La “micro” puede esperar: a falta de reformas estructurales, Milei apuesta todo a bajar la inflación
Diego Dillenberger
Director de la revista Imagen y conductor de La Hora de Maquiavelo.


El presidente Javier Milei pasó la conmemoración de sus cien días de gobierno sin grandes logros políticos para festejar: el mega DNU de más de 300 decretos con el que inauguró su mandato en diciembre recibió medio rechazo en el Senado, y -ya antes- el fundamental capítulo de reformas laborales había quedado empantanado en la Justicia.
El Congreso tampoco le aprobó su Ley Bases, apodada “Ley Ómnibus”, de más de 600 capítulos: el “milagro histórico” de hacer trabajar a los legisladores en sesiones extraordinarias casi todo el verano terminó en la nada misma.

La oposición más intransigente al primer presidente economista de la historia argentina apuesta a no darle a su gobierno las reformas que permitan revivir la moribunda economía argentina, que no crece, no atrae inversiones ni genera empleo genuino desde hace más de 15 años.
Para salvarse de que ese primer tiempo termine 2 a 0 abajo, Milei hace una apuesta arriesgada para anotarse un gol antes del entretiempo en el ítem que más preocupa a los argentinos: la inflación.
Desde hace años la inflación lidera en todas las encuestas como preocupación número uno -y por lejos- incluso sobre la inseguridad, y los últimos sondeos están mostrando que por ahora lo viene logrando, aun con un Índice de Precios al Consumidor de dos dígitos, un nivel de pobreza que no se vio en los últimos 20 años y una recesión ya comparable a la tragedia de la caída de la Convertibilidad en 2002.
La última encuesta de la consultora Opina Argentina llega a la conclusión de que los argentinos le siguen teniendo fe a Milei de que pueda acabar con la inflación: la serie que empezó a medir en septiembre del año pasado indicaba que por entonces el 67 por ciento esperaba que la inflación aumentara. Pero ahora que, previsiblemente por la megadevaluación de diciembre y la eliminación de subsidios a los servicios públicos, los precios subieron muchísimo más rápido que los años anteriores, las expectativas de que la inflación siga subiendo cayeron a la mitad: 37 por ciento. Ahora, casi la mitad de los encuestados a nivel nacional (47 por ciento) espera que los precios bajen su escalada en los próximos meses.

Expectativa
Según la consultora que dirige el politólogo Facundo Nejamkis, el 50 por ciento cree que, con Javier Milei, al país le irá mejor, contra el 46 por ciento que cree que le irá peor. El Presidente ya no será el político de mejor imagen que era todavía en diciembre, como mostraba la última encuesta de D´Alessio IROL Berensztein, pero estos números hablan de una opinión pública con gran resiliencia: cualquier otro gobierno tendría pésima imagen con los datos económicos actuales y los resultados políticos nulos que muestra Milei.
Por eso no llama tanto la atención que desde el gobierno nadie haya salido a ponerle el más mínimo contenido a esos “Pactos de Mayo” a los que sorpresivamente convocó Milei en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el 1 de marzo.
Pasaron tres semanas de aquel trascendente anuncio y todavía los periodistas esperan que alguien desde la Casa Rosada dé alguna pista “de qué se trata” ese acuerdo que debería firmarse el 25 de mayo con los gobernadores.
La apuesta de Milei es -mientras tanto- seguir “seduciendo” al electorado con una baja en la inflación y la estabilidad del dólar: el gobierno decidió aplazar por un tiempo una nueva quita de subsidios al transporte público en el AMBA, y el ministro de Economía, Luis Caputo, se mostró sumamente preocupado ante empresarios de la alimentación y supermercadistas y les suplicó que eliminen las promociones para que los productos reflejen que en muchos rubros están bajando sus precios. Fabricantes y supermercados se habían sobregirado durante el verano esperando más devaluaciones: el clásico “aumento un poco más por las dudas” tan propio de una Argentina acostumbrada a la inflación crónica.
El INDEC no mide del todo bien las “promos” de los supermercados, como el “2 x 1″ o “3 x 2″ que decoran las góndolas desde siempre, pero ahora cada vez más profusamente, a raíz del derrumbe de las ventas. Caputo debe haber pensado que -por un tiempo- el libre mercado deberá esperar, si eso ayuda a que el índice baje a un dígito antes de mediados de año, como pronosticó inicialmente Milei. Sugirió una suerte de “precios cuidados” voluntario.
Es otra táctica clásica del economista melenudo: pronosticar datos mucho más pesimistas para después poder decir que el resultado fue “un numerazo”. La inflación mayorista de febrero resultó de 10.2 por ciento. ¿El índice minorista de marzo, que se conocerá a mediados de abril, traerá el “numerazo” de un dígito antes de lo pronosticado por el propio Milei?
La apuesta es a todo o nada: para mantener los “superávits gemelos” (fiscal y de balanza comercial) que tranquilizan la cotización del dólar y los precios, el ministro Caputo es capaz de subir impuestos, como el de los combustibles, y guardarse el absurdo Impuesto País para comprar productos en dólares sin repartir con las provincias: así logra equilibrio fiscal y emitir lo menos posible, mientras mete sueldos, jubilaciones y deudas con proveedores en la proverbial “licuadora” de la propia devaluación e inflación. El superávit del comercio exterior es consecuencia de un verdadero desplome de las importaciones tras la devaluación.
Pero Milei sabe que las reformas macroeconómicas no van a traer por sí solas crecimiento: son una condición necesaria para atraer inversiones, pero no son suficientes.
El propio Milei admitió que no puede hacer una reforma previsional para que haya más aportantes en un sistema quebrado por las sucesivas moratorias que dio el kirchnerismo sin antes hacer una reforma laboral: la mitad de los trabajadores del sector privado están en la informalidad y no aportan. Mientras tanto, dará aumentos de las jubilaciones por DNU.

