Libertad y Educación: ¿una alianza viable?
Martín Sáiz
Licenciado y Magíster en Recursos Humanos. Doctorando en Administración de Empresas e Historia.
Decidí comenzar mis reflexiones con
la siguiente duda: ¿es viable una alianza estrecha entre Libertad y Educación?
Derivado de ello el primer
argumento a compartir es el objetivo mismo de la educación. Rápidamente puedo
compartir que sería formar ciudadanos libres y competentes en aquellas ciencias
y/o disciplinas que individualmente hayan decidido estudiar. Más otros podrían
decirme que estoy equivocado y que el objetivo es formar ciudadanos que den
respuesta a las necesidades que la sociedad donde viven presenta en el mediano
plazo. Para los primeros ser biólogo será una elección vocacional de vida,
mientras que para los segundos ser biólogo será una respuesta a la necesidad
del país por contar con esos profesionales en su intento de desarrollar esa
ciencia fronteras adentro. Sostengo a partir de lo aprendido, que la educación
debería tener como objetivo lograr la máxima expresión de cada individuo que se
inserte en el sistema educativo.
Ahora bien, vale reflexionar qué
implica la búsqueda de la máxima expresión tal como pensara Adam Smith hace
tiempo aunque con palabras similares. El contexto resulta determinante: la
intensidad y el alcance de las nuevas tecnologías promoviendo un acceso casi
irrestricto e inmediato a la información, hacen que la educación ya no pueda
ser impartida con tizas y pizarrones. Los niveles de atención han variado y las
exigencias pedagógicas también. En resumen, pensar un sistema educativo libre y
viable implica pensar que todo lo contenido en él debe alinearse con los
desafíos y posibilidades que ofrece el contexto tecnológico fundamentalmente.
Friedman con sus vouchers
educativos llamó a subsidiar la demanda educativa en lugar de la oferta. Cambia
el foco de atención siendo los padres quienes podrían elegir la institución
donde sus hijos podrían formarse. Reflexioné aún más allá del cambio de foco,
sosteniendo ahora que al colegio no asiste sólo el niño o el adolescente: deben
comprometerse con la causa los padres, familiares, comunidad y docentes. El
esfuerzo educativo se revela como algo colectivo por naturaleza donde algunos
aprenden, otros enseñan y otros colaboran estructuralmente. Creo que esto
también debe reconsiderarse de cara a una alianza viable entre Educación y
Sociedad Abierta: todos aprenden y enseñan al mismo tiempo, todos son
aprendices de un proceso que pareciera ser sumamente dinámico.
Volviendo a la cuestión de los vouchers,
me resultó interesante la idea de un “mercado
educativo” donde prevalezcan las leyes de un libre mercado. No lo pensaba
hasta entonces, porque me di cuenta prevalece un fuerte discurso que asocia la
Educación a los derechos y a la gratuidad. Sin embargo, esta propuesta del
Premio Nobel de Economía me lleva a pensar en una viabilidad mayor y por qué no
en una igualdad mejor buscada.
De lo antecedente, corresponde
repensar el papel del Estado en este tema. Hoy, pareciera imposible quitar su
absoluta responsabilidad en la gestión de la educación pública. Pienso que su
rol podría reconvertirse y ser quien controle desvíos, propicie el cumplimiento
de las normas básicas, dejando justamente al mercado educativo y al nuevo rol
de todos los involucrados la gestión habitual.
Siento que los párrafos compartidos
hasta el momento, invitan a pensar que una alianza estrecha entre Libertad y
Educación es viable. Lo es pensando a la Educación como la búsqueda de la
máxima expresión individual, contemplando a todo momento los contextos, las
tecnologías disruptivas, los cambios en los subsidios, los roles de todos los
actores involucrados y la puesta en debate de premisas que bien merecen ser
reconsideradas.
Sin embargo, las reflexiones no
terminan aquí. Si es viable la relación entre Libertad y Educación, una serie
de cuestiones derivadas resultan igual de importantes que las ya compartidas.
Por ejemplo, la estrategia de “más es
mejor” pareciera no ser efectiva a la luz de lo estudiado. Si bien existen
objetivos secundarios tales como horas de clase, asistencia, ausentismo,
exámenes y notas, resulta la calidad un aspecto importantísimo al momento de
repensar el sistema educativo. Entiendo que lo cualitativo obliga a pensar la
pertinencia de los contenidos y las metodologías de aprendizaje. Si pensamos en
el nivel de infraestructura de nuestras escuelas públicas, no hay espacio para
soñar con Montessori ni Escuelas Charter. Quién debe determinar los contenidos
y las metodologías, implica un debate que no estoy en condiciones de responder.
Solamente invitar, al igual que en párrafos anteriores, a que todos los
involucrados participen activamente considerándose aprendices del proceso
independientemente de sus responsabilidades.
Ya
que mencioné distintos modelos educativos, creo adecuado esgrimir que la
efectiva presencia de la libertad educativa en una sociedad abierta debe
presentar variadas opciones en términos de educación. Hoy no contamos con eso y
lamentablemente no vislumbro ningún proyecto o idea socialmente compartida que
promueva distintas opciones. En todo caso, al no prevalecer la idea de “mercado educativo” no se generan
espacios de competencia entre instituciones o corrientes de pensamiento
educativo que quieran / puedan enamorar con sus propuestas. Lo que está, es lo
que hay. Y los estudiantes tanto como sus padres, son rehenes del modelo. En
algún pasaje de los textos especializados en la materia, leí que la educación
indirectamente determina estratificaciones sociales. No podría estar más de
acuerdo con esa premisa, toda vez que lo vigente lejos de favorecer la
movilidad social asocia su futuro al espacio donde estudió. Algunos por una
ignorancia despectiva, otros porque sostienen que la calidad de la educación no
es igual en distintas instituciones. Nada más dañino para el objetivo inicial
de buscar la máxima expresión del individuo.
A modo de cierre, retomo la duda
inicial: ¿es viable una alianza estrecha entre Libertad y Educación? A la luz
de lo reflexionado, no se trata de viabilidad sino de necesidad: debe haber una
estrecha relación entre Libertad y Educación. Resulta imposible pensar una
sociedad abierta cuando la Educación de sus ciudadanos no está basada en las
premisas de la libertad. Educación y Libertad me suenan a sinónimos, ¿Cómo ser
libre si antes no hubo estudios que enseñen a pensar libre de dogmas y faltos
de razón? ¿Cómo estudiar en un ámbito donde la libertad de pensamiento y la
posibilidad de generar nuevos conocimientos no es la regla primordial?
Todo ámbito en Argentina reviste
complicaciones para aplicar premisas de libertad. Nos cuesta la libertad,
porque si bien formalmente somos libres desde 1816, aún nos falta mucho por
desarrollar en términos liberales. La Educación no es una excepción. Por eso
más que nunca, bien vale la pena apostar a una alianza entre Libertad y
Educación.
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