Más Estado o más sociedad civil…he aquí la cuestión!
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
El presidente Milei pretende con
insuficientes fuerzas en el Congreso conquistar la independencia de los
argentinos, pasar sin transición de la esclavitud que impuso el dirigismo
estatal a la libertad de un régimen liberal, remover los obstáculos amontonados en el
espacio de varias décadas, terminar con la lepra de antiguos vicios pero, parece imposible extirparlos de golpe con una ley ómnibus. Los sucesos en el Congreso indican que hay
mucha esperanza perdida habrá que ver si el instinto de conservación prevalece
en la mayoría de los legisladores y gobernadores para que se logre el
equilibrio relativo necesario para componer las cosas, sobre todo para que no naufraguen también las instituciones republicanas. Será muy duro
el periodo de transición pero la lucha por un cambio de sistema que acabe con
la inflación, mal que chupó la energía de los argentinos y los empobreció
material y moralmente, bien lo vale.
La oposición debe ayudar al gobierno en
sus primeros pasos, que la figura de Milei no guste, incluso produzca resentimiento o rechazo, no es motivo para que no se piense en mejorar el porvenir del país. No son pocos
los políticos que marchan en consonancia con las protestas violentas y
desestabilizadoras, hay que hacerles explicar cuáles son sus intereses, definir
claramente sus objetivos ya que no tienen un plan alternativo, no son ellos los
que terminarán con el largo letargo en que nos colocaron durante años, deshonrando
la República e inmovilizando su destino,
no podrán impulsar al país hacia adelante repitiendo políticas
fracasadas.
Hace falta realizar la gran obra que las
circunstancias actuales exigen, Javier Milei
no miente, no propone una Argentina poderosa para este año, sino un cambio de dirección para que pueda
traducirse, lo antes posible, en cambios estructurales decisivos que
disuelvan el corporativismo, que puedan insertarnos en el mercado mundial
promoviendo la amistad con las grandes potencias democráticas y pro-occidentales
y liberar las fuerzas creadoras,
dormidas en los argentinos por sometimiento a las coacciones de
gobiernos intervencionistas y dirigistas
del pasado. Desde su aparición en la política, de buena o mala manera, ha intentado dar la batalla cultural que se
manifestó claramente e intensamente en estos días, no solo en el Congreso, también en la prensa y
medios de comunicación. Tiene la
intención de debilitar el populismo, recuperar el texto constitucional de
1853, desestimar y rechazar todo acto
de violencia con la ayuda inestimable de Patricia Bullrich, tan convencida como
él de que hay que seguir adelante con el reclamo insistente de paz social como
valor, que apoya la mayor parte de la
sociedad argentina. Pero, como más importante que las intenciones son los efectos posibles o reales de los actos de gobierno,
el Presidente deberá esforzarse por afianzar la autoridad moral frente a la
gente, diferenciarse de los gobiernos
kirchneristas, no apartarse del camino
ni dejar de explicar la necesidad de leyes que desregulen la economía y
permitan volver a los principios de la Constitución, poner a su favor a la
opinión pública para que acompañe los cambios que se precisan, demostrar que no hay intereses personales en
los proyectos que se anuncian, solo el bien de la República. Los legisladores tal vez, de ese modo, no tendrán más remedio que acompañar por la
fuerza de su gravitación, entender la conveniencia de tirar del mismo carro.
También sería útil que la gente
sostuviera con energía sus derechos, que se lograra formar un núcleo vigoroso de unidad impulsado por los
principios constitucionales y se estrecharan las relaciones con los sectores que piensan de manera
similar para que aportaran luz y auxilio cuando lo pidieran las circunstancias.
