¿Llegó el día?

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
Hace una semana, escribí un artículo en el que indicaba,
cuales creía debían ser las prioridades del gobierno, luego de su victoria en
las últimas elecciones: recuperar la paz
cotidiana (seguridad y justicia), bajar
los impuestos (y el gasto público), desburocratizar
y educación.
Los tres primeros puntos de este “cuarteto”, estuvieron incluidos en el discurso dado por el
presidente Macri; el que me haya anticipado no fue un acto profético sino de
sentido común.
Sin duda, el reconocimiento del delicado estado en el que
se encuentra nuestro país (una novedad si lo comparamos con el gobierno
anterior), es un avance muy importante que hay que reconocer. Ahora bien, una vez establecido el
diagnóstico las preguntas son: ¿está dispuesto Cambiemos a aplicar las medidas “poco simpáticas” que hay que instaurar?
¿Tendrá el apoyo suficiente de la ciudadanía, de los políticos, de los jueces y
de los sindicalistas como para hacerlo?
Al respecto, tengo mis serias dudas de que la corporación
política-judicial-sindical-burocrática esté dispuesta a “soltar el dulce” tan fácilmente, estos “malcriados” se resistirán sin dudas a abandonar su parasitismo.
Tampoco considero una posible solución, el esperar que el
crecimiento económico “absorba” el
déficit; pues, aunque eso sucediese (cosa que creo una fantasía), el problema
cultural de fondo permanecería intacto y tarde o temprano, volveríamos a
sumergirnos en la miseria.
El gobierno deberá desarrollar estrategias sagaces por las
que obligue a las provincias, a la justicia y a los sindicatos a asumir sus
responsabilidades, dejándolos expuestos en sus malversaciones, en sus
inoperancias, en sus corrupciones y en sus enmarañadas máquinas de impedir
(burocracia).
Imagino una idea puntual.
Nacionalizar (transitoriamente) la educación y salud estatal de todo el
país y devolver el cobro de impuestos a las provincias, las que deberán
coparticipar un porcentaje al gobierno nacional para el funcionamiento general del
país. De este modo, cada provincia será
más autónoma y deberá responder ante sus habitantes, acerca de los impuestos
que cobra y de su destino, sin poder “echarle
la culpa” a la Nación.
Estamos en un momento de inflexión, el que nos
transformemos en un país serio, en una república de verdad, dependerá de las
próximas medidas que tome el gobierno; confiemos en que no desperdiciemos esta
nueva oportunidad de terminar de una vez por todas con El Imperio de la Decadencia Argentina.
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