Enrique Eskenazi, un hombre confiable
Dardo Gasparré
Economista.


La bandera de largada de uno de los juicios por la estatización de YPF en 2012 que se tramita en el Juzgado en el Distrito Sur de New York de Loretta Prieska, sucesora del costoso Thomas Griesa, parece haber sorprendido a muchos desprevenidos, que no registraban el problema - o preferían no registrarlo – y que ahora reaccionan con indignación y denuestan al Congreso o a Kicillof por haber cometido el desatino de expropiarla. 
Como de costumbre, se simplifica por ignorancia o mala fe. El caso Repsol-YPF es el ejemplo perfecto del mecanismo perverso ideado por el kirchnerismo para mejorar el sistema de retornos histórico licitatorio que se ha visto apenas reflejado en la conocida causa de los cuadernos, aunque es mucho más abarcativo en tiempo y cantidad de protagonistas, y que será sepultado como toda la corrupción multipartidaria, aunque no sin haber permitido orejear toda la bajeza a la que se puede llegar para conseguir con trampas y acomodos monopólicos entre privados y el Estado lo que no se puede conseguir con trabajo, riesgo, constancia, decencia y talento. 
El kirchnerismo inventa un nuevo mecanismo. Ayuda a las empresas privadas a resolver sus problemas, o a obtener sus prebendas, pero no lo hace por una coima o un retorno, sino quedándose con una parte significativa de la empresa. Se entenderá mejor este párrafo si se recuerda el caso Ciccone, por el que fuera condenado con sentencia firme el ex vicepresidente de la Nación Amado Boudou. Sin olvidar otros intentos frustrados como el caso Vicentín, donde el escándalo público impidió avanzar en esa estrategia, y que se fue diluyendo en la nada en medio de un mar de confusiones y trabalenguas de explicaciones. Hubo muchos casos. Quienes se negaron perdieron.

Se querían ir

En 2007 Repsol matriz quiere bajar su exposición en América latina. Hasta baraja irse de Argentina. Lo dice claramente la nota de El País en su suplemento Cinco Días de diciembre 22 de 2007:  “El cierre de la transacción ha debido esperar a que se celebraran las Elecciones presidenciales, que han dado el triunfo Cristina Fernández de Kirchner, y en el camino se ha cruzado la crisis financiera. Según la propia Repsol, la venta ha sido vista con buenos ojos por los analistas al reducir el riesgo geopolítico y permitir la obtención de recursos para financiar su plan estratégico. Además, incorpora un aliado industrial argentino y socios minoritarios locales que le 'dan más atractivo a la compañía'.
Otros expertos del mercado consideran que es el primer paso para la retirada total de Argentina.”
Y también dice, por si acaso: El presidente de Repsol YPF y el empresario argentino Enrique Eskenazi llegaron al mediodía del viernes a Madrid procedentes de Buenos Aires para firmar en la sede de la petrolera la operación de venta de un 25% de la filial al Grupo Petersen, propiedad de Eskenazi, que mantiene estrechos lazos con la presidencia argentina. (El resalte de fuente es propio).
No puede decirse con seriedad que nadie sabía lo que estaba ocurriendo. Repsol vende el 14,9% del paquete accionario, y se compromete a vender un 10,1% más. La misma nota explica que esa es una manera que se ha encontrado de eludir la obligación estatutaria de realizar una OPA u oferta de adquisición pública de acciones, que rige para toda venta de más del 15%. Esa maniobra es ilegal y nula. Simplemente. 
Justamente la misma objeción o una muy similar es la que sirve de base a este nuevo juicio que todos descuentan como perdido, que ha sido y es defendido al estilo argentino, obviamente. Raro doble rasero que la justicia americana aplica en este caso. Tampoco muy distinto a otro hecho: en la explicación de esta venta a la SEC, la temida Security and Exchange Comission de Estados Unidos, Repsol sostenía lo que ya había dicho a los medios: la razón de esta venta de acciones se basaba en que la empresa de Eskenazi era experta en mercados regulados. La declaración bastaría para tener que enfrentarse a cualquier comité de compliance del mercado hasta ir a parar a la cárcel. La SEC no notó el eufemismo. Debería ser codemandada, hoy.
Esta y otras notas también dejan constancia de que, como parte de la operación, se permite (¿quién?: el Estado argentino) que Repsol salga a bolsa con una oferta de emisión de nuevas acciones al público por 20% adicional y se gambetea la cláusula estatutaria de la OPA, que hubiera obligado a Eskenazi a pagar al contado su adquisición. Algo imposible. Porque el meollo del asunto es que la “compra” se realiza mediante un préstamo de la propia Repsol al experto en mercados regulados, junto al préstamos de otros bancos, entre ellos el Credit Suisse,  Itaú, Goldman Sachs y Citi, que deberían explicar sobre qué bases se hicieron los préstamos a dos compañías sin demasiados respaldos ni capital, y a una tercera ad hoc australiana para que hicieran una compra basada en un resultado empresario. Por mucho menos que eso se ha llegado a cerrar un banco.  El Credit Suisse fue recipendario en algún momento de los famosos fondos fantasmas de Santa Cruz. 

