Problemas y … ¿ las soluciones?

Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Los
que adherimos a la filosofía político-social liberal, somos devotos del Estado
mínimo, indisolublemente ligado al poder limitado. Aceptamos al Estado
monopolizador del uso de la fuerza, como garante del orden social,
imprescindible en una sociedad de alta complejidad como la actual. Pero,
pretendemos que se limiten sus funciones –como lo señaló John Locke en 1714 – a
la protección de la vida, la libertad y la propiedad.
Este
es el ideal liberal. De ahí a los hechos hay una considerable distancia en
nuestro país. Y en gran medida se puede comprender por la necesidad que tiene
el político de lograr la adhesión de mayoría, de negociar, hacer concesiones y alianzas
con partidos que piensan distinto.
No es
fácil gobernar, por eso, en reiteradas ocasiones, se debe comprender que se
aparten un poco del rumbo, aunque sin hacerlo de los principios y garantías
constitucionales. Quien no entiende que la política es el arte de lo posible, pretende
por lo general, que su partido no se separe, ni un ápice, de un sistema de
ideas filosóficas con lo cual lo congelan y relegan ya que la realidad es como
es y no como uno quisiera que fuese.
El
gobierno del presidente Macri está luchando con la cosmovisión estatista de la
mayoría de la sociedad, la cual reclama la intervención y dirección del Estado.
Esto hace que, por un lado, tenga un discurso más cercano a las ideas liberales
y por el otro se paralicen las acciones tendientes a lograr un cambio de rumbo
definido sólo, en los discursos.
¿Cuál
es el resultado? Un progreso demasiado gradual en su cometido de bajar la
inflación, un mal que no permite vivir mejor a la mayoría de los argentinos
quienes viven asediados por el constante aumento de los precios.
El Gobierno
sigue emitiendo en exceso por causa de un presupuesto desequilibrado provocado
por sus excesivos gastos. Éstos ni siquiera pueden ser solventados por la
gravosa carga impositiva. En resumen, como ya lo hemos experimentado en el
pasado, la inflación no permite estimular la economía y desequilibra la
producción y el empleo.
La
solución es decidirse a reducir rápidamente los gastos estatales innecesarios, en vez de seguir recurriendo a incrementar las
tasas impositivas.
Gasto
público, déficit fiscal y emisión monetaria,
esa es la cuestión..
Por
otro lado tenemos el problema de la deuda. El Gobierno se está endeudando peligrosamente para financiar al Estado.
Existe el peligro de que los acreedores no quieran seguir prestando, el
gobierno no pueda seguir emitiendo y los contribuyentes no puedan seguir
pagando más impuestos Como no se ha
generado la confianza suficiente, poco es lo que se invierte. También es escasa
la afluencia de capitales extranjeros y exigua la inversión de capitales argentinos. Si
ingresaran, con fluidez, las
empresas comenzarían a invertir porque bajaría, considerablemente, la tasa de interés. El gobierno podría tener
asegurada la reactivación económica y por ende reducir la deuda externa.
Para
lograrlo, además de la aumentar la confianza,
el Gobierno debe sentar las bases de una
economía libre con una estructura sólida sobre la cual asentar el progreso del
país, realizando los profundos cambios que requiere y explicando las consecuencias positivas, para la calidad de vida, que tendrán en el
corto y largo plazo.
Las
medidas aisladas que se adoptan son insuficientes y, lo que es peor, desconectadas entre sí, incitando a la confusión de los inversores,
quienes se mantienen expectantes a la espera de un plan global sustentable
que les permita pensar que habrá condiciones para invertir por muchos años.
El
presidente debiera exigir a su equipo, apresurar el paso, para terminar con el déficit y la intervención indebida sobre los mercados y
con ello con su consecuencia, la emisión de moneda, liquidando, de este modo, un problema que ha impedido por décadas, reactivar importantes sectores de la
economía: la inflación.
Se
necesitaría, también, lograr un acuerdo con las principales fuerzas del país
para que apoyen el plan para lograrlo,
al menos, por dos años. Eso le
daría al Gobierno, tranquilidad para
ejecutarlo. No es tarea fácil pero es importante intentarlo para de una vez por
todas, nuestro país restablezca una sana economía tanto en el plano local como
en el internacional.
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