Patricia Bullrich y Javier Milei
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Las
Paso nos han dejado al aire a dos candidatos,
más allá de los peros, Patricia Bullrich y Javier Milei, según la foto de hoy podrían manejar el destino del país. El poder que la
Constitución le asigna al presidente de la Nación va a potenciar el triunfo del
que llegue al poder. El gobierno que
viene tendrá que privatizar, desregular,
hacer las reformas que se necesitan para despegar, ambos pretenden
hacerlo. Están dispuestos y con buenos
equipos para dar batalla al estatismo, a las ideas progresistas que nos han
hecho tanto daño.. Cuál de los dos será
la cuestión si llegan a un ballotage,
tienen condiciones, nos guste uno más que el otro, provocan optimismo en amplios sectores de la
sociedad.
La política es fundamentalmente creación, no aplicarán la receta de los Kirchner, encararán cambios positivos: vigorizar,
expandir y pluralizar la porción externa
al Estado, dejarán que éste se concentre en funciones sociales
indispensables retirándose de las aéreas que corresponden a la sociedad
civil. El gobierno no coaccionará
arbitrariamente las decisiones privadas de las personas, elevará su capacidad
creativa como así también, de grupos e instituciones.
El Estado es el que genera más posibilidades
de corrupción, ésta se origina en el poder, el del Estado es el más coactivo,
el más arbitrario, por eso ofrece índices más altos.. En la sociedad de alta complejidad en que
vivimos es utópico pensar en hacerlo desaparecer, pero hay que
tomar conciencia de sus peligros. Tendrán
que luchar contra las tradiciones
populistas y estatistas, debilitar a la burocracia sindical sin destruir sus
funciones reivindicativas. Toda privatización cierra una mina de prebendas que desangran el Tesoro del Estado, destruye una pieza fundamental del
corporativismo dando un efecto democratizador a la política interior, al incrementar el poder y la independencia de los partidos
políticos, afirma el sistema democrático.
Milei, anarco-capitalista, quiere ir a fondo como un toro de lidia, Patricia,
también quiere apretar el acelerador, está dispuesta a realizar el
cambio a pesar de los peligros que implica sostenerlo, de ello depende su supervivencia política. Ambos saben que a
esta altura, no basta con cosmética, de
seguir con ella irían a una derrota descomunal,
como fue la del presidente Alfonsín. Solo una política de base liberal
puede – en la vida nunca podemos estar seguros-
ofrecer la posibilidad de tener éxito en el cambio del país, ello
incrementaría el apoyo popular haciendo posible incluso la reelección, lo cual
ayudaría a fortalecer los cambios.
Después de las elecciones el peronismo ortodoxo pasará a la historia,
es inaplicable a la realidad social vigente;
transformar las estructuras del país ya no tiene fuerte
resistencia, hoy, las propuestas de los dos candidatos con más posibilidades se asemejan
en su significado interpretativo de la realidad nacional. Ninguno es estatista ni nacionalista, difieren en ciertos rasgos culturales,
casi irrelevantes, sobre el
cambio que pretenden realizar pero,
también en la resolución de un problema capital de la economía: el
régimen cambiario. Mientras Milei y su
equipo se comprometieron con la dolarización, reemplazar el peso por el dólar
como moneda de curso legal, tal como el modelo ecuatoriano, Patricia y el suyo piensan en el modelo
bimonetario: declarar al dólar como moneda de curso legal para permitir
eliminar el control de cambio,
liberación completa de la relación entre el peso y el dólar. Va por el
sistema adoptado hace tantos años por Perú con
dos leyes indispensables: todos
los habitantes tienen el derecho de disponer y mantener monedas extranjeras y
se prohíbe el financiamiento del Tesoro por parte del Banco Central.
Los dos
tendrán dificultades, son muchos
los que no desearán dejar sus privilegios de lado, harán ruido. Resistirán
muchos peronistas, sobretodo kirchneristas,
quienes avivarán sus fundamentos populistas, nacionalistas y estatistas
como también la de varios radicales. Recordemos cuantos se opusieron, en la presidencia de Carlos Menem, a la
privatización de YPF, olvidando que
hacerla era consolidar el federalismo,
ayudaba a mejorar la situación financiera de las provincias y del Estado
Nacional, y a saldar la añeja deuda con
los jubilados.