Los problemas oara solucionar.
El Presidente será especialista en macroeconomía, pero sabe que sin “micro” no hay paraíso. Para eso necesita antes una reforma laboral, hoy trabada en la Justicia y con una Corte Suprema que no da señales de tener ganas de acelerar para tratarla.
También una reforma del estado depende de una reforma laboral: ¿quién reemplaza al estado “sin plata” para tomar personal masivamente -como se hizo desde el kirchnerismo durante décadas con total irresponsabilidad- sin un cambio drástico en los costos y riesgos de contratación de personal para el sector privado?
Desde hace 15 años el saldo de empleo entre altas y bajas en el sector privado está estancado, y la población argentina sigue creciendo.
¿Será esa reforma crucial parte de los “Pactos de Mayo”? Milei tampoco dio señales de querer mandar ahora una ley de flexibilización laboral al Congreso para subsanar el malogrado DNU, y el ministro del Interior, Guillermo Francos, insinuó que el gobierno podría esperar a ver cómo resultan las elecciones de medio término para apostar a una nueva ley del trabajo recién en 2026.
Crisis económica
Por eso la apuesta de Milei, mientras la oposición le muestra los dientes en el Congreso, es seguir seduciendo al electorado con el índice de opinión pública con el que mejor le va, que son las expectativas positivas en el rubro más importante de todas las preocupaciones: las expectativas inflacionarias.
El gobierno libertario también guardó en un cajón las antes meneadas intenciones de conseguir reformas mediante un referéndum: no se siente con capacidad de comunicación suficiente como para conseguir aprobación para reformas complejas de explicar.
Por eso la “luna de miel” del Presidente con los votantes en el exclusivo territorio de la inflación va a ser su arma más poderosa contra los gobernadores: si no lo ayudan con las reformas en el Congreso, no hay “alivios fiscales” para las provincias, y se arregla solo con sus logros antiinflacionarios, aunque no le quieran dar reformas “micro”.
¿Será sustentable por mucho tiempo más canjear inflación por recesión? La encuesta de Opina Argentina tiene una pregunta que siguen atentamente desde las oficinas del otro Caputo, Santiago, el cerebro del marketing electoral de Milei: “¿quién es el principal responsable de la actual crisis económica?” Para el 53 por ciento todavía sigue siendo el anterior gobierno “de Alberto, Cristina y Massa”.
Mientras este dato no cambie demasiado, la “micro” puede esperar.


Publicado en TN.







 

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