Una visión liberal de la ¨justicia social¨

Eduardo Maschwitz
Presidente del Consejo de Administración de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Premio
a la Libertad 2007, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
En nombre la “Justicia
social”, término difícil de definir y de consensuar acerca de lo que significa,
el estado suele imponer a sus habitantes regulaciones, impuestos, cargas, subsidios,
beneficios, controles de precios y toda clase de intervenciones en la vida de
la comunidad, afectando la libertad de las personas, y el normal rumbo de
nuestras vidas. Estas intervenciones no solo están dirigidas a cuestiones económicas,
sino también las vemos en temas de salud, educación, cultura, esparcimiento,
religiosas y otras.
La clase política
argentina entiende que la Justicia Social, es corregir ciertas situaciones injustas,
provocadas por el egoísmo de algunos, o por sus privilegios y poder relativos desproporcionados,
para redistribuir recursos, imponiéndose a las reglas del mercado, en favor de
aquellos que están más necesitados y desposeídos. Luego de realizada esta
redistribución viviremos todos en una sociedad” justa”, según lo defina la
clase política. Intervienen lo “social”, para generar “justicia” y mejorar el bienestar
general y en particular de los desposeídos o marginados. Luego de la
intervención viviremos felices en un mundo mejor.
Sabemos que el nivel de
los ingresos de los individuos en una economía libre no son ni justos ni
injustos. Están fuera de esa posible categorización. El nivel de los ingresos
de cada uno surge de múltiples valores y factores difíciles de definir y
cuantificar, incluyendo las libres opciones que realiza cada individuo, y que
además van cambiando en el tiempo.
Argentina es la clara
evidencia que generar mayor justicia social a través de la afectación de las
libertades que realiza la clase política en la vida de las personas no solo es imposible,
sino que trae resultados opuestos a los buscados. Durante los últimos 60 años
hemos multiplicado varias veces el gasto público en relación al PBI y en
particular en redistribución y beneficios sociales, y cada vez hay más pobres e
injusticias. Esto no es mi opinión personal, sino que surge de las estadísticas
provistas por el estado a disposición de quien quiera verlas.
Más adelante daremos
una visión libertaria de la justicia social. Como ha estado tan candente vamos
a revisar las consecuencias que traen aparejadas los impuestos a los activos,
en cabeza del aumento de la alícuota de impuesto a los bienes personales y el
nuevo impuesto a la “riqueza”, como un ejemplo de lo mencionado hasta aquí.
La ideología atrás de
estos impuestos consiste en sacarle a los ricos recursos que les sobran y que
además estas personas no les dan ningún uso productivo y “social”, para
redistribuirlos y darles un buen y mejor uso por la sociedad, según lo defina
la clase política de turno. Los
problemas y consecuencias negativas de estos impuestos son varias.
Se desconoce la
diferencia entre los activos que posee una persona y su patrimonio, este último
siendo la diferencia entre sus activos y pasivos. También desconoce la
diferencia entre lo que significa el stock de un patrimonio, del flujo de
fondos que generan esas personas y esos bienes. Según la etapa de la vida
normal de un individuo, cuando se es joven se tiene más flujo que stock, y el
paso de los años dejan de tener flujos y pasan a tener solo stock. Tener que
pagar impuestos vendiendo necesariamente parte del stock puede tener graves consecuencias.
Incluso puede resultar muy difícil o imposible. Pero probablemente las
consecuencias más graves que trae son aquellas difíciles de medir y conocer.
Para empezar, es equivocado pensar que los recursos de los ricos no están
trabajando en beneficio de la comunidad, incluyendo recursos que puedan parecer
ociosos en efectivo en una cuenta bancaria (nadie tiene importantes recursos en
“efectivo” fuera del sistema bancario), ya que la función de los bancos es
redirigirlos hacia proyectos productivos vía préstamos. Ni hablar cabe de
activos que conformen compañías que dan trabajo, pagan impuestos y ofrecen
productos necesarios para la sociedad. Vemos que los activos, en forma directa
o indirecta están todos orientados a la generación de inversiones y por lo
tanto producen nuevos puestos de trabajo y mejoras en los salarios reales.
¿Qué pasa entonces al
gravar los patrimonios? Pasa que se rompe este circuito virtuoso por el cual
los patrimonios generan capital productivo hacia inversiones en el sector
privado destruyendo la generación de nueva riqueza y puestos de trabajo, para
derivar recursos hacia el sector público, que hará un peor uso de los mismos y
por lo tanto de la sociedad. Vemos entonces como una carga impositiva
desmesurada como la argentina lleva a la decadencia y la pobreza, y no a
mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Pero las consecuencias tampoco
terminan aquí como también somos un triste ejemplo. Los empresarios mudan sus
capitales a otros países, o los esconden, y ellos mismos deciden irse del país.
Ahora su energía personal y sus activos serán aprovechados por otros países y
sus ciudadanos. Nuestros jóvenes, y capaz los más emprendedores, emigran hacia
otros países donde vean oportunidades de trabajo gracias al círculo virtuoso de
la inversión, iniciativa e inventiva privadas.
La “justicia social” no
es un concepto ajeno o contrario a las ideas libertarias, ni rechazado por sus
simpatizantes. Todo lo contrario. Los amantes de libertad desean el mayor
bienestar y felicidad posible, para la mayor cantidad de personas posible y que
no existan privilegios para nadie. Pero su receta es completamente diferente.
El libertario busca resolver las injusticias y las diferencias de oportunidades
atacando la causa de las mismas y la razón de porque estas existen, y no a
través de nefastas redistribuciones dirigidas por el poder político de turno.
Busca anular y modificar las políticas públicas que dan origen a las
injusticias. Por ejemplo, la gente de menores recursos es la mayor perjudicada
con nuestras leyes laborales que los intentan proteger. Nuestras leyes hacen
que tengan trabajos precarios y mal remunerados. Lo mismo pasa con el monopolio
de la educación y de la salud y de la jubilación. Quienes menos pueden
defenderse y más perjudicados están son las personas de menores recursos, que
supuestamente se intenta proteger. Las regulaciones que impiden emprender, dar trabajo,
hacer nuevas inversiones y elegir como vivir son las cuestiones de justicia
social que atacan los liberales. Mejorar las instituciones y su funcionamiento
es hacer verdadera justicia social. hay que tener pocas, estables y claras
reglas de juego, un poder judicial independiente, un estado pequeño y clara
división de poderes. La libertad de trabajar y comerciar es una potentísima
herramienta para reducir la pobreza y permitir la movilidad social. Atacar todo
lo que lo impida es justicia social libertaria.
Las recetas socialistas
y de izquierda para eliminar la pobreza y las injusticias ya han sido probadas
y han fracasado. Es el momento de probar algo diferente. Tenemos que animarnos,
proponerlo y exigirlo.
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