El sueño del pibe

Como se ve, esto no lo inventó Kicillof, ni el Congreso, sino que contó con el apoyo y la orden de los más altos estamentos del gobierno, lo que abarca varias áreas.  Como todos se han enterado o recordado en estos días, esos préstamos y los posteriores de la misma fuente para adquirir el restante 10,1% para gambetear los estatutos debían ser abonados con dividendos futuros. En el café esta compra de una empresa a crédito y con las ganancias se llama “el sueño del pibe”.
Y ahí empieza realmente el escándalo. Ninguna petrolera del mundo paga más de dos o tres por ciento de dividendos. Sus ganancias son reinvertidas todo el tiempo, ya que su negocio pende de la exploración, que insume una inversión constante. Pero para que el comprador pudiera pagar su deuda rápidamente, las autoridades de contralor permitieron que se declarasen dividendos altísimos, que en varios casos excedían a la propia utilidad de la empresa. Habrá aquí que recordar que la ley de sociedades argentina prohíbe que se distribuyan dividendos si no es con utilidades líquidas y realizadas. Pero tanto las autoridades argentinas, como las autoridades de contralor norteamericanos, consideraron que era totalmente válida la política generosa de distribución de dividendos. No existe otro caso de semejante permisividad. 
Como resultado de todo este paquete (sic) Eskenazi se hace del control de YPF, incluyendo la presidencia, sin objeciones de ningún ente de contralor, ni de la prensa, ni del sistema político, ni de nadie. Y paga en 4 años casi la totalidad de los 2.335 millones de dólares de la operación inicial con esos dividendos que le caen sobre su regazo con gran comodidad. 
Por el mismo precio (sic) aumenta el valor del combustible y Repsol-YPF gira a su matriz mucho más que ese monto, incluyendo sus reservas, al extremo de contribuir con el 50% de las ganancias corporativas, en detrimento de la prospección y exploración, una política suicida para cualquier petrolera, con el acompañamiento silencioso del sistema nacional.  El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, aprueba el acuerdo formalmente.
Fin de la primera parte. 
El 27 de diciembre de 2010, exactamente tres años después de lo que se podría llamar la venta de YPF a Eskenazi, Néstor Kirchner comete el error de morirse. Los medios de la época comentaban informalmente que su viuda decía a quien quisiera escucharla y casi a los gritos, que ella “no sabía nada de los negocios de Néstor” y que “no quería tener nada que ver con los negocios del finado”. Parece, y aquí existe sólo una mera suposición obviamente imposible de confirmar, que su hijo no pensaba lo mismo, y se dirigió a los amigos de negocios de su padre para clarificar las tenencias. 
También algunos artículos y libros de la época, sin pruebas, obviamente, cuentan que, ante semejante demanda, la respuesta del también experto petrolero habría sido: “Tu papá me ayudó, pero el negocio fue siempre mío”. Por una de esas casualidades del destino, a partir de ese momento la suerte del experto fue diferente. Bajo la consigna de que la empresa no invertía lo suficiente, (algo lógico como consecuencia del pago del contrato de compraventa) y de que debía retornar al control del Estado, se propone expropiar el 51% perteneciente a Repsol, y según el viceministro de Economía Kicillof, como el Estado no era tonto no se expropiaría el resto. ¿Castigo a Eskenazi?)
(Se sabe que Kicillof es experto en negociar y pagar mal, pero también se sabe que no es capaz de tomar esas decisiones por su cuenta, como cuando fue a New York a aceptar la mediación propuesta por Griesa para pagar la expropiación a Repsol y terminó recibiendo a último momento instrucciones de su jefa de no hacerlo, lo que le costó un buen par de miles de millones de dólares adicionales al país).

