Si gobierna el pueblo, el país crecerá
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.





Dice la Real Academia que, del latín (popŭlus), deriva pueblo o conjunto de personas de un lugar o país, y que el mercado es el conjunto -valga la redundancia- de consumidores capaces de comprar productos. Los consumidores son personas y, si pueden comprar, también vender. Así, el mercado -contra lo que dicen los políticos- de un lugar es su pueblo, el mercado es el pueblo.
Los mismos políticos que aseguran que gobiernan en su nombre, lo que no es creíble si las imposiciones son coactivas. Es que, precisamente, si se impone sobre el mercado por la fuerza policial es porque el pueblo no lo haría naturalmente, o sea, que no gobierna.
Macri se cansó de llamar al “capitalismo” y pretendió, irónicamente, imponerlo desde el Estado. Así aumentó la presión fiscal total -impuestos, inflación, tasas de interés, o sea, todo lo que el Estado retira del mercado coactivamente- y perjudicó al pueblo como que la violencia, la represión del mercado, destruye, tanto que, según la UADE, el 75% evaluó la posibilidad de emigrar.
Durante su gestión el PBI p.c. cayó 10%, según la UCA, la pobreza llega al 40,8% (59,5% de los chicos y adolescentes), la deuda creció y la Argentina hoy es el principal deudor del estatista FMI, y cercenó libertades individuales como el cepo que deja.
Ahora, según Synopsis, la “expectativa positiva” en Alberto F. es del 48,9% y le gana al 37,1% que recuerda positivamente a su vice, pero queda lejos del casi 70% que tenía Macri al entrar a la Rosada.
Es decir, al nuevo Gobierno se lo espera con menos paciencia. Lo que no está mal, fue un serio error haberle creído a Macri algo tan falaz como que hay que pasar malos momentos -“ajustes”- para llegar al bien. Un camino se camina hacia adelante, es lógica pura. No hay “segundo semestre”, es ahora o es mentira.
Para que gobierne el pueblo, primero hay que desregular, y se expandirá la economía. Es larguísimo el catálogo de actividades prohibidas, muchas de hecho porque suponen una burocracia e impuestos inviables para pequeños emprendedores. Por caso, ni a los canales de TV ni a los espacios radioeléctricos en general debe limitar el Estado, ya que se crean oligopolios y se compromete la libertad de prensa. Si los espacios se superponen, es problema de los emisores que verán caer la rentabilidad.
Segundo, hay que dejar de quitarle recursos al mercado. Por casos, y sin olvidar a los consumidores que son los que más sufren, Celulosa Argentina y Vicentín suspendieron los pagos por u$s60 M y 350 M, respectivamente, y es solo el comienzo. Entre muchas, Molinos, Arcor, Mastellone y Los Grobo también enfrentan problemas. Por otro caso, Romario -que en 2015 tenía 13 locales y hoy 9- entró en concurso precisamente por la deuda con el fisco.
Vicentín está vinculada al agro que tuvo producción récord, pero con una soja a u$s325 en Chicago, y un dólar artificialmente abaratado por el BCRA dilapidando reservas y con cepo. El Producto Bruto de la agroindustria ronda los u$s33.500 en 2019, el 35% más que el año anterior, de sequía, aportando un 1.6% al crecimiento del PIB.
Si las retenciones vuelven al nivel de 2015, según la BCBA, la cosecha caería 5,9%. Optimistas en mi opinión, dado que si se mantiene el dólar abaratado y el crecimiento global se ralentiza, los precios podrían seguir cayendo.
Dicen los genios que deben aumentarse los impuestos a los ricos. Deberían estudiar la ley de marginalidad -las acciones económicas se zanjan en los márgenes- que dice que, así como un crecimiento real de la economía empieza por abajo, por los más marginales, las cuestiones regresivas -i.e. los impuestos- también terminan abajo ya que, cuanto más alto el nivel económico, más trasladan hacia abajo: subiendo precios, bajando salarios, etc.
Por cierto, es falaz decir que el Estado devuelve a los pobres lo que recauda porque lo que devuelve, luego de pasar por la burocracia, es poco e ineficiente. Por caso, ya en 1989 Steve Hanke señalaba que, mediante la Dirección de Veteranos (VA), el Gobierno de EE.UU. operaba el mayor sistema de salud. El costo de construcción de los hospitales de la VA era 290% más que para hospicios privados. La administración la VA tenía 16 veces más empleados y sus proyectos requerían 3,5 veces más tiempo de construcción que lo normal.
En fin, como cualquier gastador y deudor serial, el Estado argentino debe reconvertirse. No existe en el cosmos otra solución, sí en el país de las maravillas, pero a ese lo maneja Alicia y no es argentina.

Publicado en Ámbito Financiero.

 

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