Transporte que no transporta
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
Somos habitantes del mundo. Hasta la revolución industrial (hace apenas
un par de siglos), el hombre desarrollaba su vida en torno de una granja (con
su casa dentro de ella) o de un taller artesanal colindante a su hogar.
La vida hasta entonces, se desarrollaba en un
espacio geográfico muy pequeño, el cual sólo era abandonado en contadas
ocasiones; al concurrir a misa los domingos, al ir eventualmente por víveres o
repuestos a la proveeduría o al ir a vender al mercado los productos de la
cosecha.
En la actualidad considero (más allá de los
eventuales viajes a destinos remotos, principalmente relacionados con las
vacaciones y el turismo), que los traslados cotidianos representan un problema
mayúsculo, en parte por los costos que ellos generan, pero principalmente, por
lo que representan en pérdida de tiempos y de confort.
Hoy pasamos ingentes horas de nuestra vida
montados en algún medio de transporte.
Día a día, vemos pasar nuestra existencia en el reflejo que nos devuelve
la ventanilla de un automóvil, de un tren, de un subte o de un colectivo.
Desde hace décadas, en Argentina tenemos un
sistema de transporte público absolutamente regulado, el cual ha demostrado,
sin lugar a dudas, ser un monstruoso desastre.
Creo que es tiempo de que el estado deje de molestar, se haga a un lado y
le permita a los ciudadanos generar soluciones para revertir esta calamidad.
Hace un tiempo, incluí en change.org, una propuesta
que procuraba modificar el transporte en la ciudad de Córdoba ( https://www.change.org/p/consejo-deliberante-de-c%C3%B3rdoba-transporte-p%C3%BAblico-de-pasajeros-irrestricto
). La idea central del proyecto, era
quitar todas las restricciones corporativas (tranzas) y burocráticas impuestas
por las ordenanzas, dejándole al estado, sólo el poder de policía para
fiscalizar las condiciones de seguridad.
Al respecto me pregunto, ¿por qué debe haber un
número determinado de taxis?, ¿por qué estos deben pagar la patente
diferencial?, ¿por qué no se permite el desarrollo de sistemas alternativos como
Uber o de cualquier otro que el ingenio de un emprendedor promueva?
No debe ser por una cuestión de seguridad, eso
se resuelve con una reglamentación transparente que asegure los medios para
verificar el correcto estado de los vehículos y la pericia de los choferes; sin
importar ni limitar el tipo o número de emprendimientos.
Tampoco debe ser por cuidar el bolsillo de los
usuarios, ya que la competencia y la aparición de nuevas alternativas disminuirían
sin dudas los costos. Quizás sea eso,
dinero. Quizás sea que al estado le
conviene vender patentes de taxi y licitaciones de colectivos. O quizás sea que los prestadores de estos
servicios quieren tener la vaca atada. Ahora
bien, si seguimos este último principio, también deberíamos limitar la cantidad
de kioscos, ferreterías o peluquerías.
Decididamente no debe ser por cuidar el confort
de los pasajeros. El patético cuadro que
presenta el ver los colectivos, trenes o subtes, atiborrados de pasajeros, sólo
me permite suponer, que si lo transportado fuese ganado, serían denunciados por
maltrato animal.
Tampoco debe ser para simplificarle la vida a
los ciudadanos, a las pruebas cotidianas me remito. ¿Entonces?, insisto.
¿Por qué no permitir que existan, por ejemplo,
servicios como taxis compartidos, minibuses, vans o utilitarios? La presencia de los mismos ¿perjudicaría al
ciudadano?, lo dudo, incluso me atrevo a decir que lo beneficiarían.
A continuación, transcribo los beneficios que enumero
en el proyecto al que me referí con anterioridad, proyecto absolutamente
perfectible y para nada cerrado. Con esta
iniciativa no sólo pretendo aportar una idea, sino que además, busco demostrar
que los políticos no son los dueños de la verdad (en realidad están bastante
alejados de ella) y que la gente de a pie (como yo, como vos) puede tener ideas
que valen la pena explorar.
La
reducción significativa del número de vehículos que habrían de circular por la
ciudad (una Vans reemplaza a varios autos, ver el proyecto), redundaría en
varios beneficios:
1- Disminución de la contaminación por el
humo de los escapes.
2- Baja de la contaminación sonora.
3- Menor cantidad de accidentes viales.
4- Mayor agilidad en el tránsito.
5- Menor deterioro de la calzada
6- Liberación de recursos humanos del
personal municipal de tránsito
7- Menor necesidad de gasto en materiales,
vehículos de control y grúas por parte de la municipalidad.
8- Agilización del tránsito de los vehículos
particulares que circulen.
9- Mejor desempeño de las unidades de
transporte público de pasajeros masivo, las que podrán aumentar la frecuencia
al no perder tiempo en el tráfico.
Seguramente muchos argentinos tienen ideas más
inteligentes que la que expuse para resolver este y otros problemas. Por eso pregunto, ¿no habrá llegado el
momento, de poner nuestras propuestas en la agenda de los políticos y
obligarlos a tratarlas?
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!