La inversión y el crédito en la Argentina actual. Algunas aclaraciones

Eduardo Maschwitz
Presidente del Consejo de Administración de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Premio
a la Libertad 2007, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
En forma frecuente escuchamos críticas y comentarios
de nuestros gobernantes sobre la falta de inversiones y sobre la falta de
crédito fluido del sector bancario, ambas cuestiones que impiden el despegue y
desarrollo argentino. Las críticas al sector bancario también son muy
frecuentes de escuchar por parte del sector privado. Conocida es la imagen
negativa de los bancos en todo el mundo, y diría desde tiempo inmemorial, lo
cual los hace blancos fáciles y cómodos, frente a la comunidad, de muchas
deficiencias de la economía. ¿Pero es esta la realidad? No puede negarse que
los bancos podrían ser más eficientes y mejores, y de hecho hoy encuentran
fuerte competencia en algunas líneas de negocios, de compañías no bancarias y
no reguladas (tema para otra nota sería ver si la nueva competencia a los
bancos es eficiente e innovadora por tener muy poca regulación). Se han sumado
a estas críticas también nuestro presidente y nuestro ministro de la Producción
(por su foco y energía también podría ser llamado Ministerio de la Distribución).
Sin ninguna intención de abordar todas las cuestiones,
me gustaría compartir alguna información, respecto de estos temas inversión y
crédito, que podrían ser de utilidad para gobernantes y el sector privado.
1-LAS INVERSIONES Y LA NUEVA Y RECIENTE REFORMA FISCAL
La reforma fiscal propuesta por el actual gobierno y
aprobada por gran mayoría en nuestro Congreso castiga fuertemente, y diría en
forma expropiatoria, las inversiones realizadas por argentinos en Argentina, a
la vez que relativamente fomenta las inversiones que los argentinos realizan en
el exterior.
Cuestión francamente contradictoria con los dichos que
escuchamos en estas semanas. Demás está decir que la ley fiscal debería ser
neutral respecto a cómo y dónde los argentinos quieran realizar sus inversiones,
no coartando las libertades individuales y permitiendo que cada uno de nosotros
realice las inversiones que más le convengan, y donde le convengan.
La razón de la disparidad mencionada radica en que las
ganancias de las inversiones realizadas a través de la compra de acciones en el
exterior están gravadas “ajustadas por inflación” (están gravadas las ganancias
medidas en dólares) y por lo tanto la alícuota se aplica exclusivamente sobre
ganancias reales. No hace falta aclarar la altísima inflación argentina,
incluso la esperada para los próximos años, vis
a vis la inflación normal internacional. Por el contrario, las ganancias de
las inversiones en acciones en Argentina no se ajustan por inflación, quedan a costo
histórico, y por lo tanto la alícuota impositiva recae no solamente sobre
ganancias reales, sino sobre las diferencias de valuación de un activo
exclusivamente provocados por la inflación. La alícuota real es confiscatoria y
muy superior a la alícuota de inversiones en el exterior.
Por demás interesante sería recibir explicaciones de
nuestro Poder Ejecutivo y Legislativo al respecto.
2-DISPONIBILIDAD DE CREDITO BANCARIO Y DE ACCESO A LOS
MERCADOS DE CAPITALES
Sobre este tema tan trillado por la prensa, por los políticos,
por el gobierno y también por el sector empresarial, entiendo hay varias
cuestiones de interés para resaltar.
El 50% del mercado bancario argentino es propiedad del
sector público, siendo además que la regulación bancaria también la realiza el
estado a través del Banco Central. Y cuando me refiero a regulación, no lo hago
tanto por las cuestiones técnicas o financieras, sino por aquellas que impactan
sobre el mercado y disponibilidad de crédito en particular, donde el Banco
Central es muy activo.
Una posición dominante del estado en esta industria y
de esta envergadura debería permitirle al estado satisfacer todas sus
aspiraciones y todos los reclamos de la sociedad, pero lo curioso es que el
gobierno y los políticos aparecen como principales críticos. Tampoco pone foco
en esto la crítica privada. Si a pesar de esta situación hay tanta insatisfacción,
¿no cabría preguntarse si no habría que hacer un cambio de fondo? ¿Y este
cambio no debería ser mantener el estado la regulación, pero entregar el manejo
bancario al sector privado? O por lo menos hacer toda clase de políticas activas
de crédito y liberar al sector bancario privado para que ofrezca sus productos
con más libertad. Y dejar que los clientes elijan cómo y con qué banco trabajar
y sean los verdaderos jueces.
