Bradlee, mucho más que el caso Watergate
Claudio Rabinovitch
Periodista, diario Río Negro. Premio
a la Libertad 2005, otorgado por la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Ben Bradlee (agosto 1921-octubre 2014) será siempre
recordado como el director del Washington Post cuando el diario saltó a la
cúspide con la investigación del Watergate, el caso que terminó con la renuncia
del presidente Richard Nixon.
Pero fue mucho más que ello, Bradlee encarnó al
periodista amante de su profesión, de conocer y divulgar, así como –en función
ejecutiva- detectar talentos.
Una de sus frases pintaba de cuerpo entero su concepción
sobre el vínculo entre el poder y los medios. "Si el blanco es la prensa,
la víctima es el público". Lo afirmó cuando el gobierno intentaba impedir
la difusión de los Papeles del Pentágono (información secreta sobre la guerra
de Vietnam).
En aquel affaire había primeriado The New York Times, que
obtuvo los documentos. "Ben entonces se tragó el orgullo y empezó a
publicar lo que decía la publicación rival con los debidos créditos",
contó Katherine Graham (*) dueña del Post tras el fallecimiento de su marido,
el legendario Phil.
Pero la justicia le impidió al Times seguir suministrando
esa información, el Washington Post tomó la posta y pese a la presentación de
un fiscal siguió adelante. Cuando a Bradlee se le plantearon las consecuencias
penales que podría tener difundir esos papers, expresó: “Si no los publicamos,
habrá un nuevo director del Washington Post”. (**)
En palabras de Ben, aquel resultaría un momento clave en
la vida del periódico. "Fue una graduación del Post para pasar a primera
división. Uno de nuestros objetivos implícitos era que la gente se refiriera al
Post y al Times a la vez, y a partir de los Papeles del Pentágono, así fue”.
Huellas
Algunos datos biográficos que hacen al personaje: en su
infancia Benjamín Bradlee fue repartidor de diarios en Masachussets, sobrevivió
a la polio de adolescente, se graduó en Harvard y participó en la marina
estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.
Al regreso recaló en un periódico de New Humpshire y
cuando cerró se presentó en el Washington Post donde comenzó cobrando 80
dólares a la semana.
Ese primer paso de Bradlee por el Post ocurrió en 1948,
luego viajaría a Paris donde trabajó para Newsweek (más adelante colaboró para
la venta de la revista al WP), pero en su regreso al Post le esperaría el
momento más glorioso cuando en 1965 Katherine lo eligió para dirigir el diario
(Bradlee tenía 43 años). Juntos hicieron una dupla que lo llevó a la cúspide.
Si el affaire de los Papeles del Pentágono fue como
obtener un ascenso, el Watergate (***) se equiparó a un campeonato de las
grandes ligas.
Rumbo al estrellato
Katherine Graham destacó que el gran mérito de Bradlee en
la investigación del Watergate fue hacerse responsable de “sus hombres”,
respaldarlos hasta el final. "Bob Woodward y Carl Bernstein (a este último
días antes de comenzar la investigación Bradlee estuvo a punto de despedirlo)
fueron las piezas esenciales de la historia, pero como director Ben fue líder
en el sentido clásico de la palabra, capaz de asumir toda la responsabilidad.
El estableció la pauta: seguir, seguir y seguir; dar un paso más, no detenerse,
perseguir la noticia pese a las acusaciones persistentes y las campañas de
intimidación. Ante las presiones, Ben me tranquilizaba y me aseguraba que no
publicábamos nada sin comprobarlo de forma obsesiva, y que siempre utilizábamos
al menos dos fuentes. Ben me dijo que Woodward utilizaba una (fuente) más, un
informador secreto que resultó ser Garganta Profunda (quien hace unos años
reveló su identidad) a quien solo conocían los autores y Bradlee”. (****)
Graham describió como impactó, en el año 73, el Watergate
sobre el físico de Ben: “Sufrió tal tensión que se le empezó a caer un párpado,
fue en definitiva un problema nervioso ante el deber de quienes trabajaban a su
mando de tener razón y ser precisos”.