Recuperar lo nuestro

 A partir de ese momento, bajo la batuta indudable y probada de Cristina Fernández de Kirchner, que había votado oportunamente su privatización, el Congreso con las habituales y profusas solidaridades extrapartidarias votó la expropiación de la empresa con la alegría de recuperar “lo nuestro”. No hace falta explicar el resultado de esa decisión, porque ya ocurrió y es historia. Pero sí se toma de inmediato otra medida: se prohíbe pagar ningún dividendo de ninguna clase a los accionistas. Se debe recordar que al recuperar la petrolera ésta vuelve a caer dentro de ese raro régimen de las Sociedades Anónimas del Estado, una mentira jurídica que simplemente no es nada, porque la rigen las leyes privadas cuando quiere y las estatales cuando le conviene. 
Al impedir el pago de dividendos, Eskenazi no tiene ya recursos para pagar el remanente del crédito que le concedieran los bancos y el propio Repsol, por lo que sus tres frontis del Grupo Petersen entran en convocatoria, proceso de quiebra que se radica en España. (Lo de “grupo” no es fruto de la calificación de esta columna, sino el nombre con que pomposamente designara a esas empresas) 
A partir de allí, las acciones pasan a poder de los prestamistas, y queda como posibilidad adicional de resarcimiento iniciar juicio por infracción al estatuto a Argentina o a YPF. La jueza culpa ahora al Estado argentino. Raro también, (el oferente es difícilmente responsable del cumplimiento del estatuto empresario) pero conveniente.  En un movimiento que no queda claro, a entender de esta columna deliberadamente, y en un raro malabarismo, se vende esa posibilidad de juicio en apenas 15 millones de euros al estudio-fondo buitre Burford Capital, que, en paralelo con otro fondo, Eton Park, son los demandantes. 
Convenientemente,nadie sabe a ciencia cierta quiénes se beneficiarán si la sentencia fuera a favor de la demanda. Si los bancos, los buitres,Repsol o aún Eskenazi. O  “inversores anónimos” escondidos detrás de Burford. Así lo afirma también la Revista Noticias en una nota de 2019. Lo que sí se puede estar seguro es sobre quién perderá: usted. 
Repsol ya lleva ganada una fortuna, tanto con las contrapartidas de los permisos, ventajas y beneficios que obtuvo por el contrato de venta a Eskenazi, como por el sobreprecio que consiguió con el arreglo por la expropiación, generosamente regalado por Cristina Kirchner, que primero le vendiera y luego le recompraría YPF a un generoso precio.  Luego vendría el reparto de concesiones petroleras al voleo, Lázaro Báez, Raúl Moneta, José Luis Manzano, Daniel Vila, Cristóbal López, todos expertos en petróleo. Tan expertos en petróleo como el experto en mercados regulados.
Argentina ha sido víctima en este caso, de viejos trucos y trampas que la han zarandeado siempre. Es la víctima de los concesionarios, de los licitadores, de los testaferros, de los amigos del poder, de los prebendarios y acomodados, del mussolinismo original, de los miles de encuadernados, de los expertos en mercados regulados, de los políticos y de los silencios cómplices. Porque nadie de todos los que promete sanear el país movió ni moverá un dedo para desenmascarar a los responsables. 
Ayuda a ese silencio y al señalamiento de protagonistas secundarios con lo que se evita culpar a la vicepresidente, los cientos de avisos del grupo empresario Petersen que florecen en los programas más trascendentes publicitando quién sabe qué actividades de empresas que están en quiebra.

La última pregunta

Queda una pregunta que muchos se harán.  ¿Quién es Eskenazi? Es posible definirlo por la negativa: no es quien dice Wikipedia en español. Ese artículo es apenas un currículum, un panfleto a favor confeccionado y logrado colocar por algún operador pago que se ocupó de armar una fábula o un cuento de hadas con medias verdades y salteando los momentos, los tiempos y los hechos que no convienen. Una manipulación, como tantos artículos en la versión telúrica de la enciclopedia metavérsica. 
La propia Noticias da su versión en la nota citada: “Para entender mejor, vamos a la historia. Enrique Eskenazi, que a los 93 años sigue presidiendo tres los cuatros bancos provinciales del grupo y la constructora Petersen, era ejecutivo de esta última firma hasta que en los 80 se la compró a sus dueños. En los 90 aprovechó su amistad con el entonces ministro del Interior menemista, Carlos Corach, su vecino en el country Highland, para ganar las privatizaciones de los bancos de Entre Ríos, Santa Fe, San Juan y Santa Cruz (1998), donde conoció a su entonces gobernador, Kirchner.”
El grupo Petersen se origina en una empresa de construcción licitadora cuyo casis esqueleto compró Eskenazi,  que luego se transformó en experto en bancos, en petróleo, en gas, en “mercados regulados, en comunicaciones.  Tiene muchas de las características del kirchnerismo, la vocación de abarcar con su conocimiento una pléyade de actividades. Un hombre de confianza multitaskingQue acaso cometió el error de menospreciar a la viuda de Kirchner. 
Alguna vez el quizás fallecido Alfredo Yabrán explicó en televisión en un ataque de franqueza cuál era su actividad: confesó que también era un hombre de confianza multitasking. 
En una de esas el Fondo Monetario deba transferir los fondos directamente al juzgado de la Jueza Prieska. Y en una de esas el monto no será sólo 5.000 millones de dólares, como creen los optimistas. 

 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]