Al Gobierno le toca bailar con la más fea
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Estamos
viviendo los coletazos de un sistema que hundió al país durante muchos años, la
gente cansada de la persistente inestabilidad
le dio al actual presidente una
oportunidad para dejar atrás el orden
económico- social que nos resignaba al subdesarrollo. La vía del nacionalismo
cerrado, del estatismo, del intervencionismo económico, de la libertad a medias
ya no es confiable. La inflación mostró
el irremediable fracaso, es el más apremiante de los problemas actuales, hizo
que la mayoría de los argentinos acepte la inevitabilidad de un cambio y en eso
estamos. La tarea será larga y difícil, no es pan comido, como dicen los chicos, el Gobierno tiene una
responsabilidad enorme, deberá atravesar
fuertes resistencias que pondrán en peligro su acción en pos de un
futuro mejor.
El
tiempo es una dimensión importante de la vida,
la falta de paciencia de la gente es común cuando deben enfrentar una
evolución que lleva meses, por ello
mismo es dura la situación de quienes, con responsabilidad, apuestan a promover el cambio. Nos falta una
mentalidad democrática, lo notamos no
solo por las grietas sociales, también en los tres poderes, en los medios de
comunicación y en las Universidades. Toda comunidad democrática se basa en la
convicción de que cualquier diversidad de intereses es susceptible de
solución, de que es posible hacer frente
a cualquier experiencia nueva con un esquema general de acción. Se requiere una actitud empírica ante la vida, donde todos confíen en la razón como factor de
equilibrio, auxilia para comparar cosas, establecer diferencias e identidades, presupone
un alto grado de flexibilidad mental, permite adaptarse rápidamente a un período de
cambio y novedad. Los nuevos acontecimientos exigen nuevas relaciones y en
consecuencia una adaptación, ir de la economía dirigida a la economía de libre
mercado, es colocar la vida económico-social de los argentinos sobre una nueva
base. Si bien el Gobierno está decidido
a dar batalla para conseguirlo, es
imprescindible que no pierda el
equilibrio ante los problemas que lo acechan, evitar desconcertarse ante las
continuas turbulencias provocadas por sindicatos y movimientos sociales, la sociedad, por su parte, tener
en cuenta cuál fue la situación de partida cuando
se tomaron las riendas del país. Se
deberán tomar medidas difíciles en el camino de eliminar el
influjo directo de la burocracia en la economía, varios son los políticos que todavía no
entienden que ello implica, en la
mayoría de los casos,
no reformar leyes y reglamentos sino eliminarlos, abolirlos. Aquí, la lucha será por liberar los mercados contra las fuerzas
persistentes de la economía dirigista.
Necesitamos que el Presidente deje de responder con tanto apasionamiento a
las críticas malintencionadas y se
dedique a gobernar y a explicar, como
bien sabe hacerlo, los ejemplos de países que demuestran el mejoramiento del
nivel de vida logrado con una política de amplia libertad. Es
engañoso creer que se puede vivir bien en un país que se achica, uno de los ejemplos paradigmáticos utilizado en varias oportunidades por el Presidente, es el de la Alemania de 1948. El propio Ludwig Erhard, responsable del cambio que levantó a ese país, señaló que la pobreza del pueblo alemán lo
había convencido de abrir las fronteras,
cortar las tarifas aduaneras y comenzar una política de liberalización cuando
todos creían que era una locura. Hoy tenemos muchos más ejemplos que indican que, como Alemania entonces, Argentina se encuentra ante la misma
disyuntiva de recuperarse mediante un
tiempo de sacrificio o ser condenada al atraso económico y social. Las elecciones, con el triunfo de Javier Milei, mostraron que
un importante sector social cree que el financiamiento de la industrialización,
con déficit o gastos excesivos, está condenado
al fracaso, y que la superación del
dirigismo monetario es condición necesaria para conseguir estabilidad económica.