Se tendrá que volver a las políticas de
los 90 por razones culturales y
políticas, aunque violenten los
sentimientos de mucha gente con buenas intenciones, pero equivocada. Se
necesita un profundo cambio estructural que cubra todas las áreas de la vida
nacional, incluida la referida a la política internacional. Por las características de las reformas y el
revuelo que dará la naturaleza
disruptiva de la política que están dispuestos a encarar, la cual comprende no solo a la estructura
política sino también a la ideacional y
cultural, tendrán que hacer uso de las facultades que la Constitución concede a
un sistema presidencialista muy fuerte. Es que deberán enfrentar disturbios y
comunicaciones desfavorables a los cambios de quienes solo esperaban realizar
retoques que hicieran funcionar bien al Estado,
en vez de realizar una reforma estructural.. También de los que
permanecen ciegos al enorme crecimiento estético, moral,
y político, que produjo el
capitalismo en el mundo, tal el caso de
actores y artistas, es una constante en ellos la defensa del estatismo, cuando
gracias a ese sistema el
horizonte de la cultura se amplió como nunca antes: el teatro, la plástica, la
literatura fueron promocionadas con el
desarrollo de los mercados, se hicieron masivas, alcanzaron a los sectores más
bajos de la estructura social, creando
un mercado permanente, extenso y variado.
A
pesar de las dificultades tendrán que gobernar sin salirse de los mecanismos
institucionales previstos por la ley,
les conviene evitar las peleas,
gane quien gane necesitará de la ayuda del otro, de un pacto que ayude a
la gobernabilidad y a la posibilidad de una reelección si se hace
necesaria, como le sucedió al ex
presidente Menem, quien necesitó pactar
con los radicales para acceder a su segunda presidencia, hoy se lo recuerda por su gran habilidad
política para tratar con opositores. Milei tiene que demostrar a la ciudadanía
que sabe contenerse, no es ético
insultar al contrincante, trae resentimientos; ninguno se debe dejar tentar por avanzar
sobre kirchneristas, sindicalistas, peronistas ortodoxos, socialistas,
populistas, y la intelectualidad socialoide mediante
arbitrariedades, sino por los procedimientos políticos aceptados por el
consenso de la legalidad institucional. Ya
tuvimos a Cristina!
En
política exterior, tanto Patricia como
Javier, intentarán -como lo hicieron Frondizi, Menem,
y Macri- insertarnos nuevamente
en el orden internacional mediante una amistad comprometida con los países del
Occidente democrático. Javier tendrá que rever sus declaraciones sobre no tener
relaciones con China y otros países, en un mundo planetario le será imposible.
Puede hacerlo como lo hace EEUU, sin
dejar de estar ligado a la corriente política de los países más
avanzados del mundo comprometidos con la
cultura occidental y sus principios básicos.
La meta debe ser la de terminar con un enorme Estado corrupto,
ineficiente en el ámbito de la justicia, la educación, las fuerzas de
seguridad, y los servicios sociales,
jubilados y hospitales entre otros.
Tenemos globalmente el país que merecemos, el
cambio también depende de nosotros., la indiferencia al mundo internacional es
lo que muestra el gusto por las políticas autárquicas kirchneristas. Sin
duda, los ajustes no se producirán de un
día para el otro, aunque se deberán adoptar algunos pasos dolorosos, lo importante es ir en la dirección correcta,
de este modo la tasa de productividad irá en aumento. La perfección no existe
pero Argentina puede ser mejor con
respecto a valores básicos relacionados con la calidad y la conservación de la
vida, para ello la corrección de las ideas cuenta, mejorar nos dará una buena
imagen en el resto del mundo. El horizonte no debe acabar en la elección
siguiente, es importante crear un ambiente sano y firme, con expectativas para el futuro que den
señales claras, que los precios no mientan.
La
libertad de comercio, la propiedad privada, el mercado, la competencia, la
desregulación, las privatizaciones, el capital extranjero, son puntos decisivos en los
que deben coincidir ambos, más allá de las diferencias de detalle. Conformar
una carta básica de orientación, llegar a un consenso teniendo en cuenta, como dijo hace años Deng en China, cuando
quiso abrir las puertas al capitalismo: “ no importa el color del gato, la
cuestión es que cace ratas”, es
decir: hay que cambiar un sistema de
ideas si fracasa. No hay duda que el que tenemos, contrario a la Constitución de 1853, fracasó siempre… ¿Por qué repetirlo?
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