Luego el propio Bradlee convenció a Graham para que se
utilice el nombre del Post en la película “Todos los Hombres del Presidente”
que dirigida por Alan Pakula protagonizaron Robert Redford (como Woodward) y
Dustin Hoffman (en el rol de Bernstein), en tanto Jason Robards hizo de
Bradlee.
Pero la descripción de Katherine sobre las aptitudes de
Bradlee lo muestran en más de una dimensión: "Era mejor a la hora de
descubrir talentos que para dirigir, aunque esto lo hacía por ósmosis. Las
ideas fluían sin cesar de su cabeza, enviaba memorandos, a veces tenia razón,
otras no, pero siempre decía cosas interesantes", hasta innovó con un
suplemento “Estilo” (que interesaba a hombres y mujeres, blancos y negros, de
adentro y afueras de la ciudad) con un
modelo después adaptado por otros diarios en sus ediciones dominicales.
Sobre su cosmovisión política, David Remnick (director de
New Yorker, quien fue becario en el Post) acaba de evocar a Bradlee: "No
era un outsider o un izquierdista. Era un demócrata de tiempos de la Guerra
Fría que probablemente votó por algún republicano".
Al ser Nixon de este último partido, en algunos sectores
se trató de arraigar la idea de que la investigación sobre el Watergate era
impulsada por la simpatía del W.P hacia el Partido Demócrata, mas no fue así.
El diario elogió en varias ocasiones a Ronald Reagan; mientras Bradlee, pese a
tener una amistad con John Kennedy no dejó de críticarlo.
En el mismo sentido, Woodward y Bernstein hace unos días
memoraron en una nota de homenaje: "Durante el primer mes de la presidencia
de Jimmy Carter, en 1977, el mismo convocó a Bradlee cuando se enteró que el
Post se disponía a publicar que el rey Husein de Jordania cobraba un sueldo de
la CIA. Carter confirmó que era verdad, pero pidió a Bradlee que no publicara
la noticia. Cuando el presidente reconoció que no suponía ningún peligro para
la seguridad nacional Bradlee tomó la decisión de publicarla, lo cual enfureció
a Carter".
En 1991 el hombre de esta historia pasó a tener un cargo
honorario en el WP, siguió reclutando gente después que una década antes
ofreciera su renuncia tras la aparición del artículo de una pasante (Jannet
Cooke) que obtuvo el premio Pulitzer y resultó ser una historia inventada. El
“Defensor del Lector” del Post conjeturó que “la confianza en los reporteros
había ido demasiado lejos, los jóvenes periodistas quieren encontrar un
Watergate debajo de cada piedra” (es que Watergate tuvo efectos positivos y
negativos en la prensa, aunque sea un tema para otro momento).
Ese último episodio no hizo mella en la trayectoria de un
memorable periodista que –como deslizó Graham- con una enorme cantidad de
aciertos y el modo en que sobrellevo los errores, alcanzó la cumbre de su
profesión.
(*) . – Katherine
Graham era la hija de Eugene Meyer, adquirente del Washington Post en una
subasta de 1933.
(**) - Bradlee
detalló en sus memorias “Vida de un Periodista” como internamente había
directivos que dudaban en publicar por el malestar que podría provocar en el gobierno
cuando el diario estaba saliendo a la bolsa de valores. Recuerda el respaldo
que obtuvo de Graham.
(***). – Entramado
complejo por el cual Nixon y dependientes organizaron una red de espionaje en
un edificio del Partido Demócrata que luego buscaron ocultar borrando las
grabaciones.
(***). – En “Una
Historia Personal” Katherine Graham describe el rol que jugó Bradlee en el
diario que de capitalino pasó a ser de prestigio nacional y mundial. Hace dos
años el Washington Post fue adquirido por el jefe de Amazon, Jeff Bezos.
Últimos 5 Artículos del Autor
El mes pasado leí El Fin del Poder" de Moisés Naím, libro que acaba de proponer Mark Zuckerberg...
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!