Si
la oposición no apoya al Gobierno, la inflación desembocará en una
hiperinflación por lo cual el país enfrentará un verdadero desastre. Las
expresiones del presidente al respecto son ciertas, advertencias serias y razonadas acerca de los
males que nos amenazan. Lo que se ha observado, hasta ahora, en el Congreso, es
la oposición sistemática a las medidas constructivas, los legisladores han
abusado de sus atribuciones para oscurecer las instituciones que deberían estar
apuntalando, se negaron a construir un futuro mejor, se refugiaron en el pasado
para eludir las responsabilidades mayúsculas que requiere la actualidad. Les deben
a los argentinos una dinámica actitud positiva para encauzar la economía y
generar los aportes que la hora reclama. Se necesitan representantes que se
decidan a cambiar el rumbo y a acompañar al país, deben preguntarse hasta cuándo pueden los argentinos estirar su
tolerancia, hay límites para convivir
con el modelo anterior, los errores no pueden volver a torcer el destino de
nuestro país, a ponerlo en llamas. Hay sectores que no llegan a fin de mes, se ve
la angustia diaria del comerciante, del que trabaja por cuenta propia, del que
depende de un pequeño negocio o del ejercicio de una profesión liberal, de los
siempre postergados jubilados y docentes y hasta de los que tienen un buen empleo. Se vive en la
incertidumbre de un ambiente enloquecido por la fluctuación enorme de los
ingresos, la falta de crédito, con una
ansiedad insoportable, que enferma. Es peligroso porque crea un clima de desestabilización, hay que impedirlo, la única solución es apoyar esta nueva alternativa que implica, para reformar
el Estado, una amplia política de privatización y desregulación que
dinamice los mercados y vigorice los recursos de la sociedad civil. Corresponde atacar la acción disolvente de grupos de
izquierda y ultra izquierda, populistas, estatistas y nacionalistas
irrecuperables, seguir con la política
de identificarlos sin miramiento alguno. Negociar es inútil, tienen objetivos
que responden a intereses espurios, el
proceder con firmeza tendrá amplio apoyo de la población que constituye la
mayoría, cansada del carnaval en que
vivimos.
El
Gobierno, como también el Congreso, debería esforzarse por afianzar la
seguridad, es uno de los temas que convendría sustraer de las contiendas
políticas, considerarlo un objetivo
nacional, entre los prioritarios. En el Mundo, tanto la democracia como la libertad, sufren serios embates, el Presidente ha resuelto de qué lado debe Argentina posicionarse. La
visita a Israel y la alineación de su
política con los países democráticos occidentales requiere, sin dilaciones, un acuerdo internacional que suprima hasta
donde sea posible la existencia de movimientos terroristas, coordinar los
esfuerzos con países democráticos para combatirlos, ya fuimos víctimas, demanda una firme voluntad
política para emprender el imprescindible desafío.
Se está perdiendo un tiempo
indispensable por luchas internas, planteos de recelos mutuos, no se ha elevado
la vista al plano de los grandes problemas nacionales, siguen las demoras en triviales disputas partidarias,
hay que encontrarle un remedio. En cuanto a los fanáticos que no desean ningún
contacto con la oposición, desconociendo que es la política, es bueno recordarles
que ella incluye estar en comunicación con todos los sectores democráticos de
la vida argentina. El gobierno quiere producir hechos políticos que permitan
mostrar que se ocupa de los problemas de quienes representa y difundir la
doctrina liberal, aspira a que cada vez mas argentinos apoyen el cambio de
sistema, conseguir consenso ahora y en
el futuro. No habría que tener miedo de hacer alianzas para crear una fuerza
liberal en todo el país que evite una
nueva frustración, urge poner a la Argentina
en marcha ascendente, abrir la economía
al sector privado, suprimir regulaciones y trabas burocráticas, única manera de atraer inversiones, reactivar la economía, disminuir la desocupación, incrementar los salarios reales, en
resumen, ir hacia un futuro prospero sobre bases económicas solidas, reales, que no interfieran en el bienestar
general.
Es hora de mirar hacia adelante, el
Gobierno cuenta con soluciones para los problemas que nos preocupan, si el
Presidente aumenta el apoyo en el Congreso y sigue firme en su tarea de
gobernar, de enseñar y de aprender, un renacer de la idea de libertad en todos
los planos será posible.
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