El poder no cambia de manos
Sergio Crivelli


El triunfo de Sergio Massa en las presidenciales fue la segunda sorpresa electoral del año. La primera había sido el de Javier Milei en las PASO, pero hay diferencias decisivas entre uno y otro.
En primer lugar, el triunfo de Milei había sido una señal del malestar social con la “casta”, un fenómeno común en las democracias. El de Massa, en cambio, es una señal mucho más importante: el poder quedará en las mismas manos en las que está desde hace un año.
Si bien habrá balotaje y la diferencia entre ambos es de sólo seis puntos, la demostración de fuerza que hizo el aparato peronista vuelve prácticamente utópica la posibilidad de que el libertario de vuelta el resultado. Lo suyo es un emprendimiento personal sin inserción en el aparato político. Su derrota le quita cualquier atractivo: no tiene nada para repartir.
La estrategia de dividir a la oposición fue la clave del éxito de un gobierno arrasado por la crisis económica, con el dólar fuera de control y una inflación asfixiante para los sectores de ingresos medios y bajos. En la provincia de Buenos Aires fue efectivo además el temor de perder planes, empleo público o subsidios.
La miseria sembrada por el “plan platita” y el descontrol monetario no produjo una rebelión sino que ratificó la resignación de vastos sectores que lleva largas décadas. Los votantes retrocedieron ante la incertidumbre generada por la propuesta de un cambio radical de las reglas del juego económico. Hay un enorme electorado cautivo del clientelismo, las organizaciones piqueteras y los punteros. La sociología lo llama eufemísticamente voto estructurado. Esos no quieren ningún cambio.
Hubo una muy mala performance de Juntos por el Cambio. En particular de Patricia Bullrich que perdió entre las PASO y las generales más de un millón de votos. En la ciudad de Buenos Aires cayó de 48% a 41%. Jorge Macri, por su parte, sacó más del 49%. El corte de boletas en su contra fue monumental y no sólo en CABA.
Lo que lleva la pregunta de a dónde fue el voto de los radicales y los cívicos y cuál será el futuro de Juntos por el Cambio. La respuesta más realista es su rápido desgajamiento. La unidad opositora fue producto de la aparición de un candidato atractivo, Mauricio Macri, y de su liderazgo. Desaparecido Macri, Rodríguez Larreta, Lousteau y otros integrantes del PRO y la UCR, se sumarán implícita o explícitamente a Massa.
Todo indica que se viene una reconfiguración total del tablero político de la que no escapará Cristina Kirchner. La vicepresidenta se ausentó de los festejos y se desentendió del gobierno que integra. Su candidato era Eduardo de Pedro que fue desplazado porque se lo veía como un seguro perdedor y reemplazado por Massa.
En ese plano el futuro de la vice no es más promisorio que el de Macri. Una de las prioridades del candidato ganador será asumir el liderazgo peronista y allí hay lugar para uno solo.
En cuanto a la crisis, Massa no hizo durante la campaña más que profundizarla. Como presidente deberá aplicar un ajuste fiscal homérico. Ahora tendrá el poder para hacerlo sin temor a costos políticos.
 
Publicado en La Prensa.

 

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