Aerolíneas Argentinas: ¿Estatal o privada?
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Los
sindicatos de la línea de bandera, Aerolíneas Argentinas, paralizaron todos los
vuelos, creando un “día de bronca”, en
los usuarios que tenían que viajar. Hasta octubre los subsidios a la empresa
fueron del doble a los que tenían previstos para éste año. Dijo el presidente
Macri al repecto: “Desde que Aerolíneas
se estatizó, el Estado tiene que poner, todos los meses para que funcione.
Todas las líneas aéreas que funcionan acá y en la mayoría del mundo no
requieren que los ciudadanos de ese
país, en este caso los argentinos, pongamos plata todos los meses”. Tiene
toda la razón, por eso no se entiende que no privatice la aerolínea, cuando
además de costarle al Estado, el país no puede darse el lujo de mantener
empresas deficitarias.
Pero
hay razones de peso para que el Estado no sea empresario: sus empresas no se
hallan presionadas por la ganancia y son las que sufren más el fenómeno de la
burocratización. No se preocupan por el exceso de personal ni por la eficiencia,
salvo que las subsidie el Estado.
La
corrupción, que se origina en el poder, acecha permanentemente a estas empresas
porque un funcionario puede escaparse
fácilmente del control del Estado, derivando en ganancia non sancta para sí mismo, perjudicando a la acción social de la
empresa.
Además,
los gobiernos las usan para conseguir votos, ofreciendo dádivas a toda la
sociedad o a sectores con poder. De ésta forma aumentan el gasto público reduciendo las entradas e inversiones.
Despedir
se le hace peliagudo al Estado, porque genera un costo político, muchas veces
difícil de afrontar, por lo cual, se
deteriora la ética del trabajo. No se presiona a los trabajadores para trabajar,
quienes se acostumbran a hacerlo lo
menos posible.
Todas
estas características se acrecientan porque el control del Estado sobre sí
mismo es mínimo. Es autoprotector.
El
presidente, vemos por su reciente discurso, que lo sabe. Y, también, como
empresario, conoce que las empresas privadas funcionan mejor porque son
controladas por los consumidores y las ganancias, sin las cuales la empresa no sobrevive, o sea,
desaparecen de la organización, trabajadores, accionistas y directivos. También,
está al corriente, que necesitan competir, por lo cual deben producir cuidando
la eficiencia y el precio.
En
resumen, uno de los controles indispensables del Estado, que siempre intenta
avanzar sobre la sociedad civil, es la magnitud de su sector económico privado,
como así también, la opinión pública y
el sistema de partidos.
Entonces,
conocedor del tema, debiera, el presidente Macri, tener el coraje que tuvo hace
pocos años, el ex presidente Menem, de desligar del Estado a todas las empresas
estatales. Sería una obra de bien a la comunidad, quien lleva sobre su espalda,
demasiada carga por las fallas en la política económica, sin olvidar efectuar,
la tan esperada reforma laboral.
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