La peor de la clase

César Yegres Guarache
Economista. MSc en Finanzas. Profesor universitario. Director Ejecutivo
de la Cámara de Comercio de Cumaná. Mención especial, Concurso Internacional de
Ensayos: Juan Bautista Alberdi: Ideas en Acción. A 200 Años de su Nacimiento
(1810-2010), organizado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
@YegresGuarache / cyegres@udo.edu.ve
La
economía venezolana de los años recientes se asemeja a aquellos estudiantes de
los cuales se dice que tienen mucho potencial pero que no lo aprovechan, sea
porque no estudian o no cumplen con sus tareas y deberes, y al final, los
resultados de sus exámenes son pésimos. Sus profesores coinciden en la idea de
que el citado estudiante puede rendir más, si tan sólo se esforzara un poquito,
si pusiera de su parte…
Si
imaginamos a los estudiantes de una clase como los países de América Latina, y
los exámenes miden indicadores macroeconómicos, calidad y funcionamiento de las
instituciones o libertades ciudadanas, entonces Venezuela se encuentra al final
del listado en todas las pruebas.
En
inflación, a pesar del ocultamiento de las cifras oficiales, ya alcanzó los 3
dígitos para este año el pasado mes de agosto, cuando el resto del grupo anda
por 1 sólo dígito, con pocas excepciones. Su moneda se ha depreciado de forma
grotesca, gracias al control de cambio y a la absurda dependencia del petróleo
como única fuente de divisas. En las facilidades para hacer negocios, está de
última en la región, gracias a deficientes condiciones para el comercio
transfronterizo, el pago de impuestos o la apertura de empresas. En temas de
competitividad, reprueba también en aspectos como burocracia gubernamental,
estabilidad en las políticas públicas e infraestructura física. Y los
venezolanos tenemos casi totalmente restringidas nuestras libertades para
consumir, invertir o producir algo.
La
conseja popular reza que los estudiantes deben prepararse adecuadamente para
aprender, aplicar en su vida lo aprendido, crecer como ciudadanos y no con la
visión cortoplacista de aprobar una prueba puntual y salir del paso. Siguiendo
con la metáfora, las naciones deben mantener su economías sanas, no porque
sepan que en algún momento las evaluarán, sino porque sencillamente de eso
depende el bienestar de sus habitantes.
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