Poco mercado, y algo de demagogia

Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Es de esperar que la
elección de Macri conlleve una mejora en el desarrollo de Argentina, pero
difícilmente -visto su historial en Buenos Aires y sus propuestas- produzca
cambios importantes. La reorganización de los ministerios es solo cosmética en
razón de que el presidente electo cree que se trata de “gestionar bien” al
Estado, sin comprender que la esencia del gobierno actual es falsa, desde que
su autoridad se basa en el monopolio de la violencia -policial y militar- que
desordena -según ya enseñaba la metafísica aristotélico tomista- ya que,
precisamente, se ejerce para evitar el desarrollo espontáneo, natural, de las
personas y la sociedad.
“Vamos a derrotar al
narcotráfico” dijo y me pregunto cómo superará a las fuerzas armadas de EE.UU.
que no lo han logrado. Pero su frase más demagógica –sin argumentación
racional- es la de que “vamos por un país con pobreza cero”. Debería saber que,
al contrario del mercado donde cada uno voluntariamente paga por aquello que
necesita produciéndose la eficiencia, el Estado cobra impuestos de manera
coactiva –contra la voluntad de las personas- lo que provoca que sean derivados
hacia abajo básicamente vía precios y baja de salarios, creando la pobreza.
Según Martín Simonetta en
2013 el gasto público representó 35,41% del PIB, en mi opinión este cálculo es
muy bajo y además, desde entonces, continuó creciendo. Más de uno de cada tres
pesos que producen los argentinos se destinan al Estado. Y en ningún momento el
presidente electo habló de una drástica reducción de la presión impositiva, es
más, en Buenos Aires la aumentó.
Lo más sintomático es que “decretará la
emergencia en seguridad” subiendo el gasto en policía, en represión, dejando
claro que no entiende el fallo esencial del Estado que mencionamos. Ya aplicó
esta política en Buenos Aires sin los resultados esperados. El delito es
inducido por la marginalidad y el aumento del gasto, irónicamente, aumentará esta
marginalidad.
Esto se ve muy claramente
en los datos empíricos. El delito es mayor donde hay menos libertad -mayor
violencia, coacción estatal- y por tanto más pobreza y marginalidad. Según la
Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, con datos del 2004 al
2010, el índice anual de homicidios por cada cien mil habitantes es en Hong
Kong del 0.2, en Singapur (igual que Islandia) 0.3, Japón 0.4, Noruega y
Austria 0.6, contra 7.03 de Argentina y en 53.70 de Venezuela.
En tanto que en el Indice
de libertad económica de la Heritage Foundation, primero está Hong Kong, seguido
de Singapur, ocupando Japón el puesto 20 y Argentina muy abajo en el 169 y
Venezuela 176. Así, lo que Macri debería hacer es derogar las leyes coactivas
que desordenan y provocan marginalidad, como el salario mínimo que impide que
trabajen quienes ganarían menos. Pero ni lo pensó.
Es buena la intención de que
el país "converja hacia la Alianza del Pacífico", porque tiene un
espíritu mucho más abierto que el Mercosur, pero su designado Ministro de
Producción lo contradijo al afirmar que hay que “administrar el comercio
exterior de tal manera que no afecte el empleo ni la rentabilidad de las
empresas que quizás ahora tienen problemas de competitividad". Sí que
tienen problemas de competitividad, pero estos consisten básicamente en una
presión impositiva descomunal y una maraña de engorrosas y, por tanto,
costosísimas regulaciones.
El mismo ministro
ratificó que "al menos por seis meses, seguirá Precios Cuidados" cosa
que ya se había adelantado el lunes y que ayudó a un anticipado aumento de precios
que va desde el 5 al 25%. Según Fernando Aguirre, de la Cámara Argentina de
Supermercados, estos días han estado llegando listas con subas de hasta el 20%.
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