Educación: Los diputados dieron el mejor ejemplo

Edgardo Zablotsky
Ph.D. en Economía en la
Universidad de Chicago, 1992. Rector de UCEMA. En Noviembre 2015 fue electo Miembro de la Academia
Nacional de Educación. Miembro del Consejo Académico de la
Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Consultor y conferencista en políticas públicas en el
área educativa, centra su interés en dos campos de research: filantropía no
asistencialista y los problemas asociados a la educación en nuestro país.
El episodio del canje
de pasajes en el Congreso parece haber llegado a su fin. El pasado viernes 13
de abril, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, con el acuerdo
de la mayoría de los bloques parlamentarios, firmó la resolución por la cual se
elimina el sistema de canje de pasajes por efectivo y se establece el concepto
de gastos de movilidad.
Ello satisface el
reclamo del presidente Mauricio Macri, quien lo había criticado con dureza, al
señalar: "Si los diputados creen que su salario no es suficiente, tienen
que blanquear su necesidad de tener uno mejor, pero ese mecanismo de los
pasajes no es algo que esté bien. Es querer disfrazar algo de otra cosa".
Es claro que la resolución firmada por Emilio Monzó blanqueó la vieja práctica.
¿Qué relación tiene
ello con la educación? Mucha más de la pensada, como argumentaré en esta nota.
La resolución firmada
por el presidente de la Cámara de Diputados establece que cada legislador
contará con 10 pasajes aéreos o terrestres para su uso dentro del territorio
nacional, nominados e intransferibles. Esos pasajes no podrán ser canjeados por
efectivo y vencerán a fin de cada mes. Adicionalmente, podrán optar por una de
las siguientes alternativas.
Primero, elección de
una de las siguientes opciones:
-Una suma fija no
remunerativa, en concepto de movilidad de 20 mil pesos.
-La asignación de 12
tramos aéreos innominados para su uso, ida y vuelta, con validez mensual, no
renovables y no canjeables.
Segundo, elección de
una de las siguientes opciones:
-Una suma fija no
remunerativa en concepto de movilidad de 10 mil pesos.
-La asignación de 20
pasajes terrestres, con validez mensual, no renovables y no canjeables.
De esta forma se generó
un menú de cuatro opciones, con lo que se blanquea el mecanismo de cambio de
pasajes por efectivo, dado que el legislador que así lo desee podrá optar por
recibir un adicional de 30 mil pesos mensuales, que podrá emplear a su libre
albedrío, en forma similar a como en la práctica lo venía haciendo mediante el
cambio de pasajes.
Es llamativo, y
desigualitario, por cierto, que el resto de los ciudadanos carezcamos de una
flexibilidad similar en numerosas instancias. La educación es el más claro
ejemplo de ello.
¿Qué mejor evidencia
que el virtual monopolio estatal de la educación? Al fin y al cabo, aquellas
familias carentes de posibilidades económicas para optar entre una institución
pública y otra privada enfrentan al Estado como el proveedor monopólico de los
servicios educativos que reciben sus hijos.
En los últimos años,
numerosas familias han optado por enviar a sus hijos a escuelas privadas, a
pesar de la existencia de la educación pública gratuita. Es claro que cada
familia que toma esta decisión debe pagar dos veces por la educación de sus
hijos, una a través de sus impuestos y otra a través del pago a la escuela
elegida, dado que no cuenta con la misma flexibilidad que los legisladores.
¿Por qué no estructurar
una tarjeta, que denominaré Educard, que permita cambiar esta realidad? Podría
ser entregada a todos los padres de familia o, si fiscalmente ello no es
factible, a aquellas familias que califiquen según un criterio de necesidad, con
un único importe acreditado a ser aplicado cada mes, ya sea en una institución
educativa pública o privada. De esta forma, parte del presupuesto educativo
seguiría a los alumnos y aun las familias más humildes tendrían la real
oportunidad de optar por la educación que habrían de recibir sus hijos.
El sistema no atentaría
contra la educación pública. Ninguna familia estaría obligada a dejar de enviar
sus hijos a la escuela a la que actualmente concurre. De hacerlo es porque
opina que la alternativa por la que ha optado provee mejores servicios
educativos o más adecuados para los gustos, las necesidades o las habilidades
de sus hijos.
Por cierto, sería
interesante llevar a cabo una estadística entre los legisladores respecto del
tipo de escuela en la cual que cursan o han cursado la educación obligatoria
sus hijos. Probablemente descubramos que una gran mayoría opta por enviar a sus
hijos a instituciones privadas, mientras muchas familias argentinas carecen de
una opción similar dada su situación económica. Es hora de blanquear también
esta situación.
Publicado en INFOBAE.
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