Otra situación muy relevante y generada por el estado,
es la ausencia de moneda que tiene nuestro país, debido a la inseguridad que
genera la gigantesca inflación, haciendo que nuestra moneda no sea reserva de valor,
ni sirva para valuar bienes de alguna relevancia y sólo sirva para
transacciones diarias de monto menor. Esto provoca que los argentinos ahorren
en dólares y en esa moneda están interesados en transar con sus bancos, pero el
Poder Ejecutivo y el Banco Central prohíben a los bancos la mayoría de las
transacciones en dólares, por lo que toda esa riqueza y capacidad de crédito y
de financiamiento está prácticamente vedada. Esto provoca que los bancos sólo
transen en pesos, que sólo transen en operaciones de cortísimo plazo y no
puedan cumplir con su función de ser los canalizadores del ahorro hacia la
inversión, función esencial para el crecimiento de cualquier país. Que
interesante aquí también escuchar a nuestros líderes.
Pero no crean que aquí acaba la intervención del estado.
El estado es el principal tomador de crédito, tanto en el mercado doméstico en
moneda local y en dólares, como en el mercado internacional de capitales, en
moneda extranjera. La cantidad de crédito no es infinita y los demandantes de
crédito compiten entre sí. Imaginen la fluidez de liquidez y de crédito,
internacional y local que tendríamos, si el estado no se endeudara para
financiar sus déficits, o si solo lo hiciera para financiar inversión tan
necesaria en infraestructura. Que contradicción.
Y hay mucho más, pero termino con los impuestos que
gravan los préstamos. Según sea el caso la tasa de interés (que todos los
sectores claman por ser alta) de los prestamos tienen un componente de
impuestos nacionales, provinciales y municipales que rondan entre el 20% y el
30% de la tasa. Es decir, eliminando esos impuestos las tasas serian entre 20%
y 30% más bajas. Y qué decir del impuesto al débito y crédito bancario que
genera movimientos en efectivo y facilita la economía informal, tan contrario a
las expresiones y objetivos del estado.
La contradicción entre deseos y objetivos y la
regulación y los impuestos, no pueden estar más encontrados.
3-INVERSION; INFLACION Y SEGURIDAD JURIDICA
Las críticas a los empresarios locales por no invertir
y la decepción que los extranjeros no terminar de venir y de creer las
escuchamos semana a semana. Las inversiones se realizan con la esperanza de
conseguir ganancias a futuro. Si estas ganancias peligran o son inciertas, las
inversiones no se realizan, o se les pide una tasa de retorno tan alta, que
pocas son las que se hacen. El periodo de recupero normal de una inversión es
de varios años, de más de un periodo eleccionario, y probablemente de más de un
ciclo económico. ¿Qué clase de proyección puede realizarse en un país con
inflación superior al 20% anual? ¿Y qué decir de la seguridad jurídica, donde
las reglas de juego nunca se respetan y siempre se cambian, incluyendo nuestro
actual gobierno? ¡Qué picardía!
Seamos un país creíble, con reglas de juego claras y
respetadas y con un horizonte macroeconómico predecible y veremos que las
inversiones serán inmensas. Sólo menciono un tema muy publicitado en estos
meses como es el crédito hipotecario. ¿Cómo podría desarrollarse seriamente si
en los últimos 50 años nunca se cumplieron los contratos, además el Poder Judicial
no los hizo cumplir, y el Poder Ejecutivo lo patrocinó? Ya estamos leyendo que
lo quieren intervenir nuevamente al recientemente creado. ¿Y qué decir de la
ley de alquileres (peronista) de la Ciudad de Buenos Aires?
Quiero aclarar que yo voté a este gobierno, que lo que
nos podría haber tocado hubiera sido catastrófico, que no quiero quitar méritos
y esfuerzos, pero que necesitamos más cambios de fondo, menos regulaciones,
menos estado y poder soñar con un gran país. Ojalá sea así.
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