Para muestra basta un botón: Fiesta de la Vendimia
José A. Sánchez
Miembro del Consejo de Administración de Fundación Atlas. Actuario, UBA. MBA, The University of Chicago.
"¿A quién va Ud. a creer? ¿A mí o a sus propios
ojos?"
Chico Marx (disfrazado de Groucho) en Sopa de
Ganso 1933
La bancarrota del ideario populista, esto es,
el fracaso rotundo del proyecto iniciado en 1945 de promoción social del
trabajador actualmente degradado a la mera gestión de pobres para asegurar el control
del estado, se evidencia en dimensiones múltiples. Si este desenlace interpela a
nuestra razón cuando analizamos datos estadísticos de desarrollo humano la
evidencia resulta tanto o más poderosa cuando somos golpeados por hechos
cotidianos que han sido resignificados por medio de esta derrota hasta hacerlos
irreconocibles.
Quiero ofrecer el testimonio de las recientes
celebraciones de la Fiesta de la Vendimia en la ciudad de Mendoza.
Como es bien conocido las celebraciones de la
Fiesta de la Vendimia incluyen un evento tradicional, denominado carrousel en el
cual desfilan, por un sector del centro de la ciudad, representantes de la
Mendoza rural relacionados con las diferentes
producciones que enorgullecen a la
provincia, la uva desde ya pero también
las frutas y el turismo entre otras. Protagonizan el evento asociaciones
gauchas montadas; las carrozas de cada departamento que celebran sus
producciones distintivas y. por supuesto,
a su candidata a Reina de la Vendimia, así como diversos actores involucrados
en la producción. La idea general es celebrar, por la vía de la exhibición en
la ciudad, los logros del campo mendocino y a sus actores. Uno diría que se
trata de mostrar, con el protagonismo de los autores materiales, aquello que
“el campo” mendocino ofrece, con orgullo, a la comunidad. Se trata, a todas
luces, de una celebración de oferentes.
Este
año el desfile fue precedido y
retrasado por una suerte de anti
-carrousel , donde desfilaron , ante el silencio entre hostil e indiferente del público , la habitual
congregación de reclamantes de sostén estatal,
de aspecto humilde , ajenos a las
consignas escritas en sus
carteles , con el paso cansino y
la mirada perdida de quien está
cumpliendo con un trámite
tan obligatorio como ajeno , encuadrados
y dirigidos , por los repetidos gerentes de pobres que vemos
en toda marcha y/o piquete ,
seguidos por algunas agrupaciones
gremiales que exigían también
mejoras sectoriales y ,
finalmente , por objetores diversos a
cualquier proyecto que implique modificar el orden existente .El común denominador
de los reclamantes es que ellos
tienen problemas que deben
ser resueltos por el resto de
la sociedad . En suma, una manifestación de demandantes
sorprendió a quienes, como yo, habíamos ido a ver oferentes.
Paciencia mediante, gauchos y carrozas ocuparon
su lugar y restablecieron hasta cierto punto el espíritu de la fecha. Sin embargo,
las sorpresas no habían acabado. A continuación de las carrozas fuimos testigos
de una numerosísima sucesión de comparsas
de trabajadores bolivianos, bien organizados, con sus bandas y luciendo los uniformes
coloridos habituales, identificados por su lugar de origen (Oruro, La Paz y otros)
y agrupación, rebosantes de entusiasmo y claramente orgullosos de poder exhibirse
ante el público que los recibía con afecto. El carrousel terminaba así,
reafirmando, mediante un nutrido grupo de extranjeros, su esencia de desfile de
quienes ofrecen cosas valoradas a la comunidad que paga por ellas.
El dramático contraste entre el entusiasmo de
los trabajadores bolivianos y la decepción de la congregación de demandantes de
auxilio locales genera la pregunta obvia: ¿porque los primeros desafiantes no
estaban en el último grupo? Cabe señalar que La existencia de las comparsas
bolivianas demuestra que hay trabajo, porque los participantes no van a Mendoza
a bailar sino a ganarse la vida, cosa que parecen estar haciendo con éxito.
Reflexionando sobre lo visto es imposible
evitar concluir que la combinación del marco laboral y la red de asistencia social existentes desincentivan
el trabajo, transformando trabajadores en clientes, los cuales, en razón de su número
y la escasez relativa de recursos estatales, tienen garantizado mantenerse en
la pobreza abyecta. Simultáneamente gran parte de sus antiguos puestos de trabajo
son ocupados por extranjeros con escasa calificación, pero con voluntad de trabajar.
Cuesta encontrar algún beneficiario neto de esto exceptuando a la clase política
que gerencia a estas víctimas.
Hasta aquí nos ha traído el proceso iniciado
el 17 de octubre de 1945 y cuya organización básica del mercado de trabajo ha permanecido
incólume desde entonces. Un orden fascistoide fundado en una suposición de pleno
empleo asalariado que hoy resulta insostenible para todos excepto para sus únicos
beneficiarios, a saber, la casta política y el sindicalismo empoderados a expensas de la sociedad civil,
aquella que era la única participante de la fiesta de la Vendimia cuando esta
celebraba la producción mendocina y la pobreza extrema era un problema de nuestros
vecinos.
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