Los tres hipócritas mosqueteros

Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Fuente de guerras y de todo tipo de conflictos, de aduanas, de represión
a inmigrantes y salvajadas de toda clase son las fronteras, esos límites
impuestos por los Estados que utilizan su monopolio de la violencia -sus
fuerzas armadas y policiales- para imponerse dentro de territorios
caprichosamente establecidos. Y más salvajes son los conflictos cuanto más
autoritarios son los “gobernantes”, como los mosqueteros que hoy tenemos:
Trump, Putin y Xi Jinping.
Los mismos tres que ahora se enfrentan -y lo pagan los ciudadanos
comunes- por los supuestos ataques químicos en la ciudad siria de Duma, otra
más de sus hipocresías. Sin dudas es espantoso ver civiles muriendo debido a
gases tóxicos, pero acaso ¿las muertes por misiles son válidas? No vale morir intoxicado,
¿pero sí destrozado por un misil?
La revista Foreign Policy - ¿estará financiada por fabricantes de armas?-
'sugirió' una acción militar a gran escala contra Damasco. En una nota, recuerdan
que el ataque anterior —el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk contra la base
aérea de Shairat en abril de 2017 después del supuesto uso de gas sarín en Jan
Sheijun— "ha sido ineficaz" ya que la base fue reutilizada al día
siguiente y "no previno otros casos de uso de sustancias tóxicas".
O sea, estos mismos torpes que promueven la violencia reconocen que no
ha tenido éxito, pero, insólitamente, dicen que no ha sido exitosa por ser
demasiado débil. "EE.UU. debería atacar una lista más amplia de blancos…",
dicen. Por cierto, Washington procede sin que le importe la opinión del Consejo
de Seguridad de la ONU, otro organismo (multi) estatal, ineficaz y burocrático
que en nada ha contribuido a la paz sino más bien, al contrario.
Por otro lado, el artículo hace una referencia a un conflicto mayor con
Rusia, ya que Putin es aliado de Siria. Lo cierto es que Trump contaría con el
apoyo de Francia y el Reino Unido mientras que podría empujar al Kremlin a una
relación más estrecha con Beijing reeditando la “guerra fría” que sirvió para
repartirse el mundo entre dos bloques.
Además, Washington planea nuevas sanciones económicas contra Rusia que
se suman a las que ya adoptó contra 38 individuos y entidades rusas por la
presunta intromisión de Moscú en Ucrania y en varias elecciones occidentales y
su apoyo al Gobierno sirio. Entre las empresas sancionadas están la exportadora
rusa de material bélico Rosoboronexport, el gigante del aluminio Rusal, los
conglomerados Russian Machines, Basic Element, la empresa automotriz GAZ y
otras.
Los activos de estas personas
y empresas bajo jurisdicción estadounidense quedan embargados y las
transacciones financieras con ellas, prohibidas. Pero estas sanciones, además
de despertar represalias de Putin, serán claramente negativas para el mismo
mercado americano.
En fin, pretender que el
Estado, el monopolio de la violencia -cuando la ciencia ha demostrado de manera
concluyente que la violencia solo destruye- puede solucionar un problema es
quizás la mayor hipocresía que hoy vivimos. Y, por cierto, el sofisma más
grande en el que está basada esta sociedad decadente es forzar el cobro de
impuestos -encarcelando a los “evasores”- porque el Estado necesitaría de esos
fondos -el trabajo de las personas- para malgastarlos, por caso, en una de las
corrupciones más notorias: el asistencialismo, enseñarles a las personas que
pueden vivir gratis sin crear nada a cambio.
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