Milei: 30 días como presidente y 23 minutos en Davos
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
El 14 de diciembre del 2015, luego del triunfo
de Macri en las elecciones presidenciales, publiqué un artículo llamado Alegrías propias y prestadas en el que
escribí lo siguiente: “En este momento de
euforia, aun a costa de ser “mala onda” quiero marcar una cosa. Cuando “baje la
espuma”, Macri tendrá que tomar medidas muy poco populares pero ineludibles.
Medidas
llamadas “ortodoxas” y que no son más que medidas austeras, las mismas que
tomaríamos en nuestros hogares si perdiésemos nuestro trabajo o tuviésemos
alguna otra crisis.
Tengo
un secreto temor que espero sea injustificado. Temo que la falta de los
fundamentos ideológicos propios de los partidos políticos y ausentes en los movimientos
políticos, imprescindibles en este momento crucial, no le permitan llevar
adelante con firmeza las medidas necesarias.”
Luego, el 2 de febrero del 2016 publicaba el
artículo medidas a medias, malas medidas
donde escribía: “En un país como el nuestro,
personalista y tan poco republicano, no alcanza con ser un presidente bueno, es
necesario ser un buen presidente. Para
ello, aún hay varias cosas que corregir y muchas de ellas implican medidas muy
poco simpáticas o políticamente incorrectas… …Por ahora, nuestro presidente no
ha tomado medidas de fondo con respecto a estos temas vitales.”
En 30 días, Javier Milei ha hecho y ha
propuesto muchos más cambios, y sobre todo mucho más profundos, que cualquier otro
presidente de los últimos 40 años, ¡y estoy convencido que no hace más
simplemente porque no le siguen el ritmo!
Creo que el dinamismo de Milei es comparable al de Sarmiento, a quien se
le atribuye la frase: "hacer las
cosas mal, pero hacerlas".
Seguramente los proyectos que presenta el gobierno
son mejorables y quizás algunos de ellos no sean de extrema urgencia, pero no
nos distraigamos con estos aspectos circunstanciales. Lo verdaderamente importante es que, por
primera vez en décadas, un presidente muestra una categórica y clara intención
de cambio de paradigma en nuestro país.
Cambio de paradigma que afecta los negocios y los privilegios de las
corporaciones (castas) que viven del sistema prebendario y que de ningún modo
van a entregar sin pelear.
Pasemos ahora a los 23 minutos de Milei en
Davos. Lo primero que podemos decir es
que el presidente ha demostrado, una vez más, que no tiene ningún interés en
ser políticamente correcto. Con una
coherencia intelectual palmaria pronunció un discurso consecuente con sus
ideales y alejado de la conveniencia utilitarista; fue absolutamente transparente
e íntegro.
Cuando pienso en su brutal honestidad
intelectual, no puedo evitar encontrar nuevamente un paralelismo con Sarmiento. El famoso sanjuanino sufrió de burlas,
exilios, persecuciones e incluso de un intento de asesinato, por defender sus
ideas, muchas veces incomprendidas y vitupeteadas. Camino a su exilio en Chile y ante la atenta
mirada de sus guardias, Sarmiento esculpió en Los Andes la frase: "On ne
tue point idees'' (las ideas no se matan), claro ejemplo de la firmeza de sus
convicciones.
También me recuerda a Jhon Galt, el personaje
mítico de la novela de Ayn Rand “La Rebelión de Atlas”, o a Soledad de “La
Rebelión de los Mansos”… pero no explicaré más para no spoilear el libro.
Oponerse hoy a la agenda 2030 e intentar
exponer la perversidad que ella encierra es una tarea quijotesca, más aún si
tenemos en cuenta que la misma es promovida por un gigantesco aparato político
y propagandístico mundial que destina miles de millones de dólares a su
promoción.
Si bien el discurso del presidente en Davos
merece un profundo y pormenorizado análisis, he decidido centrarme en lo que
considero el meollo del asunto: ¿Por qué Milei acusa de socialistas a las distintas
ofertas políticas que van desde los socialdemócratas hasta los globalistas? La respuesta es porque filosóficamente todos
ellos promueven las ideas colectivistas y solo difieren en el grado y modo de
aplicación. Veamos a qué me refiero.
Cuando una posición política propone un modo de
organizar la sociedad lo hace en función al ideario filosófico que sustenta su
ideología y el origen de todos ellos los podemos rastrear hasta la Grecia
antigua y más específicamente hasta dos de sus filósofos: Platón y
Aristóteles.
Platón consideraba que el bien de la sociedad
era más importante que el de sus individuos mientras que Aristóteles pensaba
que el bien del individuo es más importante que el de la sociedad. De aquí se desprende que la pregunta que debemos
hacernos al definir una orientación política es: ¿qué es más importante?, ¿la
sociedad o el hombre?, ¿el conjunto o el individuo?, ¿somos Platónicos o Aristotélicos?
Lo primero que hay que señalar es que, por más
que suene tentador, no es posible decir los dos o depende. Las pautas de organización social que
conlleva cada opción son opuestas y solo conducen al caos. Veamos que implica cada una de estas
alternativas.
Si decimos que el bien social es más importante
que el bien individual, estamos diciendo que el bien individual es sacrificable
en pos del bien social (justicia social) y en búsqueda de ese bien social hemos
de validar la intervención del estado (intervencionismo) en la redistribución
de la riqueza (igualitarismo).
Si en contrapartida decimos que el bien
individual es más importante que el bien social, entonces los derechos de todos
los individuos deben ser respetados por igual (igualdad de derecho) y el bien
social será la resultante de la relación de sus integrantes.
Los organismos internacionales como el propio
Davos son promotores de la agenda 2030 que promueve la gobernanza mundial, el
igualitarismo por sobre el mérito, la planificación demográfica y el
conformismo por sobre la libertad.
Milei se opone a esta nueva forma de esclavitud
blanda y es decisión de cada uno de nosotros el elegir de qué lado del campo de
batalla deseamos estar.
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