Valorar la obra del Padre Opeka
Ariel Corbat
Abogado (UBA), republicano, unitario y liberal. Coautor de "Uso y abuso de las corbatas" y "Teoría romántica del derecho argentino" (El Himno Nacional como expresión de la Norma Hipotética Fundamental). Brindó servicios en la Secretaría de Inteligencia desde 1988 hasta su renuncia en 2012. Escribe en el blog La Pluma de la Derecha". 


Asistí a la UCEMA para presenciar la entrega del doctorado honoris causa al Padre Pedro Opeka, por su labor en Madagascar.

Representa un llamado vocacional intenso, la consagración de toda su vida a un ideal de servicio y una lucha descomunal contra la pobreza extrema en Akamasoa.

Escucharlo desde luego conmueve y motiva. No obstante, cuando dio las cifras del Banco Mundial que revelan un aumento descomunal de la pobreza en Madagascar a lo largo del tiempo que lleva misionando en ese país, tuve sentimientos contradictorios.

Al término del acto, caminando hacia Retiro y luego en el tren, intenté ordenar y procesar esos sentimientos. Algunas causas son objetivamente causas perdidas, como querer achicar con un dedal la avería de un bote. Y sin embargo hay quienes no pueden dejar de intentarlo. Lo sé: he peleado algunas y sigo aferrado a la lucha en otras aunque a veces flaqueo y desearía ni siquiera intentarlo. Pero no se puede abandonar, uno vuelve a darse la cabeza contra la pared una y otra vez. Entonces, ¿vale la pena?

La vida en los basurales no es vida, ni en Madagascar ni el CEAMSE ni en ningún lugar del mundo. Y sin embargo ese cura eligió estar ahí, para que hoy, entre otras cosas, 150 chicos terminen por año el secundario. Imposible, pues, no aceptar que hasta en los lugares más horribles pueden crecer hermosas flores. Y sin duda un lugar es horrible cuando hay criaturas mutiladas por mordeduras de ratas.

Ateo como soy, no soy afecto al uso de la palabra "milagro", pero desprovista de su significado estrictamente religioso, hay que decir que Pedro Opeka, "el albañil de Dios", ha obrado valiosos milagros en la vida de aquellos con quienes se comprometió a defender el valor de la Libertad y la dignidad humana, no desde el asistencialismo sino como un par, trabajando ladrillo por ladrillo. Así la chica de Madagascar, quien le acompaña en esta vuelta al país, contó que haber llegado a ser profesora de francés por la obra de Opeka la había "salvado".

Vaya alguien a decir que no vale la pena.

Y es que sí vale la pena. A punto de bajar del tren recopilé las afectuosas palabras con las que Opeka refirió a la Argentina, la Patria donde nació y por la que nos instó a todos los allí presentes a trabajar. Soñamos por un momento lo que haríamos de la Argentina con un poco de ese espíritu de Patria y Libertad... Y acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", baste soñarlo un momento para creerlo posible.

Pensé eso y ya llegando en la estación al fin del andén, tal como al comienzo del acto un rato antes en UCEMA, empecé a cantar el Himno Nacional, mientras caminaba con una intensa alegría bajo la llovizna de ocasión.

La Patria, la Libertad, la Dignidad Humana. Vaya alguien a decir que no vale la pena!
 

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