Carmen Mola, esa maldita traidora

Karina Mariani
Directora del CLUB DE LOS VIERNES Argentina.
Carmen Mola es una mujer horrenda y cruel que ha traicionado, ha envilecido y se ha burlado de una abultada y sensible porción de la sociedad y que, de paso y para colmo, se ha enriquecido con su accionar, la muy meretriz. Pero Carmen Mola no siempre fue odiada, de hecho fue muy admirada. ¿Quién es y cuál es la historia de la pérfida Carmen Mola?
ICONO FEMINISTA
Carmen Mola se transformó en un ícono de la literatura feminista, una mujer que no temía contar con despojo la crueldad del mundo criminal. Bibliotecas feministas la tenían entre sus preferidas, sobre todo por su marketinera pero acertada inclusión de la problemática LGTBI en sus relatos. Carmen Mola era el modelo a seguir, la que ponía en su perspectiva la relegada y ahora empoderada condición de mujer. La contrahegemónica, la distinta.
La cosa es que la exitosa Carmen Mola se presentó al Premio Planeta 2021 con una novela llamada La bestia, un thriller que combina una epidemia de cólera con el descuartizamiento de pequeñas niñas en serie. Conforme la avalancha de éxitos que viene cosechando, Carmen Mola ganó el millonario premio y se alzó con la condecoración más jugosa del rubro.
CONVENIENCIAS
Honorio Bustos Domecq es el autor de Seis problemas para don Isidro Parodi, Un modelo para la muerte, Crónicas de Bustos Domecq y Nuevos cuentos de Bustos Domecq. Pero Bustos Domecq, como Carmen Mola, no existía y era la genial combinación de las plumas de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Sin embargo, a nadie escandalizó la existencia ni la obra de Bustos Domecq como tampoco generó ira o rencor la obra de Fernán Caballero, seudónimo detrás del cual se escondía la escritora Cecilia Böhl de Faber. Del mismo modo, a nadie ofendió que a mediados del siglo XIX, Aurore Lucile Dupin de Dudevant inventara a un señor: George Sand, para que firmara sus obras y con ese seudónimo se convirtió en uno de los autores más exitosos del Romanticismo. Con el mismo criterio Mary Ann Evans creó a George Eliot para que se quedara con el crédito de sus piezas.
Existe otro elemento que es digno de estudio alrededor del enojo feminista con el caso Mola: qué se hace con los litros de tinta vertidos en sesudos analisis sobre la nueva literatura feminista, el rol de la mujer en la construccion del relato policial y toda una sarta de afirmaciones que iban a sostener un corpus ideologico que resultó, finalmente, ser un grupo de señores usando el signo de los tiempos para vender muchos libros.
OTRO ANZUELO
Acá la paradoja se hace más profunda: la indignación parte de quienes sostienen que no existen diferencias entre los sexos, que la biología es un constructo y que por lo tanto sólo es válido lo que se expresa mediante la autodeterminación. ¿Cuál sería entonces el problema de que los tres autores tuvieran pito, hecho irrelevante si todo depende de lo que se perciban eventualmente? Si Díaz, Mercero y Martínez al momento de agarrar el cheque se sentían mujeres: ¿la estafa era tal?
LECTURAS FEMINISTAS
La ofensa que generó el caso Mola se entiende muy profundamente ya que, por ejemplo, el año pasado el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha recomendó sus libros como "lecturas feministas'', y la revista Elle recomendó sus obras por estar "escritas por mujeres''. El absurdo queda muy expuesto, el feminismo no quería el trabajo de Mola por sus virtudes sino sólo porque lo había escrito una mujer. Un acto de condescendencia y discriminación monumental: -miren, es mujer y ha tenido éxito, quién lo hubiera dicho, pobrecita. De ahí que aunque de las novelas no se haya cambiado ni una coma, todo se pudra porque en realidad hay tres tipos firmando la obra.
Los lamentos y enojos muestran motivaciones bien básicas. Cuando el humor, la ironía, el artilugio engañan al sistema tan impúdicamente, el sistema exhibe una fragilidad conceptual asombrosa. Tiene sentido que las feministas estén enojadas: si la biología no tiene importancia y te pueden acusar e incluso castigar por transfóbico por decirle a un hombre que se percibe mujer que es, de todas maneras, un hombre, entonces: ¿cuál es el problema con la biología de los tres señores detrás de Mola? Es más, si sólo importa la autopercepción, ¿los tres señores no podrían percibirse uno solo? ¿O veinte? ¿Qué les impediría mañana percibirse niños y presentarse a un concurso de relatos infantiles?
Ya existieron casos de gente que se percibió de otra edad y sexo y con esto consiguió jubilarse anticipadamente o cumplir penas por violación en cárceles de mujeres aún portando un pene que todos tienen que hacer de cuenta que no está. Entonces, si el feminismo integrista ha logrado criminalizar a quienes no aceptan la autopercepción y ha logrado que sea el criterio que se impone en la justicia, en la educación y en la cultura. ¿Por qué tiene tanto problema en que tres hombres firmen como si fueran una mujer?
EL CASO SOKAL
Pero lo que luce más atrapante en el escándalo Mola es lo que lo diferencia del escándalo Sokal o del posterior escándalo Sokal al cuadrado. Veamos: En 1996 el físico Alan Sokal pergeñó una irónica venganza ideológica para exponer la inconsistencia de la revista académica Social Text a la que acusaba de privilegiar lo políticamente correcto, apoyando el consenso social por sobre la seriedad académica. Según Sokal, la revista publicaba cualquier pavada si replicaban los prejuicios ideológicos de los editores.
En la misma tónica tuvo lugar en 2017: El asunto de los estudios del agravio (Grievance Studies affair), cuando James A. Lindsay, Peter Boghossian, y Helen Pluckrose inventaron artículos académicos con la temática queer, de género y sexualidad para exponer la locura que se había apoderado del mundo académico. Los autores también inventaron a una autora mujer Helen Wilson, que había escrito artículos totalmente delirantes como Reacciones humanas a la cultura de la violación y la performatividad queer en los parques urbanos para perros en Portland, Oregón (Human reactions to rape culture and queer performativity at urban dog parks in Portland, Oregon) publicado con honores en la revista Gender, Place & Culture, dónde se podían leer párrafos del tipo: "¿Qué problemas rodean la performatividad queer y la reacción humana al sexo homosexual entre perros? y ¿Sufren los perros opresión basada en el género (percibido)? Aplicando categorías de criminología feminista negra a través de las cuales se pueden entender mis observaciones e infiriendo de lecciones relevantes a las interacciones entre humanos y perros para sugerir aplicaciones prácticas que interrumpen las masculinidades hegemónicas y mejoran el acceso a los espacios emancipatorios''.
O: "Las normas culturales que operan dentro y sobre estos espacios forman microculturas donde el comportamiento aceptable e inaceptable en las comunidades humanas puede reflejarse en la forma en que los compañeros humanos construyen sus interacciones con los perros, particularmente en lo que respecta a la cultura de la violación y queering''.
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