Producción para la defensa: ¿estatistas en un gobierno libertario?
Ricardo Runza

Ingeniero Aeronáutico y Magíster en Defensa Nacional.



Rheinmetall es una compañía alemana que el año pasado se asoció al grupo estatal Ukraine Defence Industry para abrir un centro de fabricación y reparación de blindados.
 
 
 
Hace poco anunció que además construirá y operará una fábrica de municiones en suelo ucraniano mediante una empresa que la contará como accionista mayoritario con el 51% de las acciones. Rheinmetall no es una empresa, como tal cree la diputada de la Libertad Avanza, Rocío Bonacci, deben ser Tandanor, Fabricaciones Militares, la empresa de Vehículos Espaciales VENG o la Fábrica de Aviones FADEA.
 
 
 
Tampoco es una industria manejada por militares (industry run by militaries) tal como promueven el secretario de Estrategia Nacional, brigadier Jorge Antelo (quien entre sus misteriosas funciones en la Jefatura de Gabinete de Ministros, es miembro además del nuevo directorio de FADEA) y el staff del Ministerio de Defensa.
 
 
 
La existencia de una Secretaria de Investigación, Política Industrial y Producción para la Defensa nos remite a una visión soviética o -como mínimo- a la idea de sustitución de importaciones. Increíble. Son estatistas en un gobierno libertario.
 
 
 
El presidente Javier Milei lleva adelante una “batalla cultural” por el capitalismo y tanto es su éxito que hasta Cristina Fernández de Kirchner dice apoyar un nuevo modelo privatizador. YPF es su faro. Un gran avance. Ella termina siendo más privatizadora que algunos propios del Presidente en su gabinete y fuerza política.
 
 
 
El gigante alemán está dispuesto a arriesgar en Ucrania, un país sometido a bombardeos. Claro está que para que Rheinmetall haya adoptado tal decisión es porque hay un prospecto de negocio. Un plan de expansión ofrecido a sus inversores para ganar dinero.
 
 
 
Nadie aceptará invertir en las empresas estatales argentinas en la condición que hoy están, con el marco legal-jurídico, las condiciones macroeconómicas locales y con un management tan precario que no sabe delinear ni siquiera un plan de negocios atractivo. Hay que arreglar todo esto. Argentina tiene más riesgo que Ucrania. Esa es nuestra reputación.
 
 
 
Según Thomas Scheetz, desde 1994 al presente el gasto militar argentino fue de unos U$S 100 mil millones. Dos préstamos del Fondo Monetario Internacional. En casi 30 años, el gasto promedio de personal fue del 80%. En esta serie, el gasto militar corriente en dólares fue inestable.
 
 
 
Hubo 9 años con gastos entre los 4.000 y 5.500 millones de dólares, 14 años pivoteando en los 3.000 y 5 años en torno a los 1.000. Esto implica que tuvimos 9 años gastando como Chile; 14, como Perú y; 5 años entre los que menos gastan en Sudamérica.
 
 
 
Pero llama la atención la persistencia del gasto en personal. Inamovible. Como el estándar internacional es del 60% en ese rubro, 20% en operaciones y mantenimiento y 20% en adquisiciones de bienes de capital, defensa ha sido solo una erogación salarial consumiendo stock de capital con operaciones mínimas.
 
 
 
Un anarco-capitalista a este gasto lo suprimiría al instante y privatizaría su función con mercenarios o con una alianza de protección con alguna potencia. Nos saldría más barato y tendríamos quizás una defensa mejor. Por supuesto, dos opciones políticamente inviables hoy.
 
 
 
Según Scheetz, el gasto militar devengado 2022 fue de unos U$S 5.000 millones. Si se hubiera seguido el estándar optimo para la defensa, esto hubiera significado en ese año un gasto de U$S 3.000 millones en personal, U$S 1.000 en operaciones y mantenimiento y U$S 1.000 millones en adquisiciones (el equivalente a obtener un submarino nuevo).
 
 
 
Es indudable que el gasto militar se licuará este año. Pero si se realizaran las reformas estructurales manteniendo una administración conforme a los parámetros señalados, entonces sí, recién allí, se podría estar en condiciones de tener una escala de demanda de bienes y servicios atractiva y las empresas del sector podrían dar un salto para ser objeto de interés de ser privatizadas.
 
 
 
Hay que ser realistas. Todo el gasto de operaciones y mantenimiento fue en el 2022 de unos U$S 300 millones y el de bienes de capital fue de U$S 150 millones. Números marginales. Lockheed Martin se fue de FADEA por esto. ¿Con estos números Rheinmetall estaría interesada en ser un socio minoritario en Fabricaciones Militares? Habría que preguntarle a Bonacci y a Antelo.
 
 
 
Defensa necesita motosierra. Acabar con la “grasa” de su anacrónica burocracia militar. No hay que inventar nada extraordinario. Tener un nuevo diseño de fuerzas acorde a las amenazas y posibilidades financieras de obtenerlas, sostenerlas y alistarlas, cerrar unidades, redimensionar servicios complementarios, concentrar despliegue, utilizar reservas para achicar al máximo el plantel profesional activo, cambiar la doctrina, tener una reforma operativa que termine con redundancias, una reforma logística para optimizar costos y echar mucho personal civil y militar para que el gasto en ese rubro se reduzca por cantidad y no por salario.
 
 
 
Menos ganando bien que muchos ganado poco. Recientemente, el Ejército de los EE.UU. anunció una reducción de personal en un 5% (24.000 menos) por razones técnicas que aquí sería, por ahora, un imposible realizar por la resistencia al cambio y por la ignorancia profesional y los intereses de la actual conducción de la defensa.
 
 
 
Nosotros necesitamos unos 35.000 menos. Este es el secreto y el único camino posible. No se puede ser capitalista o libertario a medias. Ya se perdieron cuatro meses de inacción con un Ministro a puro disfraz, muchas selfies y demasiado Instagram.
 
 
 
Publicado en Clarín.
 
 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]