Es fundamental para que ocurra lo que el
Presidente pidió a los grandes empresarios en Bariloche, solo van a invertir si
pueden tomar decisiones empresariales con miras
al futuro. Es la libre empresa la
que debe ser responsable del desarrollo de la economía, no el Estado, hay que abandonar para siempre
la idea de planificación central, tan
popular en variados sectores. Las políticas estatistas llevaron a que el desnivel entre las diferentes empresas
y los contrastes de productividad entre las diferentes ramas de la industria, fueran mucho más grandes que en los países con economía de mercado.
Se debe ser cuidadoso en esta época de cambio:
el desarrollo económico no se debería realizar con rupturas demasiado abruptas
porque la gente no podrá soportar excesiva presión. El Estado deberá desempeñar
un papel decisivo en el nuevo sistema que proporcionará mejores posibilidades y
mayores grados de libertad para todos,
dar seguridad y amparar a los más
débiles que se ven en situaciones críticas y no pueden superarlas por sí
mismos. La diferencia tan grande entre
ricos y pobres muestra que no solo es necesario fomentar la libertad empresaria sino, también, debe ser objetivo fundamental aumentar el
consumo atacando los monopolios y privilegios estatales para que no impidan la
producción y la productividad, distorsionando
la distribución de la renta. La realidad exige dejar atrás los controles de
importación y cualquier medida de tipo autoritario que opaque el orden liberal
exigido por la Constitución, también las tarifas aduaneras excesivas que
equivalen a una prohibición. La
protección aduanera siempre ha debilitado la competencia, lleva a la autarquía industrial, no
abandonarla aumentaría las penurias de
la gente cuya capacidad adquisitiva ya
es muy limitada.
La producción agropecuaria es la más eficiente
y no evita la competencia internacional, pero en otros importantes sectores se mantiene
la devoción a políticas keynesianas, se piensa que el crecimiento impulsado a toda
costa es más importante que la estabilidad,
se cree que el Estado mientras no tenga autentico capital puede crearlo
artificialmente a través de la emisión.
Apuntan a la falsa creencia de que impulsar
industrias útiles no genera inflación: se
equivocan, hasta que las inversiones de tal tipo llegan a aumentar el producto
nacional destinado al consumo, la inflación no detiene su marcha,
no puede ser frenada.
La
economía de mercado se basa en el concepto liberal de un mundo libre, no permite correcciones diarias. Por eso
debemos aplaudir el interés del gobierno en reformas económicas y financieras, bregar porque se acepten en el Congreso lo antes posible; por
nuestra idiosincrasia bastarán pocos trastornos para debilitar la adhesión. Es
fundamental que el Gobierno se fortalezca estableciendo contactos duraderos con
grupos y dirigentes que participen de las mismas inquietudes, con quienes
representan políticamente a los
partidarios de las libertades individuales y de las prácticas democráticas
adaptadas a las exigencias de la sociedad moderna. El Ministro del Interior,
Guillermo Francos, está haciendo todo lo
posible.
El
Gobierno quiere atacar el sistema que transformó a un país rico, con
numerosos recursos, en un
país estancado, tiene la agotadora tarea
de convencer a los sindicatos de que los aumentos nominales de salarios, si no
se producen dentro de una economía auténticamente en expansión, no resuelven en
manera alguna sus problemas, lo que obtienen hoy lo pierden mañana a través del
aumento de precios. Aumentos masivos de salarios no se pueden financiar sino a
través de la emisión monetaria y de la
expansión del crédito, eso significa incrementar los medios de pago sin un
correlativo aumento de la producción, provoca una acentuación artificial de la demanda, conduce a aumentar la inflación. Si se
apoyara la reforma laboral los
resultados demostrarían, como en otros países, que el trabajo no es solo
necesario sino también algo ventajoso y productivo.
Solo
mediante un aumento de la productividad , libre
competencia y estabilidad monetaria, se podrá alcanzar una buena posición en el mercado mundial, para
ello el Gobierno tendrá que desechar la idea de pleno empleo, unida a la expansión forzada y artificial propuesta por diversos sectores, en vez
de una meta de leal intercambio en el comercio internacional.
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!