La política monetaria de Sturzenegger
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
Una de las problemáticas presente
es la inflación y la política monetaria al respecto. En su discurso en la
reunión anual de Fiel el presidente del Banco Central, comenzó refiriéndose al
tipo de cambio flotante. El hecho de que sea flotante no implica desconocer los
efectos de la política monetaria y fiscal sobre el nivel del mismo. Al respecto
de acuerdo a mis estimaciones el tipo de cambio está sobrevaluado en un 30%.
Seguidamente se refirió a la inflación.
Al respecto voy a insistir en que la baja de la inflación, por más que
sea favorable, no determina per se el crecimiento económico. La prueba
manifiesta de esa realidad es la situación de la Unión Europea que hace diez
años que no crece y en Italia y España cayó el PBI; y no tienen inflación.
Al respecto de la reducción de la inflación dijo: “Los beneficios se
materializan en términos de la recuperación económica, crecimiento estructural,
equidad distributiva, reducción de la tasa de interés a largo plazo y
resurgimiento del crédito. Estas
conclusiones a mi juicio no son válidas. La equidad económica es un concepto
relativo y está garantizado por la seguridad jurídica y no por la política económica.
Con respecto a las tasas de interés lo que importa fundamentalmente, por
sus efectos es el nivel de la tasa real. Por supuesto las tasas de interés
negativas en términos reales son distorsivas, y desde el punto de vista de los
bancos lo importante a su rentabilidad es el nivel del spread. Por ello el
crédito ha aumentado, no obstante que las tasas activas han tendido a ser
negativas en términos reales.
La conclusión de Sturzenegger
referida a que la caída en la inflación determinaría un incremento del crédito
al sector privado, tampoco es válida. Lo que importa es la relación entre la
tasa de interés y la tasa de rentabilidad del capital. En este sentido George
Gilder escribió: “Más tarde o más temprano los liberals Americanos y los laboristas
británicos van a descubrir que las restricciones monetarias son una forma
maravillosa de destruir al sector privado, dejando al gobierno intacto, y
ofreciendo pretextos para la nacionalización de la industria”. Lo que pretende
reconocer es que cuando la tasa real supera la rentabilidad del capital el
sistema está quebrado.
Otro aspecto al que se refirió fue a la baja en la tasa de interés a la
que Argentina se puede financiar en el exterior. Ese es un aspecto positivo que
se debe a la restauración de la seguridad jurídica interna que ha tenido lugar,
y el cambio en la visión internacional de Argentina que ha logrado Macri. Esa
decisión tiene un efecto en el tipo de cambio. La financiación externa del
presupuesto provoca la entrada de dólares que determinan la revaluación del
tipo de cambio supuestamente flotante.
El tipo de cambio entre diciembre pasado y la actualidad varió de $15,90
por dollar a $17,72 por dóllar. Es decir un 11.45% que anualizado alcanza a un
13,88%. Las tasas de interés pasivas en diciembre pasado fluctuaban entre el
19% y el 20%. Consecuentemente las tasas equivalentes en dólares en el año
habrían alcanzado a 4,5% y 5,36% respectivamente. Esas tasas en el presente
cuando la tasa en el mundo desarrollado fluctúa alrededor del 1% y en Japón son
negativas, representa una ventaja competitiva, que estaría provocando entrada
de capitales financieros, que consecuentemente operan sobre el nivel del tipo
de cambio.
En la actualidad se presenta otro factor distorsivo que ha sido la suba
de la tasa de interés de los LEBACS a un 29,5%. Dado que el proyecto de
presupuesto para el 2018 prevé un tipo de cambio de $19,3 por dólar ello
implica una devaluación del 8,24%. Consecuentemente la tasa de interés de los
LEBACS equivalente en dólares alcanzaría al 19,64%. Esa tasa tendría un doble
efecto negativo. Primero aumentaría la deuda pública argentina, y seguidamente
determinaría una mayor sobrevaluación del peso.
Lo que está en discusión respecto a la inflación es cuales son los
factores determinantes de la misma y consecuentemente la política a seguir. Al
respecto Sturzenegger insistió en que la inflación es un problema monetario y
por tanto es la función del Banco Central y no de ninguna otra parte del
gobierno. Por supuesto en ese análisis persiste en ignorar el impacto
inflacionario que tiene el incremento del gasto público.
Siguiendo con la inflación insistió en la participación determinante del
Banco Central al considerar la misma como un problema monetario. Citó entonces
a Mario Draghi que se refirió a que “el Federal Reserve y varios bancos
centrales europeos insistían en que la política monetaria era un medio
ineficiente para domar la inflación”. Y por supuesto en ese mismo sentido citó
al presidente de la FED Willian Miller quien se había manifestado que un
programa efectivo para reducir la tasa de inflación debía extenderse más allá
de la política monetaria. Y al respecto voy a tomar en cuenta el pensamiento de
Gilder que claramente explicó: “No es precisamente el déficit federal la causa
de la inflación. Si el déficit se cierra con tasas de impuestos más altas, y la
oferta monetaria permanece constante, el nivel de precios aumentaría en la
forma ortodoxa de la ley de costos”.
No obstante las anteriores citas Sturzenegger insistió en que la
inflación es un problema monetario y al respecto cito a Wolker, presidente de
la FED a partir de 1979. En ese sentido ignora que cuando la FED aumentó la
tasa de interés al 22% se produjo la quiebra del sistema bancario, que por
supuesto tuvo que salvarlo la política del Federal Reserve.
Respecto a la financiación al Tesoro hace una evaluación de la evolución
de la misma, conforme a la cual pasó de un 4,4% del PBI en el 2016 y que se habría reducido a un 1,5% en
el año. Esas cifras no coinciden con los niveles del déficit fiscal nacional.
De acuerdo al presupuesto nacional el déficit nacional total habría alcanzado a
$630.784millones y de acuerdo a nuestra estimación en el año alcanzaría a un
6,17% del PBI.
La problemática presente y heredada es el elevado nivel del gasto
público y recordemos las palabras de Milton Friedman al respecto: “El total del
impuesto es lo que el gobierno gasta, y no esos recibos denominados impuestos.
Y cualquier déficit es pagado por el público en la forma de impuestos
escondidos, principalmente a través de la declinación en el valor de sus
dólares, y a través de los intereses de la deuda federal. Sin reducción en el
gasto, por tanto, cualquier reducción en el nivel de los impuestos, meramente
disimula más que reduce el costo”. Al respecto hace años escribí: “Prefiero un
gasto más bajo con un déficit más alto, que un gasto más alto con un déficit
más bajo”. Y ya debiéramos saber que existe una correlación inversa entre el
nivel del gasto público y la tasa de crecimiento económico.
Sturzenegger insiste entonces en que por el contrario el gasto público
mejora el crecimiento económico. La reducción del gasto lo considera una carga,
lo cual no condice con la realidad, por más que podamos reconocer las
dificultades que se enfrentan para lograr bajar el gasto público en la
actualidad. Al respecto vale recordar también las palabras de Alberdi que
escribió: “Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país, es la riqueza del
fisco”.
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