Milei, en campaña permanente
Javier Cubillas
Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Cuando se habla
de la campaña permanente, técnicamente, estamos hablando de un gobierno que
comunica todo en clave de seguir sosteniendo adhesiones y aumentar su caudal de
legitimidad para que esto se transforme a su debido tiempo en más votos.
La comunicación,
en este sentido, es hacer pública la política y administración, como un
principio republicano irrenunciable y que por momentos la opacidad y el
oscurantismo administrativista de técnicos no negocia y espera realizar todo
tras bambalinas.
Pero estamos en
épocas de sensibilidades, redes, ruptura y transgresión, algo que a Milei como
outsider que continúa siendo, lo define desde sus inicios, y es esperable que
no renuncie a ese posicionamiento, para contrastar con toda la clase política
que le exige lo que la gente ya ha repudiado hace tiempo: más de lo mismo y un
sinsentido para sus vidas. Es un lugar, desde donde aplica su diferenciación y
diferencial de estilo frente a lo que define como casta.
Pero el riesgo
inherente a esta dinámica veloz y que por momentos recarga con incertidumbre a
grandes sectores sociales en donde el show y el entretenimiento lo atrae a la
política, pero también no deja de preocuparse por el pago de sus obligaciones
cotidianas, es el no poder frenar o no saber con certeza cuándo frenar ante la
complejidad en la cual estamos insertos. Después de todo, Hayek, alertó como
pocos sobre el conocimiento disperso y la arrogancia política.
Y aquí, frenar
entonces significa, morigerar la gira del entretenimiento político que tiene a
Milei como el principal actor, cuando las variables de gobernabilidad en
algunas provincias comienzan a recrudecer, a diario, en tanto cada provincia
tiene su grado de gobernabilidad variable y que los imprevistos pueden no serlo
tanto y los hechos disruptivos ante la creciente pobreza sean en verdad una
realidad que sea reconocible para muchos sólo con el diario del lunes.
Milei, en campaña
permanente
Por esto, aún
cuando Milei pueda no ser el culpable directo y sea en buena medida, la
responsabilidad histórica de la liga de gobernadores que convalidó desmadres
financieros no es menos cierto que la ejemplaridad presidencial indica un rumbo
y un estilo que debe ser analizado críticamente.
En este caso,
habrá que tener en cuenta que con el paso del tiempo durante el 2024 habrá cada
vez más corresponsabilidad entre el presidente y los gobernadores y va a quedar
lejos el relato de lo ocurrido el 2023 para querer despegarse o desligarse de
la historia, los hechos recientes y sus consecuencias.
Por esto, la
campaña permanente sigue de gira desde la campaña electoral 2023, es una
dinámica que aún siendo efectiva para el poder real del presidente puede no
serlo siempre para el poder institucional y sectores sociales que demandan las
mismas políticas que ofrece el gobierno pero no bajo la misma clave y sintonía.
Esa paradoja que se sostiene aún con encuestas favorables al presidente no es
una respuesta que responde a sostener todo lo que haga el presidente.
No hace falta que
se recuerde las advertencias de Mill, Tocqueville, Hume, Lippmann, Noelle
Neumann, entre otros, pero seguimos afirmando que las mayorías nunca tienen
razones mayores que las minorías, que tienen sus argumentos válidos, y que
deben ser publicitados y analizados fuera de toda lógica matemática.
Entender
entonces, que lo efectivo para el show del poder real presidencial puede no
serlo para muchos sectores sociales es calibrar y ejercer la ejemplaridad para
una gobernabilidad ampliada y dinámica que permita mayor estabilidad y menos
incertidumbre política y económica para los productores de las distintas
economías regionales, hoy en el foco, de la preocupación de la agenda social y
económica. Lo cual no es poco, reconozcámoslo, es más bien la argentina
profunda.
A estos fines,
cambiar de formato o modo no cambia la crítica sustancial o de fondo en donde
no es mejor siempre, ni da mayor calidad deliberativa a la democracia y sus
dirigentes, que pasemos de estadios de fútbol o la 9 de julio llena, al estadio
Luna Park. En este caso y antes estos hechos, no cambia el escenario o sitio lo
que realmente esperamos valorativamente de nuestros dirigentes políticos y
empresariales, a 40 años de democracia.
Exigimos siempre
más, menos show y más producción de institucionalidad sostenible en el tiempo.
Publicado en
diario Perfil.
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