo en términos reales,
pasamos de cerrar el Banco Central a que sea un apéndice del ministerio de
economía, pasamos de sanear su balance a colocarle una letra por 3,5 billones
de dólares, y otros. Cada una de estas medidas son cargas para la “nueva
casta”,el sector privado.
Uno se pregunta porque
persistimos en recetas que no han funcionado por 80 años, que nos han llevado
hasta aquí, con 50% de pobreza y ser considerado un país fallido. Como siempre,
la explicación es que son temporarias, pero luego viene la regulación de la
regulación, y luego la regulación de la regulación de la regulación, y así
sucesivamente, obviamente para intentar sanear el perjuicio autogenerado por la
regulación pasada.
La explicación es que la
prioridad es bajar el déficit fiscal, y creo no hay nadie en desacuerdo. Pero
la única manera no es con poner más cargas y esfuerzos al raquítico sector
privado. ¿Falta imaginación, audacia? No lo sé. ¡Parecen no faltarle a nuestro presidente!
Sabemos que bajar el
gasto, al menos en el corto plazo, es imposible. La receta alternativa para
salir de la decadencia es apostar al crecimiento. Pará ello deben realizarse
inversiones, y para ello debe haber completa libertad económica, cambiaria,
financiera, comercial, estabilidad jurídica, respeto a derechos adquiridos,
estabilidad macroeconómica, banco central independiente o inexistente, y estado
de derecho. Tenemos que incorporar a la economía formal el 50% de la economía
que funciona en forma subterránea (imposible con trabas a la actividad
empresarial y con mercados manoseados), y a los trabajadores en situación
informal. Para ello no solo hay que bajar las cargas fiscales, sino las
regulaciones y la opresión del estado sobre los ciudadanos. En poco más de 10
años, creciendo al 5% anual, duplicaremos nuestro PBI, y si el gasto publico
queda congelado, quedara reducido a la mitad en términos reales. Algunos dicen
que no hay dólares. Si algo sobran son dólares. Los argentinos tenemos 400 mil
millones y los extranjeros cifras infinitas, pero solo vendrán cuando existan
condiciones favorables. Argentina, con sus políticas económicas actuales está
asegurándose no recibir ninguna inversión, y por lo tanto impidiendo su
crecimiento y el aumento del salario real para salir de la pobreza. Quien puede
invertir, argentino o extranjero, ¿con este mamarracho de políticas económicas
fracasadas que hacen de Argentina un país fallido? El crecimiento, la
incorporación de la economía formal y con mas trabajadores en blanco la
recaudación subirá en términos reales. Es cierto que tomar estas medidas supone
un riesgo. Pero la alternativa actual es evitar los riesgos a cambio de
garantizar el fracaso.
Una explicación de nuestro
valiente presidente es muy necesaria. Demorar los cambios supone, y más pronto
que tarde, el fracaso del plan económico actual, con las consecuencias de
reducir el apoyo popular a los cambios y terminar con la esperanza. No podemos
dejar pasar esta oportunidad!
¡QUEREMOS LIBERTAD DE UNA
VEZ, CARAJO!
Publicado en La Nación.
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